En este blog ya habíamos tratado hace cinco años (con el documental 'El hombre del tanque') la revolución civil que, durante siete semanas en 1989 llevó a centenares de miles de chinos, centralizados en Pekin y la plaza de Tiananmen pero no sólo allí, a reclamar reformas democráticas en el régimen comunista dirigido por Deng Xiao Ping, en un intento de que el país se uniera a la ola de apertura que vivía entonces Europa del Este.
Durante siete semanas la plaza de Tiananmen se convirtió en un símbolo del triunfo del pueblo. Trabajadores, ciudadanos y estudiantes, esa plaza y lo que representaba no era sólo el epicentro del movimiento estudiantil, allí había un pueblo sin clases sociales, con libertad de expresión, una sociedad civil autogestionada y un modelo de la China donde todos esperaban poder vivir algún día.
Durante siete semanas la plaza de Tiananmen se convirtió en un símbolo del triunfo del pueblo. Trabajadores, ciudadanos y estudiantes, esa plaza y lo que representaba no era sólo el epicentro del movimiento estudiantil, allí había un pueblo sin clases sociales, con libertad de expresión, una sociedad civil autogestionada y un modelo de la China donde todos esperaban poder vivir algún día.
Todo el pueblo llano chino salió a
la calle, no se veían policías y sin embargo descendió la criminalidad
pues según se podía leer en distintos sitios los ladrones se declaraban
en huelga pues habían decidido dejar de robar para apoyar a los
estudiantes y la revolución. Según algunos aquello fue el Woodstock
chino, la primera vez desde 1949 que la gente podía expresarse en
libertad. Se demostró que con un mínimo de libertad y democracia los
chinos podían organizarse sin violencia y ser felices y autónomos sin
perjudicar al gobierno. Pero la utopía dejaría pronto paso a la dura
realidad.
Con la ley marcial ordenada por los máximos jerarcas Li Peng y Deng Xiao Ping plenamente operativa y el ejército en las
afueras de la ciudad la vida en la plaza se fue volviendo más difícil y
tensa hasta que, el día 4 de junio, se produjo el brutal aplastamiento a sangre y fuego de una revuelta que siempre se había mostrado pacífica por parte del Ejército Popular de Liberación (qué terrible ironía su nombre). Esta masacre, además de la brutal represión que sobre miles de participantes en las protestas siguió en las semanas siguientes, sirvieron no solo para intimidar sino para conmocionar a los manifestantes sino a todo el país, dejándole en una sumisión total.
El propio régimen dictatorial chino se encargaría en los años siguientes de crear el gran tabú, el ocultamiento y olvido forzado de lo que allí ocurrió. Aquellos hechos hicieron temblar los cimientos del régimen y mostrando claramente al mundo el talante criminal del comunismo chino haciéndole, a la postre, aún más cerrado y paranoico.
Ahora, tres décadas después, con China convertida en una de las grandes potencias mundiales nada en la plaza de Tiananmen recuerda aquellos acontecimientos. Los padres no hablan a sus hijos de la gran Libertad y la gran matanza de aquellos días para protegerlos y los chinos han aceptado la falta de libertad a cambio del progreso económico, salvo en Hong Kong. Sus habitantes no quieren renunciar a su autonomía de pensamiento y acción, su rebeldía es el mejor homenaje a los miles de chinos que hace 30 años perdieron su vida y su libertad en la legendaria plaza pequinesa.
Un estupendo y esclarecedor documental dirigido por Ian McMillan y dividido en dos partes por La Noche Temática (y lamentablemente, y como es normal, doblado) nos transporta otra vez a aquellas semanas de libertad y fraternidad gracias a los testimonios de testigos presenciales y a la filtración sin precedentes de miles de documentos internos del Partido, conocidos como "los Papeles de Tiananmen", para poder comprender la verdad sobre lo que sucedió en aquellas siete semanas de primavera en el palpitante corazón de la gran nación china, la plaza de Tiananmen.
La plaza de Tiananmen representa el poder absoluto. Todas las decisiones que afectan a la vida de 1.500 millones de ciudadanos chinos se toman aquí. En los años 80 la dictadura represiva del partido era cada día más cuestionada y en 1989, durante siete semanas, estudiantes de todas las universidades se manifestaron aquí, pedían reformas democráticas.
El 5 de junio de 1989, la imagen de un hombre deteniendo un batallón de tanques en Pekín, conmociona al mundo. 24 horas antes, la ciudad había sido testigo de escenas de un horror inimaginable. El Ejército Popular había rodeado la plaza de Tiananmen preparado para matar. Lo que había comenzado como una protesta pacífica de los estudiantes pidiendo libertad, había terminado siete semanas después en una matanza.