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26 de noviembre de 2017

Globalización, capitalismo y otros resortes de poder (66) 'Sobrecargados', los costes ocultos del transporte marítimo

Intro

Entramos en una tienda, vamos en busca de una chaqueta para la fiesta de fin de año. Hay una negra con botones pequeños que cumple con nuestras expectativas. Por simple curiosidad mientras aguardamos para pagar nos preguntamos por el origen de aquella prenda. La etiqueta nos quita, parcialmente, la duda: Bangladesh. Decimos parcialmente porque eso es una pequeña parte de la información. En aquel país ubicado en el sudeste asiático se ensamblan finalmente todas las piezas que acabarán con la confección de la chaqueta, pero son muchos los kilómetros que cada parte de ella ha recorrido antes. El algodón proviene de Estados Unidos, que previamente es tejido y teñido en la India. Por su parte, los botones llegan desde Vietnam donde han sido fabricados con restos de plástico recogido en Europa y que fue procesado en China. Así, la vestimenta que luciremos para recibir el año ha recorrido unos 48 mil kilómetros antes de llegar a nosotros. Pero ¿cómo se transporta todo de un lado a otro? ¿cuáles son los costes ocultos de esta prenda que no figuran en la etiqueta?

El 90% de los productos que consumimos en Occidente se fabrican en el extranjero y nos llegan por barco. La industria del transporte marítimo es la pieza clave en la economía mundial y constituye la base de nuestro modelo de civilización moderna; sin ella, sería imposible cumplir con las crecientes demandas de nuestras sociedades. No obstante, el funcionamiento y las normas de este negocio siguen siendo en gran medida desconocidas para muchos, a pesar de que los costes ocultos que se derivan de él nos afectan a todos. Quinientos millones de contenedores dan la vuelta al mundo cada año y sólo el 2% es revisado. Quinientas millones de contenedores que podrían transportar cualquier cosa, con todo el riesgo que eso conlleva.


(Rutas marítimas mundiales en 2011) Hacer click en la imagen para agrandarla

El transporte marítimo mundial

El documental que hoy publicamos responde a preguntas como: ¿Quién mueve los hilos de este negocio de miles de millones de dólares? ¿Cómo afecta esta industria al medio ambiente por encima y por debajo del nivel de mar?.  En 'Sobrecargados' ('Freightened' es su título original, literalmente 'Aterrados', ahora veremos por qué) el director francés Denis Delestrac (un asiduo en nuestro blog) nos invita a un viaje a través de los mares mientras investiga sobre la cara más oscura del transporte marítimo mundial y las consecuencias ambientales y económicas de esta industria mayormente desconocida, desgranando sus entresijos y revelando lo que hay detrás de las etiquetas de los productos que consumimos a diario.

La industria invisible del transporte marítimo es un negocio que mueve la economía global a costa de un enorme coste social y medioambiental que nosotros, los consumidores finales, no conocemos o no nos permiten conocer. Porque lo cierto es que resulta cuanto menos curioso que de esta omnipresente industria, -su empresa más importante, MAERSK,  factura lo mismo que Microsoft- apenas sepamos nada, no tenemos ideas ni de los auténticos propietarios de los barcos, ni de las banderas bajo las que navegan ni de las empresas que los gestionan. "Es una industria rara, porque es oscura y tremendamente desconocida", alerta otro de los expertos en este documental.


Nunca nos detenemos a pensarlo, pero desde la energía que gastamos, los alimentos, la ropa o los dispositivos electrónicos con los que nos divertimos, casi todo nos ha llegado por barco. La globalización comercial y nuestra vorágine consumista han logrado que el transporte marítimo planetario haya cambiado las reglas del juego y cumpla un papel fundamental (y mayormente nocivo) en la historia del capitalismo consumista en que estamos inmersos.

Las distancias parecen ya no existir y aunque los productos recorren miles de kilómetros eso no hace que aumente su valor de cara al mercado ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo pueden permitirse las empresas asumir los costes de semejantes traslados?. "Hemos llegado a un punto en el que los productos locales resultan más caros que los que nos llegan desde las antípodas y está claro, que en esa ecuación hay algo que falla", afirma Elizabeth Cline, una experta en filosofía política en este film.

