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9 de junio de 2019

El Crackómetro (48) Eden Hazard, habemus crack


Por fin se anunció el fichaje del gran Eden Hazard por el Real Madrid. Hazard deja al Chelsea luego de siete temporadas en las que acumuló un total de 352 partidos. Mismos en los que anotó 110 goles y dio 92 asistencias. Con la camiseta de los Blues conquistó en dos ocasiones la Premier League, una FA Cup, una Copa de la Liga y también dos títulos de la Europa League. 

Un jugador maravilloso que llega al club blanco con 28 años, en el mejor momento de su carrera (aunque nos hubiera gustado disfrutarle antes) para comandar el nuevo Real Madrid 19-20, que esperemos nos haga olvidar la calamitosa temporada 18-19, aliviada sólo -para la tropa madridista- por el desplome del Barça en Champions y Copa. Así de patéticos nos vemos. 

Tras el video de algunas de sus mejores jugadas con el que el club lo ha recibido importamos un magnífico y exhaustivo artículo publicado por La Galerna (el 'Pravda' de los madridistas como acertadamente señala JM) analiza el juego de este crack mundial, en la actualidad el mejor jugador del mundo junto a Mbappe y Messi. Bienvenido Eden Hazard al Real Madrid!!

Eden Hazard: diablo en patines

Escrito por: Marcelino - 7 junio, 2019

Eden Hazard no es uno más, pertenece a esa estirpe de niños prodigio que hacen su aparición muy temprano en el universo futbolístico y recién comenzados empiezan a quemar etapas y confirmar expectativas a pasos agigantados. 

Debut a los dieciséis años en Lille y estrella del campeonato francés a los diecinueve, cruzaría el canal de la Mancha para enrolarse en un Chelsea campeón de Europa y convertirse en la indiscutible estrella blue y una de las máximas figuras de la Premier League y el fútbol Mundial.


El Mundial de Rusia le catapultó al estrellato. El mundo le descubrió como líder de la talentosa camada de Bélgica y una de los jugadores más estimulantes y decisivos del momento.

Con los Diablos Rojos firmaría uno de esos torneos que quedan para el recuerdo y memoria del aficionado. El Real Madrid no permaneció ajeno a la explosión de Eden y vio en él un jugador con el porte para ser referente de presente y de futuro en el Santiago Bernabéu. No se equivocan.

En patines

Empezando por lo superficial, desprende una energía especial que cautiva al espectador. Su fútbol es extremadamente bello, de auténtica orfebrería con una técnica y movimientos propios del patinaje artístico.


Es simultáneamente liviano y potente. Liviano porque se mueve como una pluma, con facilidad para ejecutar todo tipo de cambios de dirección y de aceleración. A su vez, posee un centro de gravedad lo suficientemente bajo que le otorga mucho equilibrio y que junto a un tren inferior muy potente que le da muchísima explosividad y fuerza de choque.


Técnicamente se trata de un superdotado. El balón va cosido sobre la punta exterior de su pie y permanece en todo momento bajo su control.

Se sirve de un paso corto pero muy potente que unido a su control de balón le permite realizar todo de tipo de giros, cambios de dirección y de ritmo. Si de heredero de una estirpe se tratara, Hazard es de la casa de los regateadores. 

El belga pasa por ser uno de los tres talentos regateadores de esta generación. Junto a Messi y Neymar Jr. comanda año a año las estadísticas en este campo dentro del panorama continental.



Los registros en este apartado son impresionantes. Hablamos de un jugador que promedia 230 regates a lo largo del curso con un promedio de acierto del 75%.

Números demoledores tanto por la cantidad como por la calidad. A través de su juego agrede a los rivales, ya sea encarando o protegiendo el balón.

Es un maestro del regate y domina los diferentes registros de la materia. Sale hacia todos los perfiles, izquierda, derecha, dentro-fuera, fuera-dentro.



En un palmo de terreno y en medio de una maraña de piernas rivales se sirve de su control y su cuerpo para salir de la situación, por comprometida que pudiera resultar.

