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19 de noviembre de 2008

Cuento para Sofía

Carlos López Calvo nos envía un cuentito que le escribió a su sobrina hace ya cuatro años. Ensoñaciones y nostalgias con Segovia al fondo.

Hoy es 9 de septiembre de 2004. Hace exactamente un mes que no te veo. Tú no lo recordarás pero te fuiste sin despedirte de mí en el aeropuerto. Al menos espero que estuvieras soñando conmigo como yo esta tarde he soñado contigo.

En mi sueño, yo llevaba mis sandalias de verano, un pantalón corto de vestir y una camiseta con babas en un hombro. Tú llevabas sólo un pañal pero el vestido del mejor modista no te habría sentado mejor. Estabas preciosa.

Yo te llevaba en el portabebés con el que hemos paseado este verano por la alameda de La Fuencisla, por los Jardines de La Granja y, cómo no, por la Calle Real y la Plaza Mayor. Te llevaba como siempre, sujetándote la tripita con la mano derecha y acariciándote el piececito izquierdo con mi mano izquierda para que te relajaras y te quedaras dormidita. Pero esta vez, apenas habíamos iniciado nuestro paseo cuando, de pronto, comenzamos a despegarnos del suelo y, aquella tarde, tú y yo sobrevolamos toda Segovia propulsados por mis caricias en tu pie.

Lo primero que vimos nada más ascender fue a los abuelos a través de la ventana del mirador del sexto piso. La abuela Tere estaba arreglándole un pantalón a tu padre que le había vuelto a quedar pequeño y el abuelo Gonzalo estaba terminando uno de esos dificilísimos crucigramas que hace él. Fue entonces la primera vez que te vi lanzar un beso con tu manita derecha y todo.

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