Banderas de conveniencia

Es allí donde entran en juego una de las principales fichas: las banderas de conveniencia. Varios factores llevan a un armador a preferir un registro de conveniencia en algún país de laxa legislación: tasas de registro muy baratas, impuestos muy bajos o inexistentes y la libertad de contratar mano de obra infrapagada. De esta manera, el anonimato y sus enormes beneficios hacen que el coste en la comercialización se rebaje hasta en un 65%. Un negocio oscuro y redondo que contribuye a la evasión fiscal, se lleva por delante los derechos de los trabajadores a los que expone a condiciones deplorables y genera un desastre ecológico en el entorno natural en el que se mueven, nuestros océanos.

Conscientes de los daños e irregularidades que les rodean, las empresas navieras buscan alejarse de la costa y trasladar sus inmensos barcos de carga fuera de la vista del público detrás de las barreras y puntos de control. La falta de mantenimiento convierte a las naves en altamente tóxicas ya que cuando hacen labores de limpieza derraman miles de toneladas de sustancias contaminantes que van a parar al agua. Asimismo la enorme contaminación acústica que producen en su navegación distorsiona los sonidos naturales de los océanos afectando sobre todo a los mamíferos marinos, desorientándoles y produciéndoles graves daños internos.

Además estos barcos causan un ingente gasto en combustible altamente contaminante que es el responsable del 4% de los gases de efecto invernadero de la Tierra y "un cuatro por ciento es una cifra muy alta si se trata de abordar un reto tan grande como el cambio climático", como afirma el experto medioambiental Deron Lovaas. Por último no debemos olvidar el coste económico, laboral y ecológico de los desguaces de estos colosales barcos cuando finalizan su vida útil, un tema que ya abordamos en un post que publicamos hace un tiempo en el que incluíamos el documental 'Embarrancados'.

En 'Sobrecargados', Denis Delestrac y su equipo buscan ponernos en alerta sobre nuestros actos de consumo para que demandemos una trazabilidad realmente transparente en los productos que compramos, así como una racionalización y modernización del transporte marítimo mundial para que se reduzcan sus costes ocultos y aumente su sostenibilidad.

Versión Completa Subtitulada




Versión 52' (Doblada)

25 de noviembre de 2017

Vocabulario Fundamental. Odio (10) Me cagüen TTM

Me cagüen TTM


En una misma semana hemos asistido a la justificación de los autores de unos hechos y a la detención jaleada de los de otros similares, sin despeinarnos, y con la única diferencia de la tendencia ideológica que movía a cada uno de los actuantes. Esta situación no es nueva en España, lo que nos habla de una tendencia. Una tendencia peligrosa. Una tendencia ante la que hay que reaccionar. La doble moral que recorre nuestra opinión pública no es tal sino una prevalencia clara de una tendencia ideológica y política sobre otra, de un discurso político sobre otro, de un relato que se quiere supremacista sobre los demás. Los españoles ya no son iguales ante la ley según lo que piensen y cómo lo piensen. Tampoco la moral, cuyos límites no son los del Código Penal, es la misma según a quién se juzgue. Unos repugnan y son laminados y otros... otros son justificados y tolerados. La única diferencia es la tendencia ideológica en la que manifiestan su ignominia.


El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido. EFE


Voy a hablarles de seres por igual reprochables desde lo moral, y puede que desde lo penal, pero que han obtenido de sus acciones reacciones muy distintas. Unos eran servidores públicos y en un grupo de chat de 200 personas no sólo desearon la muerte de la alcaldesa Carmena, mostrándose además xenófobos, racistas y nazis, sino que amenazaron gravemente al compañero policía que les afeó la conducta y que finalmente les denunció. Otro era un chaval independentista de 20 años que festejó en su modesta cuenta de Twitter la muerte de Maza y dicen que amenazó con unas puñaladas al delegado del Gobierno en Cataluña, Millo. A los primeros salieron a defenderlos los sindicatos policiales y docenas de abnegados comentaristas que han estado dispuestos a tragar con el anzuelo de una supuesta privacidad del foro sin tener que contener las arcadas. Al segundo le ha dedicado hasta un tuit el propio ministro del Interior, orgulloso porque una detención haya acabado con el historial de este peligroso individuo. Les juro que hay intelectos dispuestos en este país a defender que las acciones no son iguales y los resultados no son distintos pero yo no escribo para ellos.

