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13 de junio de 2020

Vocabulario Fundamental. Muros y Fronteras (11) El muro mental entre las dos Palestinas





Marchamos a Palestina, donde un interesante reportaje de ARTE nos habla sobre las fronteras mentales entre las dos Palestinas. Solo 16 km separan Gaza de Cisjordania, pero no es solo Israel quien se interpone entre ellas, también el muro de la enemistad desde la toma de poder de Hamás en Gaza en 2006, asaí como las distintas formas de entender la vida en la sociedad palestina. Desde entonces Hamás y Fatah luchan sin piedad, y agrandan una brecha que divide familias y mentalidades y que mina la causa palestina ante el ocupante israelí.
 

25 de diciembre de 2019

Vocabulario Fundamental. Invierno (10) Otros inviernos peores 4 Cuento de Navidad en Gaza

La gran Yolanda Álvarez, orgullo de nuestra televisión pública, ahora en 'En Portada' y antigua corresponsal en Israel y Palestina, fue sacada de su puesto por intolerables presiones del gobierno israelí tras su cobertura a la ofensiva israelí de 2014 sobre Gaza, ellos preferían que no hubiera testigos tan molestos. De su twitter importamos este podcast de Carne Cruda sobre este lugar torturado por una de las mayores injusticias de nuestro mundo.

Hay lugares del mundo que duelen. Uno de ellos es Gaza. Este "cuento de Navidad" llega al alma. Gracias, Raquel Martí. 
 

30 de septiembre de 2016

In Memoriam, Simón Peres

In memoriam Simón Peres






Hace 18 años, la televisión israelí produjo un documental sobre las distintas etapas de su vida, y Simón Peres me propuso que lo acompañase a Vishneva, su pueblo natal en Bielorrusia. Entramos en una casa rústica de madera, no demasiado grande. En el espacioso patio cacareaban las gallinas. Aunque le habían advertido que no bebiese del pozo (“Chernóbil ha envenenado nuestras tierras”, explicaban los lugareños), Peres bajó con sus propias manos el cubo enganchado a una cadena, lo volvió a sacar, llenó un vaso de metal y bebió entusiasmado el agua de su infancia. Cuando me contó que, a los ocho años, había destrozado la radio de su padre porque este la encendía el sabbat, le pregunté si su padre le había pegado alguna vez. “A mí nunca me ha pegado nadie”, fue su respuesta. Algo en su tono de voz despertó mi curiosidad. “¿Nadie?”, insistí yo. “¿Nunca? ¿Ni una pelea en el colegio o jugando?”. “Nadie. Jamás. No me han pegado y yo nunca he pegado”. Peres no conoce lo que casi todo el mundo ha experimentado alguna vez en carne propia, en especial los jóvenes, pensé entonces. ¿Podría ser esto una clave –una de las muchas– de su manera de ser, de su forma de relacionarse con el mundo? ¿Por eso acabó siendo un excluido, una persona permanentemente rodeada de un cierto aislamiento?

El expresidente israelí Simón Peres junto a su esposa, Sonya, en una imagen de 1985. Herman Chanan EFE

Y no es que Simón Peres no se mezclase en los asuntos del mundo. Estaba metido hasta las cejas y participaba activamente y con iniciativa en innumerables temas. Se involucraba con desenfreno en las intrigas de la política interior, estaba ávido de acción, ansioso por cambiar el mundo, y, a pesar de todo, siempre parecía en cierto modo aislado. Tenía perspectiva –histórica, fiel a unos principios, abstracta–, y dominaba el análisis de los procesos trascendentales. En eso era brillante. Sin embargo, para las cosas pequeñas que componen la realidad, le faltaba talento y también paciencia.

“El fin de una era”, decían ayer algunas necrologías. Lo decían incluso las de los políticos de derechas que le complicaron la vida y se burlaron de su “visión pacifista”. Pero, en realidad, la era de Simón Peres y de su visión ya había llegado a su fin a mediados de la década de 1990, cuando Isaac Rabin fue asesinado. De hecho, había terminado incluso antes, cuando se malograron los Acuerdos de Oslo que Peres, siendo ministro de Asuntos Exteriores, había hilvanado de cualquier manera a espaldas del entonces primer ministro Isaac Rabin.

El fracaso de los acuerdos y la oleada de violencia que estalló acto seguido provocaron en la mayoría de mis compatriotas la sensación de que Israel había cometido un error fatal al dejarse arrastrar para que confiara en Arafat y los palestinos. Para la mayor parte de la opinión pública israelí, Peres no tenía menos responsabilidad que Rabin en el curso de los acontecimientos. “Criminales de Oslo”, les gritaban los manifestantes de derechas, y afirmaban que sobre la conciencia de ambos pesaba el millar de israelíes muertos en la espiral terrorista que siguió al naufragio de las resoluciones. (Como si, en el caso de que los Acuerdos de Oslo no se hubiesen firmado, los palestinos se hubiesen sometido con docilidad y sin resistencia a la ocupación israelí hasta el fin de los tiempos).

Posiblemente, en aquellos años, el odio por Peres nació del hecho de que, con su elocuencia, con su talento poco común para infundir esperanza, para abrir una ventana al futuro, lograse transmitir a los israelíes desconfiados y marcados por la guerra, aunque solo fuese de forma pasajera y en contra de su instinto, fe en que también para ellos había la variante existencial de otra vida en paz. Mientras nos dejábamos arrastrar por el visionario Simón Peres hacia la idea de un “nuevo Oriente Próximo” concebida por él mismo, los israelíes sentíamos que habíamos burlado nuestro destino marcado por la guerra y las catástrofes; un destino grabado a fuego a lo largo de nuestra trágica historia. Y cuando los Acuerdos de Oslo fracasaron y se frustró la esperanza que, aunque fuese por un instante, nos habíamos permitido, no se pudo perdonar a Peres.

Simón Peres era un hombre orientado enteramente al futuro. Mientras el Estado se hundía cada vez más en un relato genealógico de índole religiosa, él pertenecía a aquellos que se entregaban a lo universal, a la ciencia, a la racionalidad, a la democracia y al conocimiento libre; a quienes se catapultaban como un ancla hacia una utopía lejana, aún invisible y, a continuación, se afanaban con todas sus fuerzas en alcanzarla. Peres creía firmemente que orientarse al futuro generaba una energía que permitía superar los obstáculos del pasado y del presente, ahuyentando así la resignación y la apatía que padece actualmente la sociedad israelí.

He aquí un ejemplo del pensamiento y el modo de proceder peresiano: “Fui a ver a Putin”, me contaba cuando ya estaba cerca de los 90, “y le dije lo siguiente: dentro de un año acaba el control de Egipto sobre el Nilo; expira el acuerdo histórico con Gran Bretaña y Francia. Etiopía ya está reclamando el agua y puede haber peligro de guerra. Vayamos los dos a ver a Mursi (el entonces presidente egipcio) y hagámosle una propuesta: nosotros, los israelíes, podríamos proporcionar a los egipcios un Nilo tres veces mayor. Tenemos los medios técnicos para duplicar el caudal de agua de su país. A mí”, proseguía Peres, “Morsi no me escucharía, pero seguro que a usted sí, señor Putin. No utilizaremos la política. La política está caduca. Lo haremos por medio de las grandes empresas, ya que son ellas las que gobiernan el mundo hoy en día”.

