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24 de septiembre de 2019

Vocabulario Fundamental. Animales (57) Los animales en la Segunda Guerra Mundial



En este verano en el que se ha conmemorado el 80 aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la gran contienda bélica del pasado siglo, un conflicto épico que cambió el mundo en que vivimos, nada se ha dicho de los animales que de forma masiva en ella participaron, en todos los frentes y para todos los contendientes, esclavizados al servicio de los hombres.

A pesar de los avances en la mecanización respecto a la primera gran guerra del siglo los animales volvieron a ser esenciales para el esfuerzo de guerra de todos los contendientes. Obligados a realizar las peores tareas y en las peores condiciones, reventando por el esfuerzo o por los proyectiles, millones de caballos, de mulas, de perros, de primates y muchas otras especies se dejaron la salud y la vida en el infierno bélico creado por los hombres, por no hablar de la infinidad de animales salvajes que fueron inmolados junto a su habitats naturales en la pocas veces descrita destrucción de la Naturaleza en las guerras.

Por todo ello en este blog queremos rendirles nuestro pequeño homenaje con este documental (divido en dos partes seguidas) dirigido en este 2019 por Jean-Christophe Rosé, que recorre los distintos frentes para mostrarnos su enorme contribución en este conflicto, a su pesar, claro. 


22 de septiembre de 2019

Un mundo mejor es posible (53) Siria, de cenizas y esperanza





Este reportaje de ARTE dirigido en 2018 por Suzanne Allant es un retrato de la resistencia civil siria en las zonas de la provincia de Idlib que aún no están bajo el dominio de las tropas del régimen y sus aliados. El reportaje sigue al reportero y fotógrafo Zein Al-Rifai, natural de uno de los barrios del este de Aleppo que se rebelaron contra el tirano Al Asad y acabaron destruidos en las distintas batallas que en esa ciudad siria se llevaron a cabo desde 2012 a 2016.

De la mano de Zein conocemos a 'rebeldes sin armas', como el paramédico Mohammad Alaa, que conduce una ambulancia y busca personas enterradas en los escombros dejados por los bombardeos pero que también ha creado varios refugios para gatos heridos o abandonados, como Il Gattaro di Aleppo

También a Aïda, que se ocupa desde hace tres años voluntariamente de un orfanato con más de una centena de niños o Aziz, que pinta frescos y mensajes en las ruinas. Personas que aún hacen que aún se conserve algo de esperanza entre la destrucción. Pero, ¿qué será de todos ellos cuando Asad y Putin también devoren Idlib ante el silencio del mundo?

16 de septiembre de 2019

El Crackómetro (52) Antídoto para escépticos: España campeona mundial


Antídoto para escépticos: España campeona mundial

La GalernaAmalio Campa 16 septiembre, 2019

Si hubiera que extraer una conclusión final que definiera el desenlace de este Campeonato Mundial de la FIBA disputado en China, creo que elegiría la siguiente: la selección española posee todas las virtudes que un equipo manifiestamente imperfecto necesita para ganar, y las tiene con creces y a un nivel superlativo. Determinación, riqueza táctica, espíritu competitivo, mentalidad, compromiso, defensa, experiencia e intensidad. Y me detengo aquí por no ocupar todo el artículo enumerando adjetivos. Porque seamos serios, jugador por jugador, libra por libra, la actual selección española si nos ceñimos tan solo al talento individual ocuparía entre el cuarto y el sexto lugar de entre todos los equipos participantes en una hipotética lista de favoritos. Países como Estados Unidos, Serbia, Australia y Francia a priori tenían muchas más posibilidades de ganar que España, pero los doce dirigidos por Sergio Scariolo han demostrado una vez más al mundo que no se puede ganar cosas importantes solo con talento. Hace falta algo más profundo, algo más esencial. Y otra prueba de ello la constituye la finalista, Argentina, otra escuadra inferior en cuanto a valor individual, pero que tirando de orgullo, corazón, los genitales del Facu Campazzo, y la maestría de un auténtico mito viviente de 39 años llamado Luis Scola, han llegado a un estatus incluso más inesperado que el de la propia España. Ahí lo tienen, el baloncesto es un deporte de equipo y para equipos con mayúsculas. Me descubro ante ambos.