Cuando Hazard recibe el balón se activa el modo “patio de colegio”, el belga hace avanzar y progresar la jugada sorteando rivales. Ya sea a través de un control orientado que le ponga de cara o, si ya lo está, en cuanto entra en contacto con el cuero el jugador se activa, arranca y acelera.

Encarando en situaciones más posicionales es un driblador paciente, le gusta jugar con el rival, se sirve de su paso corto y a partir de ahí amaga con salir en una u otra dirección hasta que encuentra la rendija por la que colarse, cambiando el ritmo o recortando.

Donde Hazard se torna especialmente peligroso es en las transiciones. El ‘10’ blue se desmelena y muestra habilidad de progresar la jugada a través de su brutal slalom.

El primer punto en este aspecto es su recepción. El jugador se orienta muy bien de cara a encontrar una salida.

Cuando recibe de espaldas a la jugada, pese a ser un jugador pequeño, utiliza muy bien su cuerpo, bajando su centro de gravedad para hacerse grande y generar separación respecto al rival. 

La fluidez de sus caderas le otorga muchísima capacidad de giro de forma que una vez producida esa separación tiene capacidad de salir en una u otra dirección.


En cuanto consigue ponerse de cara se muestra imponente. Su conducción es extremadamente precisa y ágil, ejecutadas a máxima velocidad. Tiene un primer paso muy potente (burst) a partir del cual se proyecta y alcanza una velocidad endiablada.


Además, demuestra una fuerza especial en este tipo de acciones. Su centro de gravedad, unido a la explosividad y velocidad con la que se mueve le convierte en un jugador muy difícil de derribar en este tipo de acciones sin incurrir en faltas.

Si bien lo que llama la atención del espectador de Hazard es su repertorio individual, nos encontramos ante un jugador de una vocación eminentemente colectiva. Su juego está orientado en generar ventajas para los suyos. Su toma de decisiones es excepcional, interpreta lo que el partido requiere y actúa en consecuencia.


Su voluntad es la de participar, de ahí que sus movimientos están orientados a habilitarse en posiciones en las que pueda recibir. Siendo la mitad izquierda del campo su principal zona, es un jugador que aparece por todo el campo. Es bastante frecuente verle aparecer en zona de mediocentro para recibir y acelerar la jugada. La intención de Hazard pasa por meterle colmillo a la jugada, añadiéndole velocidad y veneno.


Pese a todo es un jugador muy responsable en la gestión del cuero. Su control del balón y el uso de su cuerpo le permiten proteger el esférico respecto al rival en todo momento, sin descuidarlo y descargando en el momento oportuno.

Se trata de un grandísimo pasador, por su visión de juego y la técnica de desplazamiento. Funciona muy bien tanto en corto, donde se asocia con los compañeros cercanos en búsqueda constante de paredes como en profundo donde lee bien los espacios libres y a los compañeros. En transiciones es un gran lanzador, domina bien el cambio de orientación para el compañero que ataca el espacio aclarado en el costado opuesto.



Respecto al último pase, en el que Eden Hazard es un consumado especialista. El belga se ha destapado este curso con 19 asistencias, convirtiéndose en el máximo asistente del fútbol europeo. Para ello, se ha nutrido de una de sus especialidades, el pase atrás. Se trata de una acción que domina a la perfección, atrae rivales, gana línea de fondo y posteriormente descarga a la segunda línea.


También funciona muy bien en profundo, ya sea en acciones de último pase a la espalda de la línea defensiva o bien desde el pico de área donde encuentra a compañeros que llegan desde segunda línea o desde los costados. Se muestra muy paciente a la hora de esperar al desarrollo de la jugada y ejecutar el pase con un buen timing.

Su lectura de juego es periférica, lo que le ofrece un campo de visión de 360 grados sobre todos los movimientos que tienen lugar a su alrededor. Para servirse de tal visión, una de las acciones técnicas que ha desarrollado Eden Hazard son las acciones de espalda. Los pases de tacón son una de las especialidades de su repertorio. Ya sea para asistir o para prolongar, domina la técnica para realizar pases de espaldas con la precisión y tensión óptima.