Así pensó y actuó Peres toda su vida. Consideraba que el (opresivo, trivial) presente no era más que un impedimento efímero por el cual no había que dejarse detener de ninguna manera. Para él, la resignación no era una opción. La política pasiva de Netanyahu y su rechazo a reemprender las negociaciones israelí-palestinas lo enfurecían, contradecían su código genético, que lo impulsaba sin cesar hacia iniciativas impetuosamente creativas. En nuestras conversaciones ocasionales yo percibía con nitidez lo que Peres ocultaba en público tras su inagotable optimismo: la profunda preocupación que le producían el nacionalismo, el fanatismo y el marasmo político de Israel. Sabía –y no se resignó a ello ni siquiera en sus últimos momentos– que en su país estaba germinando una realidad catastrófica para ambos pueblos, y que él, el propio Simón Peres, pertenecía al bando derrotado por la historia.

Era un hombre contradictorio. El joven que soñaba con ser “pastor de ovejas y poeta de las estrellas” se convirtió en líder de un país entregado la mayor parte del tiempo a la guerra y el derramamiento de sangre. Durante años se negó a reconocer que la creación de un Estado palestino fuese la solución al conflicto, y apoyó los inicios de la política de asentamientos en los territorios ocupados. Más tarde se convirtió en un estadista que simbolizó como ningún otro la disposición al compromiso y el esfuerzo por lograr una paz histórica con los palestinos. En la batalla contra sus adversarios políticos se manifestó como un manipulador sin restricciones, lo cual, no obstante, delataba en él–y nadie podía sustraerse a ese influjo– auténtica grandeza. Era un amante de la cultura y un defensor convencido de los derechos humanos, pero sobre su conciencia pesaba la muerte de más de un centenar de refugiados que en 1995 perdieron la vida en Líbano cuando Israel bombardeó la población de Kafar Kanna.

En los próximos días intentaremos seguir ahondando en el fondo de su personalidad. Tal vez justamente aquello que hacía de Simón Peres una persona tan compleja y fascinante fue lo mismo que motivó que los israelíes dejasen de elegirlo para ocupar altos cargos. Fue derrotado una y otra vez en las elecciones y se quedó con la etiqueta del eterno perdedor. Durante años libró incansablemente una desagradable batalla contra Isaac Rabin, preferido por el pueblo y (solo en apariencia) más franco y fácil de descifrar. Tal vez a su compleja personalidad se deba no solo que Peres perdiese las elecciones, sino también que se viese privado de algo que a otros políticos menos capaces sí les ha cabido en suerte: el afecto de la multitud.

Desde el mismo comienzo de su carrera política, Peres fue sin duda un hombre importante, pero no por ello querido. No era, sencillamente, uno más, alguien que pudiese apelar directamente al corazón de los israelíes, o, mejor dicho, a sus vísceras. Por eso los años como presidente le hicieron tanto bien, ya que, estando en el cargo –así lo sentía él–, fluyó por primera vez hacia su persona el afecto de la mayoría de la población israelí; en él le abrieron por fin su corazón también aquellos que hasta entonces habían visto en él al excéntrico visionario y, en más de una ocasión, incluso al traidor. Así es como yo lo recordaré: una tarde lo llamé por teléfono al despacho presidencial para convencerlo de una idea que pensaba que le podía interesar. “¿Y por qué por teléfono?”, me preguntó. “¿Está libre esta noche? Pues entonces, pásese a cenar”.

El palacio presidencial estaba medio a oscuras, y, entre sus jóvenes guardaespaldas, Peres parecía viejo y solo. Cuando entré en su despacho, se irguió, la vida iluminó su mirada, y se entregó inmediatamente a un monólogo sobre los Gobiernos actuales de todo el mundo, demasiado débiles como para resolver ni uno solo de los problemas vitales en materia de economía y seguridad. Luego habló de un proyecto científico, el Centro Peres para la Paz, que trabajaba en los últimos avances médicos: “Pronto tomaremos los medicamentos a través de la fruta. En ella habrá de todo, desde remedios para el dolor de cabeza hasta píldoras contra el envejecimiento”. Luego pasó a la nanotecnología, uno de sus temas favoritos, y me pintó el escenario de la guerra del futuro, sobre el cual volarían “avispas” electrónicas dirigidas por control remoto. Asimismo se refirió “a los mayores enemigos de la democracia en el mundo árabe: los maridos que niegan a sus esposas la igualdad de derechos”, y de los cinco libros que estaba leyendo al mismo tiempo, uno de ellos Cincuenta sombras de Grey (“La lectura me ha aburrido. Nada de creatividad, nada de auténtico erotismo”).

La cena fue sencilla, como en los días del kibutz: tortilla de setas, ensalada de verduras picadas con queso, unos cuencos de requesón, pan de comino y un vaso de vino tinto. Peres habló y se rió. Recordó el histórico encuentro entre Ben Gurión y De Gaulle, en el que él estuvo presente. Yo lo observaba. Desde que lo conocí personalmente, sentía por él profundo respeto y admiración. Precisamente sus contradicciones lo convertían para mí en un ser humano conmovedor y fascinante. Esta persona ha visto pasar casi un siglo y, a su manera, le ha dejado su impronta, pensaba. Solo algunos han tenido el privilegio de vivir una vida tan plena y apasionante. Se lo dije. Hizo un gesto quitándole importancia y, riendo, respondió: “¡Pues no he hecho más que empezar!” Durante un instante lo vi feliz, tanto como si creyese en sus propias palabras.

David Grossman es escritor israelí

14 de noviembre de 2015

Vocabulario Fundamental. Corrupción y Fraude (27) 'The Green Prince', de traición, guerra y amistad

'The Green Prince' es un documental alemán basado en el libro 'Son of Hamas' que nos cuenta la historia de Mossab Hassan Yousef, hijo del Sheik -Jeque- Hassan Yousef (uno de los líderes espirituales de la organización terrorista islamista Hamas e impulsor de la Primera Intifada), quien durante toda una década, mientras trabajaba como hombre de confianza de su padre, traicionó la confianza paterna y la de su propio pueblo, convirtiéndose en el mejor informante de un agente del Shin Bet, uno de los servicios secretos del país hebreo

El documental, del 2013, fue dirigido y guionizado por el realizador Nadav Schirman está basado en el libro 'Son of Hamas' del propio Mosab Hassan Yousef, en donde su autor desgrana su insólita experiencia vivida durante aquellos años como espía del servicio secreto israelí mientras escoltaba a su padre en sus reuniones como jefe de Hamas por el martirizado territorio palestino. El relato se centra en la relación con su padre pero sobre todo en la compleja y algo ambigua relación con su superior hebreo en una fascinante historia de terror, traición, decisiones imposibles y una amistad que le enfrentaría a todos sus límites.

Nacido en Ramala en 1978, Mossab había crecido como se esperaría de él en la Palestina ocupada de la Primera Intifada, mascando la frustración y la rabia contra el represor ocupante israelí y fue detenido por primera vez con apenas diez años por arrojar piedras contra colonos. Sin embargo, según sus propias palabras, fue a finales de su adolescencia cuando empezó a dudar de su fe musulmana lo que sumado a los brutales métodos operativos de Hamas, hicieron tambalear su idea del mundo en el que había crecido. Cuando en 1996 fue otra vez capturado por las fuerzas israelíes, pasó un tiempo en prisión en el que el agente de Inteligencia israelí Gonen Ben-Itzhak logró desarrollar con él un fuerte vínculo para contactarlo para la causa judía. 

Tras desarrollar en él un obvio Síndrome de Estocolmo, probablemente una pulsión homosexual y después una inquebrantable amistad, logró reclutarlo como informante con el nombre en clave de 'Príncipe verde' (verde es el color de Hamas) durante toda una década, de 1997 a 2007. Aleccionado sobre cómo debía actuar e infiltrarse en el movimiento palestino, comenzó para Moseb un largo derrotero de mas de diez años suministrando información secreta acerca de los movimientos de la milicia palestina. Mosab se autojustifica diciendo que sus delaciones impidieron numerosos atentados en Israel pero también salvar la vida de varios líderes palestinos que gracias a él fueron capturados en lugar de ser asesinados y que eso servía indirectamente a la causa palestina. Según el propio Gonen Ben-Itzhak, muchas personas le debían la vida sin saberlo.