Es un ejemplo perfecto por su proximidad en el tiempo, su enorme semejanza y su ampliamente diferente acogida por parte de la opinión pública y de los gobernantes. Nadie ha detenido a los policías fascistas y xenófobos, se ha preferido poner escolta al amenazado. No se ha dudado en aplaudir una detención del joven nacionalista que dudosamente se hubiera podido acercar a un escoltado delegado gubernamental. Ambos casos igualmente repulsivos humanamente hablando.

La utilización espuria e ideológica de los denominados delitos de odio, de los delitos apologéticos y, en general, de toda esa carga penal sobre la opinión y su expresión que ya pesa en España está cobrando niveles no sólo inaceptables sino directamente inasumibles. Estamos tocando fondo y no respecto al odio sino respecto a la intolerancia de la libertad de expresión. Peligroso. Inaceptable. Perturbador. Hablan de odio pero es un odio de vía única. Odian los independentistas y los izquierdistas radicales. Odian los titiriteros terroristas y aquellos que no aman a algunas policías y a lo que representan. Odian los rojos de mierda. Mientras, utilizan su libertad de expresión para mostrar su diferencia los xenófobos, los fascistas, los franquistas, los de la aporofobia. Esta es la España que ha construido el Partido Popular con sus reformas penales y con su estilo de gobernar. Unos titiriteros acaban siendo terroristas a la par que descojonarse de los que aún tienen a sus víctimas de la injusticia del fascismo en frías fosas comunes, no es sino una crítica política.

Los discursos del odio están de moda. Odio. Odias. A la trena con él porque me critica o me insulta. Me está odiando. Los discursos del odio son perfectos para poner a prueba el músculo de un sistema democrático y de la libertad de expresión que rige en el mismo. La forma en que se producen, la acogida social que tienen o las barreras que se instalen para la libertad de expresión, hablan claramente de las convicciones de fondo que fundamentan el sistema y permiten realizar una diagnosis sobre la calidad de la democracia en cuyo seno se producen.

Sobre los hate speech -expresión originaria de este concepto- los teóricos han explicado muy bien cómo las democracias liberales se dividen en dos clases en función del tipo de respuesta que articulen frente a ellos. Por un lado, hablan de las democracias tolerantes, cuyo mayor ejemplo sería la norteamericana, en las cuáles la fuerza de la libertad de expresión es máxima. En líneas generales, la Primera Enmienda de los Estados Unidos es de tal fortaleza que predomina siempre que no se trate de una llamada directa por la palabra para la comisión de un delito concreto. Un país en el que se permite quemar la bandera o manifestarse a un grupo nazi en un barrio judío en aras a la sacrosanta libertad de expresión.

Un país que condenó al secretario del Partido Comunista por conspiración aunque respaldando la fórmula por la cual los tribunales “deberían preguntarse siempre hasta qué punto la gravedad del mal justificaba coartar la libertad de expresión hasta lo necesario para evitar que aquel llegara a producirse, pero sólo tras haber considerado si la producción de los efectos dañinos es plausible” (United States contra Dennis, 1951) Y aquí cabría preguntarse ¿era posible la independencia catalana? ¿fue alguna vez plausible?

Por otra parte, se constata la existencia de unas democracias intransigentes, en el más puro estilo europeo, en las que se tiende a restringir la libertad de expresión de las ideas que podrían socavar los propios principios de la democracia. Robert Post, uno de los más destacados defensores de la desregulación de los discursos del odio, considera que la gran tragedia europea del siglo XX puede estar en el origen de esta diferencia aunque, en el caso español, no parece ser la causa de una tendencia a tolerar lo que asoma que huele a nazismo, franquismo y fascismo y a reprimir a sus antagónicas. La expresión discursos del odio es, como poco, equívoca, imprecisa y maleable y según Vives puede que pretenda cubrir la falta de legitimidad para castigar unas expresiones que no nos gustan pero que deberían quedar amparadas por la libertad de expresión.

La situación se agrava cada día más. Hay humoristas encausados y tuiteros a los que se piden años de cárcel en la Audiencia Nacional. Miles de ciudadanos se mesan los cabellos al descubrir que hay gente que se alegra de la muerte de otros en el país en el que no había labriego que no se ciscara en todos los muertos del de enfrente por un quítame allí esas pajas. Me cagüen TTM ha sido casi un grito de guerra rural. Polvo, sudor y hierro, la Inquisición cabalga.

2 de noviembre de 2017

Música para camaleones (103) Cigarettes After Sex - K.