Para prolongar utiliza generalmente la cara interior del talón del pie con la que acelera la jugada y hace progresar a la misma. También son comunes sus toques de espuela.


En las inmediaciones de la portería emplea estas acciones atrayendo rivales para posteriormente asistir de tacón mediante una dejada o pisada a quien llega desmarcado desde segunda línea.

En el apartado goleador no nos encontramos ante un goleador prolífico. Sus cifras goleadoras son buenas, pero lejos de los números a los que nos tienen acostumbrados los grandes goleadores del panorama internacional. En sólo dos ocasiones (2010/11 y 2018/19) ha superado la veintena de goles durante la temporada de clubes.

Son muchos los factores que explican su producción goleadora. Por una parte, se trata de un jugador que participa más en la gestación del juego y de las ocasiones que en la finalización de las mismas. Sin embargo, en la era de la explosión goleadora de los media puntas y extremos, hay razones de carácter técnico que pueden servir para fundamentar este déficit goleador.

No termina de encontrar forma de llegar a los goles fáciles. Si uno repasa los goles de Hazard, pocas son las situaciones francas de remate que encuentra. Dentro del área no se desenvuelve con soltura a la hora de encontrarlas. Asimismo, en sus movimientos sin balón tiende a dirigirse al balón y no a la portería. Sus desmarques son de apoyo, no de ruptura.


Respecto a este último punto, convendría acudir a la psique del jugador. El protagonista ha declarado en incontables ocasiones que su forma de entender el juego está muy relacionada con la diversión, con la participación en el mismo y no la finalización, pasando su felicidad por el juego y no por el gol.

En el golpeo de balón convendría separar diferentes registros. Desde media distancia hoy no es un ningún factor, le falta rango de tiro. A su disparo lejano le falta la potencia y la rosca necesaria. Peor, si cabe, es su remate de cabeza, donde no muestra habilidad alguna, ni por su capacidad de salto, ni por técnica.

Sin embargo, se trata de un definidor excelso. Define de forma sutil y precisa, con la colocación, anticipación y tensión adecuada para resolver. Es un jugador frío ante el portero que se sirve de un golpeo con ambas piernas, cruzado y seco.

Su problema a nivel goleador es de cantidad y no de calidad, pues es un jugador preciso a la hora de resolver acciones de valor gol. Su volumen goleador siempre está por encima del volumen de goles probables que produce. Materializa las ocasiones, pero produce pocas para sí mismo.

Patinando en Concha Espina

Hazard aterriza en la capital blanca en el mejor momento de su carrera, un fichaje que evoca tiempos pasados, cuando se firmaba al jugador en el cénit de su carrera, cuando las facultades físicas y el conocimiento del juego derivado de la experiencia se fusionaban.

Además, lo hace en plenitud, su dinámica y curva de rendimiento es ascendente. En este sentido, su carrera no ha sufrido el desgaste propio de la presión de algunos proyectos europeos, sino que llega con la mochila vacía y con todo por demostrar. También lo está a nivel físico, donde ha sido un jugador respetado por las lesiones a lo largo de su carrera.

El impacto inmediato será en términos de calidad y jerarquía. Si bien el Real Madrid está repleto de estrellas y campeones, no es menos cierto que en la parcela ofensiva del terreno de juego ha perdido capacidad de intimidación e incluso personalidad y liderazgo. Hazard es un jugador contrastado en la élite y acostumbrado a asumir la responsabilidad en el campo.

El Real Madrid añade un perfil de futbolista del que no disponía desde la salida del Ángel Di María en 2014, el regateador. Muchos son los blancos con capacidad de desequilibrio, pero regateadores consumados como Hazard a día de hoy ninguno. Zinedine Zidane contará con un arma capaz de descoser sistemáticamente sistemas defensivos rivales.


Su capacidad asociativa y entendimiento del juego entre líneas debe facilitar el proceso de construir sociedades con sus compañeros. 