A medida que el tiempo va transcurriendo, se produjo para Mosab una pérdida de identidad donde sentía que estaba desempeñándose en dos mundos diferentes: por un lado, el verdadero actuando como el informante que es, por el otro haciendo creer que estaba combatiendo a los israelíes hasta llegar a ser encarcelado como si se tratara de un palestino enemigo; esa dualidad de comportamiento y las tensiones psicológicas subyacentes van revelando una conducta sumamente compleja y contradictoria.

Pero su deriva personal aún le acabó llevando a abrazar el cristianismo entre 1999 y 2000, ser bautizado en 2005 y huir a Estados Unidos en 2007 para vivir en San Diego. En agosto de 2008 publicó su cristianismo y su renuncia a Hamas aunque más tarde también expresaría sus dudas respecto a todas las religiones. En Marzo de 2010 publicaría su autobiografía 'Son of Hamas' y de ella este documental. Se trata de una historia humana fascinante stranger than fiction que nos recuerda al estupendo libro de Graham Greene 'El factor humano', que muestra la complejidad de las relaciones humanas dentro de un contexto de guerra, de manipulaciones y dependencias emocionales, de odio, de amistad y traición. 

No es pues solo un film sobre la realidad política del conflicto palestino, ni deberíamos mirarlo política sino antropológicamente, como una historia humana, terrible y hermosa al mismo tiempo, que podría suceder en cualquier territorio en guerra. Es evidentemente la historia de un fraude continuado toda una década, de un felón que traicionó la confianza de su padre, de toda su familia y de la causa palestina, pero también es la historia de un individuo con toda su complejidad emocional y contradicciones, un ser humano que bajo una brutal presión un día tomó una decisión que rompería con su pasadocambiaría su destino. 

17 de julio de 2015

Vocabulario Fundamental. Infancia (29) Infancia en guerra 6 'Nacido en Gaza', de Hernán Zin


"He trabajado en muchos de los conflictos del último siglo: Somalia, Sudán, Congo... Pero como Gaza no hay ningún otro. Se trata de una ocupación de tintes coloniales que en pleno siglo XXI es impensable. Es una guerra de ocupación ilegal. Israel nunca ha respetado la hoja de ruta de la legalidad internacional" (...) "Israel es una entidad supraterrenal y todopoderosa que los castiga, los condena y los bombardea. La relación palestino-israelí se ha roto, ahora están los muros. Israel quiere que los palestinos desaparezcan de Palestina" (...) "Estaba rodando en México cuando mis amigos en Gaza me contaron lo que estaba sucediendo. Cuando supe lo de los niños que mataron en la playa, me dije: 'Tengo que estar allí'". Hernán Zin

Así contaba Hernán Ziz el momento en el que, hace un año, supo que tendría que ir a Gaza e implicarse personalmente ante lo que era un flagrante crimen contra la Humanidad, uno más dentro del enorme matadero que la ofensiva israelí 'Protective Edge' (Margen Protector) había creado en la martirizada Franja. Pero no uno cualquiera pues no se había producido en ningún edificio en el que se suponen vivían familiares o desde el que Hamás hubiera lanzado -o no- sus cohetes, sino que se produjo en la playa de Gaza, a la vista de todo el mundo, mientras los niños jugaban al fútbol. Los niños se divertían con el balón al atardecer en la playa, cerca de donde se aloja la prensa internacional, cuando oyeron un primer disparo y echaron a correr. Un segundo proyectil, al parecer procedente de uno de los barcos que desde hace años asedian la franja, impactó sobre ellos cuando trataban de huir, explicaron los testigos. 

Podía haber sido cualquier otro bombardeo en los que se volaban barrios enteros o se atacaban las ambulancias y los mercados y las decenas de víctimas se iban convirtiendo en centenares y luego en miles, pero fue ese acto cruel y despiadado de parte de quienes aún se definen como el Ejército más piadoso del mundo, el momento de convencimiento de que esa guerra, esa lucha tan desproporcionada, repetida y despiadada, tenía que filmarla. 

Y con su talento como documentalista y su determinación como ser humano empático y comprometido ante la injusta realidad que contempla, poder crear un trabajo periodístico audiovisual de primer nivel para denunciarlo. Para ello intenta reconstruir el día a día en la guerra de diez niños gazatíes entre los cráteres y las ruinas de lo que un año antes fueron su ciudad y sus casas, buscando algún recuerdo que aún estuviera temblando en un rincón, tras una pared medio derrumbada

De hecho, un año después, puede verificarse que el número de las decenas de miles de casas reconstruídas en la Franja de Gaza es... cero, debido a las múltiples trabas que para elementos de construcción o reparación pone el gobierno hebreo, impidiendo totalmente la entrada de hormigón y otras materias primas vitales para poder recuperar algo de lo destruido. Por cierto, también un año después, la Justicia israelí ha decidido archivar sin acusaciones la investigación penal por el ataque contra los niños en la playa alegando que fueron confundidos con milicianos... 

Producido por Jon Sistiaga y la cantante Bebe y rodado tres meses después de la ofensiva Margen Protector, 'Nacido en Gaza' es un retrato íntimo, profundo, sobre cómo la violencia y cómo ésta transformó para siempre sus mentes infantiles y sus vidas, cómo les fue arrancada la vida de familiares a los que han visto morir despedazados por las explosiones. Y esta desesperación les convertirá probablemente en adultos mentalmente enfermos con numerosos trastornos de estrés post-traumático, pero también en personas con mucho miedo, mucho odio y mucho deseo de venganza.

11 de junio de 2015

Ciclo de cine de animación (30) 'The heart of Amos Klein', de Michelle y Uri Kranot

'The heart of Amos Klein' (El corazón de Amos Oz) es un excelente corto de animación del año 2008 de los directores, guionistas y animadores Michal Kranot y Uri Kranot, daneses de ascendecia israelí. 
 
Durante una operación de transplante de corazón, mientras se debate entre la vida y la muerte, el condecorado ex-soldado israelí Amos Klein rememora momentos importantes en el transcurso de su vida, que se corresponden con momentos clave en la historia de su país. 

Además de dotarle de un contexto histórico y cultural, los distintos lenguajes visuales utilizados en el film proporcionan una estilizada mirada emocional al decadente alma del ex-soldado según los distintos acontecimientos de su vida la fueron dando forma, envileciéndole como persona. 
 
El viaje retrospectivo por su vida es una reflexión sobre la corrupción moral, el militarismo y el adoctrinamiento, así como una alegoría sobre la pérdida de la inocencia y la compasión. 

18 de marzo de 2015

Vocabulario Fundamental. Miedo (6) Netanyahu y el miedo, reyes en Israel

Tras la victoria por cuarta vez del Likud de Benjamin Netanyahu este se apoyará en la extrema derecha nacionalista y los ultraortodoxos para seguir gobernando, por cuarta vez, los designios del país hebreo. De un Netanyahu que se ha presentado como la única alternativa al caos geopolítico regional envalentonado por estos resultados no se espera nada bueno, sino probablemente que añada más tensiones con Irán y más calamidades, sufrimiento y robo de tierras para los palestinos, más conflictos en una zona sobrada de ellos. Más miedo en un país que ha hecho del temor la piedra angular de su psique nacional. Lluís Bassets nos habla de ello. 


