Ruth Bader Ginsburg no vivió lo suficiente para ver a las hordas fascistas asaltando el Capitolio estadounidense. La magistrada, que fue la segunda mujer en acceder a la Corte Suprema de su país, falleció el pasado 18 de septiembre a sus 87 años.
En la última etapa de su vida se convirtió en un icono feminista para las generaciones más jóvenes por su compromiso con la igualdad de género y sus opiniones poco ortodoxas en cuestiones como el aborto, la pena de muerte o los derechos de los homosexuales. Su popularidad la llevó a ser la imagen de camisetas y pancartas con el apodo de "Notorius RBG", en referencia al rapero Notorius BIG.
En los últimos años destacó por su oposición, más o menos velada, a los desmanes del presidente Donald Trump, a quien llamó "farsante". "Dice lo que se le ocurre en el momento. Realmente es un egocéntrico", declaró la magistrada, aunque tuvo que acabar disculpándose para no ver comprometida su imparcialidad como jueza. Pese a ello, Bader Ginsburg nunca ha ocultado su forma de pensar ni se esforzó demasiado en ocultar el desprecio que sentía por Trump.
La trayectoria vital de Ruth Bader Ginsburg encarna la de muchas mujeres que vivieron esas décadas en las que la sociedad pasó de un machismo absoluto a una tímida apertura y aceptación de las mujeres en la vida pública.
Nacida en el barrio neoyorquino de Brooklyn en 1933, pudo llegar a estudiar Derecho en Harvard gracias a una beca concedida por sus dotes y su talento. Su carrera judicial comenzó en 1980 y, trece años después, Bill Clinton la nombró jueza del Tribunal Supremo, compuesto por un presidente y ocho jueces y que es el máximo organismo del poder judicial en Estados Unidos.
Su muerte dejó huérfana a toda una generación de feministas estadounidenses que en su figura vieron a un ejemplo de mujer luchadora, comprometida y audaz a la hora de defender los valores de la igualdad entre sexos. Pero más allá de su valor simbólico, Bader Gainsberg fue una pieza clave de la Justicia estadounidense.
Al final de su carrera, y en virtud de su experiencia en el cargo, Bader Gainsberg se convirtió de facto en la líder del bloque liberal y progresista, formado por cuatro jueces, de la Corte Suprema estadounidense. Y todo ello llevando siempre a gala su carácter un tanto extravagante y sus peculiares manías. Esto escribía el New York Times en su obituario:
"La jueza Ginsburg se esmeraba al emitir sus dictámenes, tanto los que hacía para la mayoría como cuando estaba en desacuerdo. Sus dictámenes estaban muy bien elaborados, con frases declarativas directas y muy poca jerga. A veces decía que estudiar literatura con Vladimir Nabokov en la Universidad Cornell la había inspirado a prestar atención a la escritura. A pesar de ello, fueron sus disidencias, en particular las que anunció desde el banquillo, las que recibieron mayor atención. En un guiño a su público, adquirió la costumbre de cambiar los collares decorativos que vestía junto con su toga judicial en los días en que anunciaba un disenso. Incluso usó su "collar de la disidencia", que un observador describió como "parecido a una pieza de armadura medieval", el día después de la elección de Trump."
Bader Gainsberg, con sus partidarios y detractores, constituyó pese a todo un anclaje para la unidad y el diálogo entre las dos Américas. Tal como escribió un periodista de la BBC, su muerte "supone un terremoto en una nación ya fracturada": "Su muerte abre ahora la posibilidad de que el presidente Donald Trump nomine a su sucesor en una corte de nueve miembros donde ya ha colocado a dos, y altere así por años el equilibrio ideológico del Supremo a favor de los conservadores. Como esto ocurre además en un país políticamente polarizado y a pocas semanas de una elección presidencial cargada de tensión, el debate por el reemplazo de Ginsburg amenaza con aumentar la fractura entre republicanos y demócratas".
Y, efectivamente, así ha sido. Apenas diez días después de la muerte de Bader Ginsburg, urgido por la proximidad de las elecciones y quizás previendo su derrota, el por entonces presidente Donald Trump nombró a Amy Coney Barrett como sustituta.
De esta forma, Trump rompió el equilibrio ideológico de la Corte Suprema a favor de los conservadores. Esta balanza tardará en volver a equilibrarse de nuevo, pues el título de juez de la Corte Suprema se ostenta de forma vitalicia. “Es una mujer de logros incomparables, intelecto imponente, credenciales excelentes y lealtad inquebrantable a la Constitución”, ensalzó Trump a su candidata, una jurista muy próxima a grupos religiosos y ultraconservadores.
En un Estados Unidos arrasado por las soflamas trumpistas y aún traumatizado por los gravísimos sucesos del asalto al Capitolio, se echarán de menos voces dialogantes, valientes y lúcidas como la de la juez Ruth Bader Gainsberg. "Me gustaría ser recordada como alguien que usó todo su talento para hacer su trabajo lo mejor posible", dejó dicho la jueza. Y sin duda que así será.
Les dejamos con el documental 'RBG' dirigido en 2018 por Julie Cohen y Betsy West, que bucea en la extraordinaria vida y carrera de la Bader Ginsburg, y cómo su trabajo hizo avanzar la lucha por los derechos civiles y, en particular, los de las mujeres en Estados Unidos.