El cuadro merengue cuenta entre sus filas con algunos de los jugadores más dotados técnicamente en el control y pase, él será uno más en este sentido. Su capacidad de fundirse en circuitos asociativos y no perderla, permitirá al equipo blanco gozar de la capacidad de esconder el balón, recurso que ha sido muy poderoso en Europa en 2017 y 2018.

Con Karim Benzema se vaticina una conexión especial, al belga le encanta servirse de sus compañeros para catapultarse y ninguno combina de forma más precisa y más rápida en medio del tráfico de piernas rivales que Benzema.

Además, los movimientos fuera-dentro de Hazard y dentro-fuera de Benzema deberían compensarse. Sin embargo, a Karim suele favorecerle que el compañero de ataque realice movimientos de ruptura y no de apoyo, aprovechando los espacios que el delantero galo suele generar, de ahí su conexión especial durante nueve años con Cristiano Ronaldo o con Vinicius Jr. Siendo Hazard un elemento de profundidad, lo es a partir del balón y no del espacio.

En cualquier caso, hemos visto un Karim Benzema al que durante muchos tramos del curso 18/19 se le ha exigido desde la pizarra ser principio y fin de los ataques blancos, generador y finalizador, y pese al buen hacer del ‘9’ blanco, lo cierto es que el equipo se ha encontrado huérfano de recursos. Con Eden Hazard el ataque blanco debería ganar coherencia en el reparto de roles, tanto en la generación como en la finalización.

Tras la salida de Cristiano Ronaldo, el Real Madrid no ha encontrado fórmulas y patrones de ataque. Ha sido un equipo que se ha ahogado en la pizarra y posteriormente en el campo. Desde la perspectiva individual, no supone un plus en algunas áreas en las que los de Chamartín andan cortos, como son el remate en el centro del área o la media distancia, acciones que han ido desapareciendo con la salida del luso y el progresivo ostracismo de Gareth Bale.

Sin embargo, Hazard es un generador ofensivo de primer orden, de los que genera ventajas por sí mismo y para sus compañeros, a partir de ahí Zidane deberá rediseñar el ataque para aprovechar todo aquello que le puedo ofrecer el belga a partir de su creatividad y desequilibrio. Siendo Benzema y Hazard jugadores de apoyo, deberán encontrarse mecanismos de ruptura a través de la segunda línea o de los costados (laterales y aclarado en derecha).

A tal efecto, los laterales vuelven a antojarse fundamentales de cara al futuro, siendo elementos tanto de amplitud como de profundidad. Otro de los elementos clave será atacar aclarados. Lo cierto es que hoy por hoy el Real Madrid no cuenta con grandes atacantes de espacios, la totalidad de sus hombres de ataque han mostrado mayor vocación por el apoyo que por la ruptura.

En este punto puede ser interesante la figura de Vinicius Jr. que ha mostrado aptitudes para estas lides. Quizás su mayor debe hoy por hoy sean las acciones de finalización, una materia en la que la evolución sólo puede llegar a través de la experiencia y en el tiempo. Sin embargo, es una figura devastadora a campo abierto y si mejora sus movimientos sin balón, añadiendo movimientos profundos a la espalda de la línea defensiva, puede dar un salto cualitativo muy importante es su carrera.

Posicionalmente, Hazard demanda libertad entre líneas. Su radio de acción principal es la mitad izquierda del campo, pero lo hace desde la libertad total para moverse a lo largo y ancho del campo. Es un jugador híper móvil, en búsqueda constante de participar en la jugada. No es extraño verle moverse a zonas de creación lo que obligará movimientos de compensación, similares a los acontecidos con Isco ocupando el vértice del rombo en 2017 y 2018. Esa misma libertad que el jugador demanda en ataque la suele demandar en defensa, donde es un jugador poco sacrificado e implicado en este tipo de tareas.

La llegada de Hazard supone una inyección de ilusión para el proyecto. El club se hace con un activo de primer nivel de valor máximo que constituye toda una declaración de intenciones y de poder. Por su parte el equipo firma un titular de rendimiento inmediato, que debería dar un salto de calidad al equipo y armonizar de nuevo el reparto de roles y jerarquías.