El miedo es rey en Israel

Lluís Bassets 18 marzo 2015

No es invento o ficción. Este es un Estado en guerra desde su creación. Hay pocos países que se sientan permanentemente amenazados. Desde fuera, por un entorno hostil que ni siquiera le reconoce, y desde dentro, por las reivindicaciones perfectamente justificadas y fundamentadas en el derecho internacional de la población palestina expulsada y desposeída. Estas amenazas suelen tintarse con las sombras oscuras que todavía remiten a las nubes de cenizas escupidas por los crematorios nazis. No caben relativismos con ellas, son existenciales. Es una experiencia muy propia, que se observa con escepticismo e incluso incredulidad desde fuera, pero dentro se transmite de generación en generación desde los tiempos del exterminio.



Israel es una pesadilla para sus enemigos y un milagro para sus ciudadanos y sus amigos. Surgió del antifascismo de la posguerra mundial, se asentó en la Guerra Fría, cruzó por el interregno unipolar con los acuerdos de Oslo como precio y entra de lleno ahora en la descomposición del orden geopolítico mundial, sin el más mínimo avance en la creación del Estado palestino con el que debía convivir en paz y seguridad, ni tampoco la recompensa del reconocimiento por parte de los países árabes vecinos.



El miedo guarda la viña. Y llega a convertir a quien lo sufre en indestructible. Si en las primeras guerras pudieron existir dudas sobre el desenlace, en las últimas la única duda es sobre los daños políticos y morales, victorias militares que se leen como derrotas estratégicas. Su superioridad militar es apabullante y sobradamente demostrada. Pobre de quien se cruce en su camino. El miedo en el actual caos geopolítico es casi un fruto espontáneo. Hamas en Gaza. Hezbolá en Líbano. Al Qaeda en el Sinaí. El Estado Islámico y el Frente al Nusra en Siria. Y naturalmente, los ayatolás en Teherán con el propósito de convertir Irán en un país nuclearmente moderno, en el umbral de obtener el arma atómica si en algún momento conviniera.



Razones para el miedo no faltan en el orden dislocado que surgió de Oriente Próximo tras la primavera árabe, cuya promesa democrática se trocó en el retorno de la dictadura militar o alternativamente el caos terrorista del califato. Nada más evidente y sensato que la inmovilidad. A ello se ha dedicado Benjamín Netanyahu durante sus nueve años como primer ministro. Moverse solo para comprar tiempo y seguir robando territorio a los palestinos, sin ceder nunca en nada. Atizar el miedo sin descanso, hasta el mismo día de las elecciones.


Contra el acuerdo nuclear con Irán. Contra el Estado palestino y la congelación de las colonias, para evitar que el Estado Islámico se asiente en casa. Contra el voto de los árabes israelíes incluso. Contra el Gobierno de concentración nacional con quienes quieren sentarse de nuevo a negociar con los palestinos. Así es como ha ganado a todos, a sus propios socios de Gobierno más extremistas, a los que ha robado votos y escaños, y al sionismo de izquierdas que quería arrebatarle la corona.

El miedo ha ganado las elecciones. En Israel el miedo es rey y quien ocupa su trono se llama Netanyahu.

6 de marzo de 2015

Vocabulario Fundamental. Puta guerra (26) 'Lebanon', la guerra desde el tanque

Ahora que anda Brad Pitt haciendo de su Sherman un nuevo El Álamo en la lamentable parte final de 'Fury' recordamos la película israelí 'Lebanon', dirigida en 2009 por Samuel Maoz y ganadora del Festival de Venecia del mismo año. Ambientada durante la primera invasión israelí de Líbano en 1982 esta claustrofóbica cinta nos muestra 24 horas dentro de un tanque del ejército hebreo en aquel conflicto.

Tiene un inicio espectacular: unos soldados del ejército israelí encerrados en un tanque a plena luz del sol, en pleno campo de batalla y a la vez en plena naturaleza comienzan a vivir un estremecedor día de guerra. Su ritmo, ansioso e intranquilizador, se une a unos personajes perturbados que poco pueden hacer más que seguir una serie de erráticas directrices impuestas de una forma u otra. 

Si bien podría haber sido más redonda en su desarrollo, poco hay que reprocharle a esta valiente película, que, pese a su alto componente dramático, no esconde su etiqueta bélica en ningún instante. Nos hace asomarnos al infierno a través de la angustiada mira de un cañón, a una lucha guerrera y psicológica de infarto, para hacernos ver algo más (o menos) aberrante de lo que ya nos tienen acostumbrados los videojuegos y telediarios. En el reducido espacio en el que se mueve no caben la exaltación del sacrificio por unos valores o una religión, en este escenario de caos, desesperanza y ruina moral todos pierden. 



Encierro de la mirada

FilmAffinity 20 de agosto de 2010

La primera imagen de Lebanon muestra un campo de girasoles mustios: incapaces de levantar su mirada hacia un sol que todavía no llega a imponerles su fuerza. Inmediatamente después la cámara se va hacia el interior de un carro de combate israelí y se queda encerrada allí, adentro del tanque, junto a los cuatro soldados (más algún otro hombre que circunstancialmente entra al rinoceronte, clave utilizada para denominar a ese tanque en las comunicaciones militares). Así durante todo el tiempo que dura la película del director israelí Samuel Maoz. Por más de noventa minutos quien mira acompaña el encierro de un día de esos hombres durante la invasión al Líbano de 1982. Hay tres ojos diferentes que se entrecruzan las miradas: los ojos del tanque, cuyos visores sirven para ajustar la puntería de sus balas y sus cañones y también para atrapar el horror de afuera y meterlo adentro; los ojos de la cámara, en el interior del tanque, en sus rincones, enfocando los rostros, las botas, el lubricante derramado, ojos que no sólo se utilizan para mirar: la cámara capta también los aromas de ese interior abarrotado: olor a diesel, a sudor humano, a sangre, a miedo; y nuestros propios ojos frente a la pantalla, ojos que no son precisamente los que mejor y más pueden mirar, pero son los únicos que de verdad pueden ver lo que los otros miran. 

He leído que Lebanon es una película antibelicista. No me atrevería a afirmarlo, diría sí, que es angustiante. He leído después que la película tiene demasiados golpes bajos, que su director Maoz estuvo dentro de uno de esos carros de combate cuando tenía veinte años, durante la invasión israelí, que los miedos de los soldados en el interior del tanque expresan los antiguos temores del director. Habrá que aceptar que los soldados israelíes, además de una reiterada costumbre de sacarse fotos con sus prisioneros árabes como souvenir de guerra, también suelen tener miedo. Una hora y media o un día completo adentro de uno de esos tanques, con los cuerpos encogidos, meando en latas, viviéndose como una excrecencia del exterior, achica las esperanzas de cualquiera. De nada sirve el último cuadro: el tanque, capturado por primera vez desde afuera, detenido en medio del mismo campo de girasoles mustios del inicio de la película. El rinoceronte rodeado del amanecer. No hay redención. En la lógica de las invasiones y de las guerras el amanecer no existe.

7 de agosto de 2014

Estupor y Temblores (34) Gaza, la infamia continúa / 'Omar' de Hany Abu-Assad


"¿Huir? ¿a dónde? Egipto tiene la frontera cerrada. Dice que deja pasar a quienes tienen pasaporte extranjero. Conozco gente que lleva tres días y nadie les ha dejado salir. Si nado por el mar me disparan, me vigilan desde el cielo y en tierra hay verjas. No hay manera de escapar. Estamos en una gran cárcel bajo castigo colectivo. Los sirios pueden salir a Jordania, nosotros ni eso"

"Estábamos aquí en la playa, pasando la tarde, como hacemos otras veces. Los chicos estaban corriendo y jugando en la orilla cuando el misil cayó. ¿Qué objetivo estratégico hay aquí? Los israelíes dicen que atacan a Hamás. ¿Dónde está Hamás aquí? Solo han matado civiles, nada más que civiles?"

