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10 de noviembre de 2012

S.P.Q.R. (2) Trajano, Emperador de Roma

"Soy el primero en cruzar un gran río en más de 100 años. He cruzado el Rhin, el Danubio y el Eufrates... Las únicas ablucciones dignas de un romano. Roma debe seguir creciendo o perecerá. La Urbe hecha Orbe. Ese es nuestro destino. Pero Hadriano no lo siente así..."

En nuestra segunda entrada sobre la Antigua Roma abordamos la figura del emperador Marco Ulpio Trajano, nacido en Itálica, cerca de la actual Sevilla -fue el primer emperador no nacido en la península italiana- el 18 de septiembre del año 53 d.C., hecho emperador a principios de 98d.C. y fallecido el 9 de agosto del año 117 d.C., en plena campaña contra los partos, el gran enemigo de Roma en Asia Menor. 

Con Trajano el Imperio conoce sus dos últimas campañas de conquista y anexión de gran envergadura; tras él la política se tornará defensiva hasta el final del imperio. Es por esto por lo que además se considera con frecuencia que fue el último gran conquistador de la Antigua Roma.

Es en su mandato cuando el Imperio Romano alcanza su máxima expansión, pues amplió las conquistas romanas incorporando las nuevas provincias de Dacia -la actual Rumanía, para cuya conquista y anexión definitivas necesitó dos guerras-, Arabia y Judea, penetrando en el corazón del imperio parto y llegando hasta la ciudad de Susa, al sudoeste del actual Irán, lo que marcaría el límite máximo del Imperio Romano en Oriente. Tras ello tendría que retirarse de la campaña de conquista en Asia Menor ante las revueltas judías por todo Oriente Próximo y moriría en el camino, en la ciudad de Selinus -en la actual Turquía- el 9 de agosto de 117 d.C. Su heredero, Hadriano, renunciaría a la conquista de Mesopotamia que Trajano había iniciado al considerarla indefendible, a consecuencia del excesivo esfuerzo logístico que requería mantener campamentos estables en esa zona.

Como apunta Jesús Pardo, autor del estupendo y recomendable libro "Yo, Marco Ulpio Trajano", al igual que le había ocurrido a Julio César y le ocurriría después al emperador Juliano, conocido como el Apóstata, cuando estaban a punto de realizar una acción militar decisiva contra el gran enemigo de Roma en el este, Partia, como si en la Historia de Roma hubiese algún espíritu siempre vigilante para salir al paso de quienes se propusieran acabar con el Imperio parto, como si éste fuera para Roma un elemento y un contrapeso del que no se pudiera prescindir. Queda pues para la Historia-ficción la ucronía de qué hubiera ocurrido si Partia (luego Persia, actualmente Irán) hubiera sido conquistada y romanizada, aunque desde luego eso podría haber cambiado el rumbo de la historia. 

(1) De la Bética a la Corte de los Césares

Trajano, nativo de la provincia hispana de la Bética, pertenecía a una familia cuyo oscuro origen hizo que el historiador Dión Casio lo calificara de simple ibero. El padre de Trajano sirvió lealmente en todos los frentes, desde el Oriente más lejano hasta su propia provincia de origen. En cuanto pudo se llevó consigo a su hijo, el futuro emperador, al que educó para que continuara y acrecentara la reciente gloria familiar; una gloria hecha de servicios de armas y lealtad al soberano.


Una rebelión de la Guardia Pretoriana en el año 97 casi forzó al anciano emperador Nerva,  a adoptar al popular entre los militares Marco Ulpio Trajano, entonces gobernador de Germania Superior y antiguo comandante de la Legio Setimo Gemina, como su heredero y sucesor. Tras lo que aproximadamente fueron dieciocho meses de gestión, Nerva murió de muerte natural el 27 de enero de 98. Fue quien luego sería su sucesor, Hadriano, quien le traería la noticia de la muerte de Nerva,  por lo que, con inusual tranquilidad, Trajano es elegido emperador como su sucesor. Sin embargo, el nuevo soberano del Imperio no marcha inmediatamente sino que permanece casi dos años en Germania asegurando la frontera del Rhin y fundando Colonia Ulpia Traiana, la actual ciudad de Colonia. 