Yo crecí mientras adoraba a la selección de Yugoslavia, envidiaba a la Unión Soviética, y elevaba a los altares la plata olímpica de España en Los Ángeles-84. Hasta hace unos pocos años pensaba que las dos poderosas generaciones balcánicas, la primera en los 70 (triple campeón europeo, campeón mundial y olímpico), y la segunda en los 80 (campeón europeo, mundial y subcampeón olímpico) constituían un espejo en el que España podía optar a mirarse pero nunca a salir reflejada en igualdad de condiciones. Ahora me doy cuenta que ni siquiera la mitificación teñida de nostalgia juvenil hacia los Delibasic, Cosic, Petrovic, Kukoc, Divac o Djordjevic me permite negar la evidencia; la España del siglo XXI ya es la primera en el podio del Olimpo de la canasta a nivel continental. 

En doce más un años la selección ha conseguido un palmarés monstruoso, colosal, con jugadores mejores y peores, con la plenitud de los “Juniors de oro”, y ahora mismo sin ninguno de ellos en el plantel, con la presencia de naturalizados como Serge Ibaka y el innombrable jugador del Barcelona con pasado madridista, pero también sin ellos, con la presencia del súper talentoso Sergio Rodríguez, y también sin él. España ha saboreado las mieles del triunfo, y simplemente no quiere o no sabe detenerse. ¿Quieren pruebas tangibles de mi afirmación? Les daré una que no admite debate; las poderosas Yugoslavia y Unión Soviética que aún permanecen en el corazón de los aficionados de verdad a este deporte jamás se enfrentaron a una escuadra NBA, mientras que Argentina lo hizo y ganó, y España lo hizo y viene ganando desde que la generación de 1980 agarró las riendas de su destino con manos de hierro.

Este es un triunfo memorable, quizá también por lo inesperado. Ha sido un verdadero antídoto para los escépticos, entre los que me encontraba a principios del torneo, simplemente basándome en las malas sensaciones desprendidas después de una primera fase, llamémosla errática. A partir de ahora intentaré con todas mis fuerzas librarme de mi espíritu pesimista por naturaleza y confiar mucho más en un grupo inquebrantable y digno de pasar a los anales de la historia. Se lo han ganado a pulso.

Para terminar, y dentro del marco de un escaparate madridista como el que me brinda La Galerna, quisiera hacer una mención especial a los cinco jugadores blancos que han alcanzado la final y que han desempeñado un papel relevante. Sé que el espíritu de Gabriel Deck, Nico Laprovitola, Facundo Campazzo, Rudy Fernández y Sergio Llull continuará durante la temporada y nos permitirá disfrutar de unos meses memorables. Al fin y al cabo han demostrado que conocen y saben conjugar a la perfección el verbo competir. Y si se lleva a efecto finalmente la contratación de Luis Scola, lo cual se está rumoreando durante estas fechas, la felicidad ya será completa. Ah, por cierto, si estás palabras llegan a oídos del innombrable, que sepa que los que nos gusta el blanco y disfrutamos con la rojigualda no le echamos de menos ni un ápice. El compromiso se demuestra con hechos, no con tuits.


11 de septiembre de 2019

El Crackómetro (51) Otra vez Nadal, siempre Nadal


Debo decir que yo sí vi la final del US Open de Flushing Meadows entre Nadal y Medvedev y aún ahora, dos días después, sigo recordando algunos puntos especialmente memorables y la emoción final de nuestro maravilloso tenista, un tipo con el que enorgullece compartir pasaporte.