“Vi a mi tío salir corriendo de la casa llevando a mi madre muerta en sus brazos. Yo gritaba pidiendo verla [...] y luego fui al hospital para ver si alguno había sobrevivido […] encontré a mi hermano Tareq aún con vida, pero murió más tarde. Me dio un ataque de ansiedad y me inyectaron un tranquilizante”

“Hamás no nos deja vivir como queremos, luego viene Israel y nos mata”




Primera parte - Operación 'Margen Protector'

Cumplido ya más de un mes desde el inicio de la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza que comenzó el 8 de julio, ambas partes han llegado a un segundo acuerdo de tregua que dé una oportunidad a una nueva ronda de las negociaciones que se mantienen en Egipto. Durante 72 horas no se lanzarán cohetes contra Israel ni el Ejército bombardeará la Franja. Ya el viernes pasado expiró un alto el fuego similar y aunque el Gobierno de Benjamín Netanyahu estaba dispuesto a prorrogarlo Hamas se opuso. Quería lograr alguna concesión antes de comprometerse con una nueva tregua. Ahora, presionado por la comunidad internacional y debilitado militarmente -según pasan los días, más arsenal gasta de los 3.000 cohetes que dice Israel que le restan-, ha accedido a otro cese de hostilidades.

En el espacio entre ambas treguas los ataques aéreos israelíes han causado al menos diez muertos y más de 40 heridos más que añadir a la larga lista de víctimas. Fue al comienzo de la primer alto el fuego de la semana pasada cuando las últimas tropas israelíes abandonaron sus posiciones en el sur de la Franja, tomando la fuerza aérea israelí el relevo en las operaciones contra los supuestos militantes de Hamas, en una nueva fase de la Operación Margen Protector. Hasta ahora, militarmente hablando, Israel ha sabido sobreponerse a la muerte de 64 de sus soldados (y tres civiles) por parte de la feroz resistencia de las milicias palestinas, acabando con aproximadamente quinientos de sus combatientes (aunque casi ninguno de sus dirigentes), dejando atrás 33 túneles destruidos y con la capacidad ofensiva de sus misiles Qassam muy cuestionada, pues de los 3.356 cohetes lanzados por los milicianos palestinos, 578 (los que amenazaban más claramente zonas habitadas) fueron interceptados por su sistema de defensa antiaérea Iron Dome -proporcionado por Estados Unidos- y los demás causaron solo 3 muertos y escasos daños materiales. 


Antecedentes

El primer hecho que provocó la devastadora operación de castigo sobre la Franja de Gaza fue la oficialización el 2 de junio del acuerdo de gobierno y reconciliación que, después de años de disputas, habían alcanzado Al Fatah, la facción que lidera Mahmud Abás, y Hamás, lo que conducía a la formación de un gobierno de unidad, lo que desató la ira de Israel. Poco después, el 12 de junio, se produjo un hecho luctuoso que daría al gobierno de Netanyahu la oportunidad de castigar el acuerdo palestino, el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes de un asentamiento de Cisjordania, del cual responsabilizó a Hamas (aunque esta organización siempre lo negara). Parece que nadie en Israel se acordaba ya de cuando el 21 de mayo el ejército israelí asesinaba a sangre fría a dos adolescentes palestinos que habían intervenido en una protesta en Beitunia, Cisjordania, hecho denunciado por la organización por los derechos humanos Defence for Children International (DCI) y que fue ninguneado por las autoridades israelíes.



La reacción israelí al secuestro de los estudiantes hebreos fue la de realizar registros indiscriminados en la zona donde se había producido el secuestro y detener a más de 400 palestinos, muchos de ellos dirigentes de Hamás. Estas acciones derivaron en cinco palestinos muertos y múltiples heridos a manos del ejército israelí. A medida que las tensiones se incrementaban, el secuestro, tortura y asesinato -tras ser quemado vivo- el 2 de julio del adolescente palestino Mohammed Abu Khdeir por parte de colonos judíos complicó aún más la situación, generando disturbios, protestas de israelíes y palestinos y un aumento de los lanzamientos de cohetes desde Gaza a Israel. Estos hechos desatarían definitivamente las hostilidades. Posteriormente, con la operación de castigo ya desatada, la policía israelí confirmaría que fueron militantes islamistas, pero ajenos a Hamas, quienes secuestraron y asesinaron a los jóvenes israelíes. Por cierto que el día que los sospechosos fueron arrestados, la familia de una de las víctimas israelíes, los Fraenkels y la familia de Abu Khdeir hablaron por teléfono y consolaron mutuamente. Los Fraenkels dijeron que entienden la magnitud de la pérdida y que se oponen a cualquier acto de violencia, ya sea por judíos o árabes. Auténtica dignidad humana de la que han carecido muchos de sus compatriotas.

Consecuencias

Tras más de un mes de ataques, las fuerzas armadas israelíes (Tzahal en hebreo o Israel Defense Forces en inglés) han llevado la muerte y la devastación a la ya martirizada franja de Gaza de forma más cruenta que en anteriores operaciones militares. Tras estas semanas de ataques indiscriminados hemos perdido la cuenta de las salvajadas realizadas por el Tzahal. Por tierra, mar y aire el ejército hebreo ha bombardeado centros para discapacitados, hospitales, mercados atestados de gente en plena tregua, centros de prensa, escuelas de la ONU, granjas de animales, la única central eléctrica de Gaza, mezquitas, miles de casas de civiles y otras muchas de las precarias infraestructuras que a duras penas sostenían la vida en Gaza. Cada casa, cada persona, cada animal viviente en Gaza han sido convertidos en objetivos, nada ha escapado a su cólera destructora.


Las más de 10.000 viviendas destruidas o inhabitables en toda la Franja (un 70% más que en la operación militar de 2009) h
arán mucho más difícil la ya precaria existencia de los gazatíes, tres cuartas partes de los cuales ya dependían de la ayuda internacional antes de esta ofensiva. Hasta la fecha, 1.867 palestinos han muerto en la Operación Margen Protector, según la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA). De ellos, 1.322 son civiles, incluidos 427 niños y 214 mujeres. De los menores muertos, el 70% tenía menos de 12 años, según Unicef. De los 1,8 millones de habitantes de Gaza, 520.000 están desplazados debido al conflicto, según la OCHA. La OCHA cifra en 65.000 los palestinos cuyas casas están destruidas o dañadas debido a la ofensiva israelí.

Al comienzo de la campaña, antes de bombardear una escuela u hospital en la Franja de Gaza, en ocasiones, el Ejército de Israel emitía una 'advertencia' al provocar una pequeña explosión en el techo de un edificio que pronto sería bombardeado, una muestra de matonismo que apenas servía más que para convertir esos escasos segundos en una experiencia escalofriante. Eso hizo antes de destruir un centro de discapacitados en Gaza. El siguiente video muestra los 57 segundos de terror anteriores a su destrucción total:





Pero según la resistencia de Hamas iba haciéndose más férrea y los ataques por tierra, mar y aire no conseguían los objetivos buscados por el alto mando directamente destruían barrios enteros. De esta forma un ataque con fuego de artillería del Ejército de Israel en un barrio de Gaza se saldó el sábado 26 de julio con la muerte de 72 personas, cientos de heridos y la destrucción total de decenas de edificios. Las imágenes recogen las diferentes explosiones en intervalos de unos cinco minutos que una tras otra van destruyendo el barrio hasta convertirlo en escombros por completo:



Los niños de Gaza

Caso aparte han sido las desoladoras cifras de niños muertos por los ataques israelíes. Según leemos en ElDiario.es: "Más de 400 niños han muerto y más de 2.500 han resultado heridos por los bombardeos del Ejército israelí según la Unicef, que calcula además que unos 370.000 menores necesitan urgentemente ayuda psicológica. La ofensiva ha tenido un impacto catastrófico y trágico en los niños. Si tenemos en cuenta lo que estas cifras representan para la población de Gaza, es como si hubieran muerto 200.000 niños en Estados Unidos", según Pernille Ironside, jefe de la Oficina de Unicef en Gaza.