I remember when I first noticed that you liked me back We were sitting down in a restaurant waiting for the check We had made love earlier that day with no strings attached But I could tell that something had changed how you looked at me then [Chorus] Kristen, come right back I've been waiting for you to slip back in bed When you light the candle [Verse 2] And on the Lower East Side you're dancing with me now And I'm taking pictures of you with flowers on the wall Think I like you best when you're dressed in black from head to toe Think I like you best when you're just with me And no one else... [Chorus] Kristen, come right back I've been waiting for you to slip back in bed When you light the candle [Verse 3] And I'm kissing you lying in my room Holding you until you fall asleep And it's just as good as I knew it would be Stay with me I don't want you to leave [Chorus] Kristen, come right back I've been waiting for you to slip back in bed When you light the candle

Vocabulario Fundamental. Muros y Fronteras (10) Fronteras de alto coste

Fronteras de alto coste (Frontiéres: La grande illusion - Guillaume Pitron, 2016)

Los esfuerzos por blindar las fronteras del primer mundo constituyen un lucrativo negocio en alza. Las empresas armamentísticas y los traficantes de inmigrantes son los principales beneficiados. Miles de millones invertidos por los países ricos para 'protegerse' de los pobres que llaman a su puerta


Alambradas, perros guardianes, cámaras de vigilancia y la más sofisticada tecnología para disuadir a los inmigrantes. ¿Son eficaces esos dispositivos? ¿Cuánto cuesta la protección de nuestras fronteras? ¿Se puede detener la inmigración?. Son preguntas que plantea el documental ‘Fronteras de alto coste’ y que va respondiendo a través de las investigaciones realizadas durante un año en cuatro continentes.


La conclusión a la que llegan es clara: las fronteras se han convertido en un nuevo y gigantesco negocio para la industria del armamento, que incluso se expone en salones para captar nuevos clientes. ‘Aquí en Estados Unidos, el ejército compra menos, así que buscamos nuevas salidas a nuestros productos’, explica un industrial americano. Parecen enfrentarse a una guerra en la que el enemigo no es un soldado, sino un inmigrante clandestino.

La ciudad de Nogales, entre Arizona y Méjico está dividida por un muro que puede alcanzar los 10 metros. ‘Es de acero reforzado con hormigón. Tiene una estructura doble en el interior que lo hace muy difícil de seccionar’, explica un agente. En el sector de Tucson hay 416 kilómetros de frontera similar con 4.200 guardias fronterizos. Construir un muro de 12.000 kilómetros de toda la frontera terrestre norteamericana sería imposible de financiar, así que idearon las barreras virtuales: biometría, cámaras térmicas, radares y drones.

La estrella del mayor salón dedicado a la seguridad de las fronteras, que se celebra en Fénix, Arizona, es el dron ‘Quadcóptero’, totalmente autónomo. ‘En realidad se trata de tecnología militar aplicada a la seguridad nacional’, explica uno de los vendedores. El coste de cada dron es de 17 millones de dólares. Después de unos años de pruebas, el proyecto de barrera virtual de la frontera con Méjico ha resultado ser un fracaso que le ha costado al contribuyente más de mil millones de dólares.

Europa vive la crisis migratoria más grave desde el final de la segunda guerra mundial. Hombres, mujeres y niños luchan y se dejan la vida por entrar, mientras que Europa cierra sus fronteras. Una de las primeras barreras europeas que se construyó fue la de Melilla. Desde 2005 una valla de acero separa España de Marruecos con 650 guardias civiles vigilando los 11 kilómetros de muro, cuya remodelación costó 33 millones de euros.


Uno de los principales puntos de paso hacia el espacio Schengen a través de la isla de Lesbos es el puerto de Izmir, en Turquía. En el Khave Café se dan cita traficantes e inmigrantes que llegan hasta aquí después de un periplo de meses con sus pertenencias a cuestas. ‘Los refugiados son como un gran pastel. Los barqueros ganan mil dólares por cada inmigrante que llevan a Europa. Un barco son 5.000 dólares de beneficio en un solo día de trabajo’, explica un captador de inmigrantes para los traficantes que cobra de media 100 dólares por cada uno, ‘cuanto menos segura sea la frontera, más dinero se gana’, reconoce.

Según ‘The Migrant Files’, una investigación publicada en 2015 por periodistas europeos, la entrada de inmigrantes clandestinos a Europa habría generado en 15 años, un negocio de al menos 16.000 millones de euros.