Ironside recordó además que no hay electricidad y que no funcionan los sistemas de agua potable ni de saneamiento, por lo que el peligro de aparición de enfermedades transmisibles y de diarrea -que puede ser mortal para los menores de cinco años- es inminente. "La destrucción es total. Han usado armamento horrible que provoca terribles amputaciones. Y esto ha pasado frente a los ojos de los niños, que han visto morir a sus amigos, a sus padres", señalaba la funcionaria internacional.

"Hay que tener en cuenta el tamaño de la franja de Gaza, son 45 kilómetros de largo por entre 6 y 14 de ancho...no hay una sola familia que no haya sido directamente afectada por alguna pérdida", dijo. Es por ello, que Unicef calcula que unos 370.000 niños necesitarán ayuda psicológica para poder intentar sobreponerse de alguna manera al trauma vivido. "Tengamos en cuenta que un niño o una niña que tiene siete años ha pasado ya por tres ofensivas, la de 2008-2009, la de 2012 y la de ahora. Imagínense el impacto que ello puede tener tanto en los más pequeños como en los que ya entienden lo que eso significa", afirmó.


Ironside se refirió al hecho de que 142 escuelas en Gaza, incluyendo 89 de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), han sido dañadas por los bombardeos israelíes, y no olvidó los ataques directos a tres colegios de la ONURecordemos que antes de este ataque el 80% de los niños de Gaza asistían sólo 4 horas a la escuela porque los centros tienen que hacer dos turnos, dado que no hay más colegios disponibles". Debemos establecer un nuevo sistema para poder reconstruir todo lo destruido. Por eso un alto el fuego no es necesario, hay que acabar con el bloqueo al que Israel somete a Gaza", urgió." Y no podemos construir más, porque no hay tierra disponible pero sobre todo porque no tenemos material de construcción por la restricción a la que la franja es sometida por las autoridades israelíes", explicó la funcionaria de Unicef, quien lamentó que esa política haga que los trabajadores humanitarios pierdan horas en negociaciones burocráticas en vez de hacer su trabajo de asistencia. Cuestionada sobre qué le puede pasar a un menor de Gaza a partir de ahora, dijo que el futuro de cualquier niño en la franja "es desalentador". "Nadie debería sorprenderse de que algunos niños palestinos quieran tomar una vía más extrema. Es nuestra responsabilidad evitar que esto pase", concluyó."


Los despiadados ataques de las IDF han causado escenas de una crudeza insoportable que han afectado en gran medida a los más pequeños de los palestinos. Desde los cuatro niños asesinados en una playa de Gaza por disparos de la armada israelí en las primeras fases de la ofensiva, hecho que por sí solo es un crimen de guerra, hasta las innumerables escenas de horror protagonizadas por pequeños destrozados llegando a los colapsados hospitales gazatíes. Un ejemplo sencillamente devastador es este padre en total estado de shock gritando de dolor ante el cadáver de su hijo "despierta, despierta, papá te ha traído un juguete..." 



Los túneles de Hamas

Eso sí, Hamas y su brazo armado, las Brigadas Azedim al Qassam (además de otras milicias como la Yihad Islámica) han demostrado que llevaban mucho tiempo preparándose para este conflicto, sobre todo para una potencial invasión terrestre del Tzahal. A pesar de que sus misiles apenas han causado daños en territorio israelí (más allá de tres civiles) gracias al sistema antiaéreo Iron Dome, sus milicianos han dejado de ser la voluntariosa fuerza de aficionados que eran para convertirse en un ejército cualificado con una eficiente cadena de mando, que ha combatido con determinación y fiereza, haciendo pagar a las tropas de élite del Tzahal muy cara su incursión por tierra y la destrucción causada, sobre todo en relación a anteriores invasiones, cuando les causaron poco más de una decena de muertos. Para ello han convertido las ruinas de la ciudad gazatí en un laberinto de trampas y francotiradores que han causado numerosas bajas al ejército hebreo. Y sobre todo han sabido utilizar los túneles que atraviesan Gaza, un arma tan primitiva como efectiva para los insurgentes palestinos y desmoralizadora para los soldados israelíes. 

Los pasajes subterráneos que llegaban a Egipto han sido usados para burlar el bloqueo de Gaza que Egipto e Israel reforzaron tras la llegada de Hamas al poder en el 2007 y han sido un recurso vital para la economía de la zona, siendo usados para transportar mercaderías, combustible e incluso ganado y automóviles. También armas y dinero en efectivo de aliados en el exterior, sobre todo de Irán. Parece que algunos eran lo bastante anchos como para que cupieran dos o tres personas y lo suficientemente altos como para que se pudiera caminar o correr por ellos. Muchos estaban conectados en red, de manera que si se destruía una salida era posible seguir utilizando el túnel por otras salidas. Dentro había almacenes de cohetes y reservas de comida, especialmente dátiles secos, que son nutritivos y se conservan durante mucho tiempo.


Estos pasadizos subterráneos impedían que la tecnología punta que posee Israel fuera incapaz de detectar y seguir los movimientos de los milicianos. Los aviones y los drones mantienen un control riguroso sobre la superficie, pero no saben lo que sucede a diez o treinta metros de profundidad por lo que han tenido que ser las tropas terrestres quienes hayan tenido que entrar en Gaza para destruirlos. Esta red de túneles recuerda poderosamente aquellos túneles de Cu Chi que atormentaron a los soldados norteamericanos hace cuarenta años en la guerra de Vietnam. 

Precisamente uno de esos túneles fue usado para una de las incursiones más audaces de Hamas, cuando un comando palestino logró infiltrarse por un túnel dentro del propio territorio israelí hasta una torre de vigilancia y, cogiendo por sorpresa a quienes la custodiaban, lograron matar a cinco soldados israelíes sufriendo una sola baja; cómo pudieron hacerlo y regresar vivos es algo que todo Israel se ha estado preguntando.

Como era de esperar este golpe de mano fue publicado por Hamas TV convirtiéndose en un gran éxito propagandístico. Tras la retirada el gobierno Netanyahu ha declarado que se han destruido 33 de esos túneles aunque la amenaza de que los palestinos puedan hacer otros es una amenaza real y psicológicamente desestabilizadora para la sociedad israelí.  

Y mientras, en Israel...

Porque mientras todo esto ha pasado en la martirizada Gaza, ¿qué ocurría a apenas unos kilómetros, en el país agresor y opresor que la bloquea de forma inhumana desde hace siete años, en el democrático y civilizado Israel? Entre el poder creciente de la derecha y los ultraortodoxos, la obsesión con los túneles gazatíes y el aumento del alcance de los cohetes de Hamas a casi todo el país hebreo, parece que el apoyo a la ofensiva ha sido de cerca del 80% de la población. Aunque el efecto de esos cohetes haya sido muy limitado, las continuas alarmas aéreas interfirieron en el desarrollo del verano israelí, desquiciando a sus habitantes y llegando incluso a provocar el cierre por un día del aeropuerto de Tel-Aviv. Incluso cuando, tras el comienzo de la invasión terrestre, empezaron a llegar ataúdes con los cadáveres de decenas de soldados, Netanyahu apeló a que ese gran sacrificio era necesario para la seguridad del país y los israelíes cerraron filas apoyando a su ejército.

Durante la ofensiva muchos israelíes han hecho costumbre de subir a las colinas desde las que se divisa Gaza para pasar la tarde y celebrar cada explosión e incendio provocado por los ataques de su ejército. En territorio israelí se han sucedido las manifestaciones de apoyo y celebración de cada ataque, los cánticos de derechistas israelíes (¡Mañana no hay escuela, no quedan niños en Gaza!), los descerebrados tweets de adolescentes hebreos o el directamente psicópata tweet de un francotirador del ejército en el que presumía de haber matado 13 niños en un solo día, muestras varias del racismo y el odio de buena parte de la sociedad israelí hacia los palestinos. Hace unos días el escritor israelí Nir Baram escribía sobre cómo una gran parte de la sociedad israelí está convencida de su 'superioridad moral' sobre los palestinos, aferrándose a la justificación de que si las IDF matan niños y civiles es siempre 'por algún motivo razonable'. 

Entre lo puto peor de ellos están los colonos que ocupan estratégicas zonas de Cisjordania. En Hebron residen 175.000 palestinos pero son los más de 850 colonos judíos (protegidos por 650 soldadosque allí se han establecido los que controlan las posiciones estratégicas, las mejores tierras y los recursos hídricos, oponiéndose frontalmente a cualquier concesión a sus vecinos palestinos, a los que desprecian, intimidan y humillan continuamente. La tensa atmósfera entre ambas partes no es nueva. Su patética convicción de su ser 'los elegidos de Yahvé' ya la recogimos en otro post de nuestro blog. La fotógrafa del New York Times Rina Castelnuovo captó el momento sobrecogedor que denominó "El vino como insulto" que obtuvo el Tercer Premio Wortld Press Photo 2010. En Jotdown, donde la hemos encontrado, Pepo Jiménez dice de ella, "No es un vaso de vino. Es un insulto con forma de hoz sangrienta, una guadaña fabricada con la eterna inquina de dos pueblos condenados al odio perpetuo."

"Las calles estaban casi vacías. Me detuve a fotografiar a algunos colonos durante la fiesta judía de Purim. Estaban compartiendo una botella de vino y brindando por el día de fiesta, nada fuera de lo común. Me di cuenta de que una mujer palestina cruzaba por las tiendas cerradas del otro lado. Un grupo de colonos caminaban por medio de la calle en la dirección opuesta cuando uno de ellos dio un paso hacia ella. Yo instintivamente levanté la cámara. Ella no gritó ni se detuvo, corrió hasta desaparecer tras la esquina. Me quedé enojada y entristecida, como si el vino me golpease a mí." (Rina Castelnuovo, fotógrafa del New York Times)

Y si tienen diez minutos más observen en este video en el que puede verse la calaña moral de los colonos en Cisjordania:



Por todo ello cabe preguntarse, ¿queda aún vida inteligente y decente en Israel que denuncie los abusos contra los palestinos? Pues sí, aunque la belicosidad y el racismo parezcan ocupar todos los resortes de la sociedad israelí, ésta hace gala de su diversidad e intelectuales como Amos Oz, Etgar Keret o Shlomo Ben-Ami, entre otros, periódicos como el Haaretz y organizaciones pacifistas, pequeñas aunque muy activas, calificadas por el Likud y demás derechistas como radicales de izquierda, que se manifiestan contra la guerra, proponen que Israel no sea un Estado teocrático basado en la religión y la raza (un verdadero anatema que afecta a la esencia del pensamiento sionista), propugnan la solución de dos estados en las fronteras de 1967, condenan el bloqueo a Gaza, la ocupación de grandes zonas de Cisjordania y el apartheid al que desde hace décadas somete su país a los palestinos. Es de resaltar que el asesinato del adolescente palestino Mohamed Abú Judeir fue condenado por las familias de los tres jóvenes israelíes asesinados que sirvieron de antecedente del comienzo de la operación Margen Protector.

También existen organizaciones de ex-soldados como Breaking The Silence (a quienes tuvimos oportunidad de escuchar en Madrid hace unos años), quienes desde hace años denuncian los abusos de los colonos y el ejército israelíes, ante el desprecio de muchos de sus compatriotas. Es en la valiente oposición de estos sectores de la sociedad hebrea en quien depositamos nuestras últimas esperanzas de que Israel recupere la cordura ajgún día y avance hacia una paz definitiva y una coexistencia pacífica entre dos estados, uno israelí y otro palestino, cosas ambas que cada vez parece más lejanas. Una de estas organizaciones, Jewish Voice For Peace ha publicado este didáctico video de poco más de seis minutos que explica el conflicto histórico entre ambos pueblos:




ahora qué...?


En medio de la tregua y a la espera del alto el fuego definitivo la vida, que siempre se abre paso, ha vuelto a las zonas de Gaza menos afectadas de la Franja y sus atribulados habitantes salen para rebuscar entre los escombros de lo que un día fueron sus casas si algo se ha salvado. Turquía ha decido acoger heridos palestinos en sus hospitales para aliviar a los sobrepasados hospitales de la Franja y una flotilla turca de ayuda humanitaria como aquella que fue ametralladada en junio de 2010 anuncia su próxima partida... Ahora queda ver el alcance de las conversaciones que se llevan a cabo en Egipto.

Israel pide el desarme completo de las milicias palestinas pero éstas han dicho que no lo harán hasta que se levante el infame bloqueo que desde hace siete años condena a los habitantes de la Franja a una existencia miserable. Sobre ello, la auténtica infamia que condena a Gaza haya o no haya operaciones de castigo, alguien poco sospechoso de izquierdista como Mario Vargas Llosa escribía en un artículo en El País:

(...) Nadie puede negarle a Israel el derecho de defensa contra una organización terrorista que amenaza su existencia, pero sí cabe preguntarse si una carnicería semejante contra una población civil, y la voladura de escuelas, hospitales, mezquitas, locales donde la ONU acogía refugiados, es tolerable dentro de límites civilizados. Semejante matanza y destrucción indiscriminada, además, se abate contra la población de un rectángulo de 360 kilómetros cuadrados al que Israel desde que le impuso, en 2006, un bloqueo por mar, aire y tierra, tiene ya sometido a una lenta asfixia, impidiéndole importar y exportar, pescar, recibir ayuda y, en resumidas cuentas, privándola cada día de las más elementales condiciones de supervivencia. No hablo de oídas; he estado dos veces en Gaza y he visto con mis propios ojos el hacinamiento, la miseria indescriptible y la desesperación con que se vive dentro de esa ratonera. 


La razón de ser oficial de la invasión de Gaza era proteger a la sociedad israelí destruyendo a Hamás. ¿Se ha conseguido con la eliminación de los 32 túneles que el Tsahal capturó y deshizo? Netanyahu dice que sí pero él sabe muy bien que miente y que, por el contrario, en vez de apartar definitivamente a la sociedad civil de Gaza de la organización terrorista, esta guerra va a devolverle el apoyo de los gazatíes que Hamás estaba perdiendo a pasos agigantados por su fracaso en el gobierno de la Franja y su fanatismo demencial, lo que lo llevó a unirse a Al Fatah, su enemigo mortal, aceptando no tener un solo representante en los Gobiernos de Palestina y de Gaza e incluso admitiendo el principio del reconocimiento de Israel que le había exigido Mahmud Abbas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina. Por desgracia, el desfalleciente Hamás sale revigorizado de esta tragedia, con el rencor, el odio y la sed de venganza que la diezmada población de Gaza sentirá luego de esta lluvia de muerte y destrucción que ha padecido durante estas últimas cuatro semanas. El espectáculo de los niños despanzurrados y las madres enloquecidas de dolor escarbando las ruinas, así como el de las escuelas y las clínicas voladas en pedazos —“un ultraje moral y un acto criminal”, según el secretario general de la ONU Ban Ki-Moon— no va a reducir sino multiplicar el número de fanáticos que quieren desaparecer a Israel.

(...) Aunque gane todas las guerras, Israel es cada vez más débil, porque ha perdido toda aquella credencial de país heroico y democrático, que convirtió los desiertos en vergeles y fue capaz de asimilar en un sistema libre y multicultural a gentes venidas de todas las regiones, lenguas y costumbres, y asumido cada vez más la imagen de un Estado dominador y prepotente, colonialista, insensible a las exhortaciones y llamados de las organizaciones internacionales y confiado sólo en el apoyo automático de los Estados Unidos y en su propia potencia militar. La sociedad israelí no puede imaginar, en su ensimismamiento político, el terrible efecto que han tenido en el mundo entero las imágenes de los bombardeos contra la población civil de Gaza, la de los niños despedazados y la de las ciudades convertidas en escombros y cómo todo ello va convirtiéndolo de país víctima en país victimario."

 
Crímenes de guerra

Los palestinos también quieren que los israelíes respondan ante la Corte Internacional de La Haya por los flagrantes crímenes de guerra de su ejército, aunque la maquinaría de propaganda israelí ya se está poniendo en marcha para intentar esquivar esas acusaciones y endosar a Hamas parte de las masacres a la población civil. Sin embargo la responsabilidad de esos ataques es tan clara que los organismos de la ONU presentes en la Franja y el propio secretario general de la organización, casi siempre cautelosos en sus acusaciones contra el estado hebreo, ya han declarado en varias ocasiones la responsabilidad israelí en las mismas en hechos constitutivos de posibles crímenes de guerra y graves violaciones del derecho humanitario internacional y ya han pedido a Israel que las asuma como tales. Incluso la portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Jennifer Psaki, ha declarado que "están consternados por el vergonzoso bombardeo de la escuela para los refugiados de Palestina en Rafah, que alberga unas 3.000 personas desplazadas". La reacción de Israel fue responder que "el ataque apuntaba a islamistas en las cercanías de la escuela y que los milicianos de Gaza eran los responsables de la tragedia." Tras las declaraciones de Psaki una encuesta hecha en Israel revelaba que la mayoría de los encuestados enviaría el virus del Ébola a Obama... 

Aunque no hemos de olvidar por dónde se pasa Israel las condenas internacionales, así como su amplio historial de incumplimientos de resoluciones de la ONU, sabiendo que en última instancia siempre podrá contar con el apoyo incondicional de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, a pesar de los comentarios antes reseñados de la portavoz del Departamento de Estado o del propio John Kerry, tras una entrevista. En un artículo en InfoLibre Ramón Lobo hablaba de la insoportable doble moral de los países occidentales en sus firmes condenas de las acciones de sujetos tan execrables como Vladimir Putin en la crisis de Ucrania y la vergonzante inacción en relación a las atrocidades cometidas por el ejército israelí. Pero la misma indiferencia se ha observado en el resto del mundo árabe, más preocupado en sus respectivos caos y conflictos internos. 

Las revueltas árabes han perjudicado a Hamás al perder el apoyo del régimen sirio y de Hizbolá en mitad de una guerra fría (o no tan fría) entre suníes y chiíes y de la situación de Egipto después de la caída de los Hermanos Musulmanes, los padres ideológicos y socios de Hamás. Y sin embargo, será difícil quebrar el poder de Hamás, una consecuencia directa de la Naqba, la ocupación, el bloqueo, la pobreza, el paro desbocado, la falta de futuro, el robo de tierra y el sistema de apartheid establecido por el Estado israelí. Es evidente que Hamás es un grupo terrorista que ha cometido crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, torturas, asesinatos y secuestros (según Amnistía Internacional o Human Rights Watch) y como tal tiene que ser combatido, pero la desproporción del castigo colectivo israelí a toda la población gazatí, los miles de víctimas que deja en el camino de esta última ofensiva no conseguirán acabar con el radicalismo y el dolor, ni traer más tranquilidad y paz al pueblo de Israel, sino más bien al contrario.

En fin, lo único cierto es que el bloqueo continúa desde hace 7 años y Gaza está devastada. Gaza huele a muerte. El nivel de destrucción es abrumador y la ofensiva ha afectado gravemente a la ya de por sí precaria infraestructura de la Franja y los servicios básicos de agua potable, saneamiento de aguas residuales y electricidad, además de dañar escuelas, centros médicos, edificios públicos y miles de viviendas. Su reconstrucción se estima en más de 5.000 millones de dólares, sus casi dos millones de habitantes siguen viviendo al borde del abismo en la cárcel más grande del mundo, donde carecen de los más mínimos derechos humanos. Sigue amenazada por unos dementes fundamentalistas que creen que toda la Palestina histórica debería pertenecerles por derecho divino y gobernada por otros dementes fundamentalistas que creen lo mismo. En los próximos años el conflicto entre ambos países se seguirá prolongando y retroalimentando con insoportables niveles de odio y desesperación en millones de personas y nadie hará nada por impedirlo. Aunque Yann Tiersen intentará que al menos se les recuerde.



Segunda Parte - Omar (Hany Abu-Assad, 2013)

Y para terminar el post, les ofrecemos la magnífica película 'Omar', del realizador palestino Hany Abu-Assad que muestra cómo es la realidad de la ocupación (en este caso en Cisjordania), que llena la existencia de millones de palestinos de humillaciones diarias y desquiciantes checks-points, la que provoca que incluso personas ajenas a los dogmas religiosos y las organizaciones armadas palestinas, que sólo buscan vivir sus vidas con amor y dignidad son empujadas a tomar decisiones que les cambiarán la vida.

VER PELÍCULA ONLINE EN VK


Premios: 

Oscars 2013: Nominada a mejor película de habla no inglesa. Festival de Cannes 2013: Premo del Jurado (Sección "Un Certain Regard")
Seminci de Valladolid 2013 Sección oficial a concurso

Críticas:

"El hecho de que Abu-Assad mantenga distancia (...) hacia sus personajes y acciones va a limitar su atractivo para muchos espectadores. Pero teniendo en cuenta la calidad y actualidad de la película, debería tener buen resultado" Deborah Young: The Hollywood Reporter
"'Omar' no ofrece la promesa de una solución justa y satisfactoria, sino un fatalismo tanto más devastador debido a sus métodos realistas y a unas interpretaciones sutiles y humanas." A. O. Scott: The New York Times

"Al centrarse en un hombre normal y corriente, Abu-Assad inmediatamente hace que la claustrofóbica manera de vivir de 'Omar' inmediatamente nos resulte más cercana, matizando sus penurias finales con un miedo palpable." Eric Kohn: Indiewire

"Todos los actores tienen una gran seguridad que es vital para sus habituales primeros planos, que subrayan su humanidad en lugar de su función como ilustraciones de un conflicto muy conocido."
Jay Weissberg: Variety

"Lo que sucede cuando Omar está fuera de los muros de la prisión, (...) hace que la película resulte desgarradora y fascinante de ver." Betsy Sharkey: Los Angeles Times

"Hany Abu-Assad no es panfletario ni maniqueo. (...) Es realista y amargo. Hace creíble la interpretación de actores que no parecen profesionales. Te contagian el malestar, el desasosiego y la incertidumbre de los personajes" Carlos Boyero: Diario El País

"Es una película durísima. Se entra en ella por un sendero de frescura y seda y que va derivando en un sendero abrupto, lleno de espinas, odio y rencor (...)" José Manuel Cuéllar: Diario ABC

"Se mueve con gran pericia entre una tierna historia de amor condenado y una intriga capaz de clavarnos las uñas a la espuma de la butaca (...) " Nando Salvá: Cinemanía

"Esta sofisticada operación fílmica es una película que exprime con nobleza los recursos del cuento moral y del cine narrativo. (...) " Manuel Yáñez Murillo: Fotogramas