No fue que marchó a Roma hasta el 99 d.C donde realizó una entrada triunfal, convertido ya en emperador y con el título de Germánico. El nuevo Emperador romano fue acogido por el pueblo de Roma con gran entusiasmo, que justificó gobernando bien y sin el derramamiento de sangre que había marcado el reinado de Domiciano. Liberó a muchas personas que habían sido encarceladas injustamente por Domiciano y devolvió buena parte de propiedad privada que Domiciano había confiscado; un proceso comenzado por Nerva antes de su muerte. Su popularidad fue tal que con el tiempo el Senado Romano le confirió a Trajano el título honorífico de Optimus.



(2) Una nueva Provincia, un nuevo Imperio


Su estancia en Roma fue corta pues el nuevo emperador se lanzó de inmediato a cabo sus sueños de conquista para asegurar las fronteras romanas. La primera oportunidad de gloria se le presentó en la frontera del Danubio, en Dacia, la actual Rumanía, cuya conquista era una vieja ambición romana (ya había sido intentada por Domiciano, siendo derrotado) y Trajano se propuso resolver este tema que Roma tenía pendiente, luchando contra Decébalo, un poderoso rey de gran talento que se había convertido en un temible adversario para Roma. Adentrándose en los bosques que surcan el Danubio, Trajano vivió tal vez los momentos más gloriosos de su vida.

En el verano de 101 Trajano reunió un gran ejército y tras cruzar el Danubio se dirigió a la capital dacia, Sarmizegetusa Regia, mientras otro contingente romano pentraba los dominios desde más al este. La lucha se prolongó hasta el invierno y Decébalo pudo organizar un contrataque pero al no helarse el Danubo ese año, los suministros que permitieron continuar los combates contra el rey dacio pudieron llegar a las legiones y las permitieron continuar su esfuerzo bélico y Trajano consiguió la rendición de Decébalo. Tras la conquista de Dacia, Trajano ordenó erigir un puente de piedra sobre el Danubio para mostrar que Roma no sólo dominaba a los pueblos, sino también a los elementos. Trajano fue recibido como un héroe en Roma, pero la alegría duró poco.

En el año 105, Decébalo invadió las posesiones de Roma al sur del Danubio. comenzando la segunda guerra dácica. Trajano reclutó dos nuevas legiones y se lanzó a la invasión de Dacia para convertirla en provincia. En 106, ante el arrollador avance del emperador, Decébalo fue abandonado por los suyos y decidió suicidarse. Con la riqueza recién adquirida se comenzaron las obras del nuevo foro, que llevaría el nombre del emperador, así como de la basílica, la biblioteca y los mercados. Las campañas bélicas en Dacia serán eternizadas en la formidable Columna Trajana, una columna de granito donde se narran las hazañas de esta conquista. El vértigo de la gloria le hizo cambiar su concepción de sí mismo. Al identificarse con el mítico héroe Hércules, Trajano pretendió que los dioses le habían encargado la misión de restablecer el orden en toda la Tierra. Pero para hacer realidad sus sueños era necesaria la derrota del último gran enemigo de Roma: Partia.




(3) Del campo de batalla al Olimpo de los dioses

Trajano fomentó la realización de grandes obras públicas sobre todo la Via Traiana  y realizó construcciones necesarias para facilitar la romanización y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Así, reforzó la red viaria, restaurando las principales calzadas que se expandían desde la Urbe, uniéndola con el resto del imperio.

En 116 d.C., ya sexagenario, Trajano decidió lanzarse a una empresa digna de Alejandro Magno y César: la conquista de todo el Oriente del mundo conocido. Pero murió antes de celebrar el triunfo en Roma. Roma llevaba dos siglos luchando contra este imperio de temibles guerreros que se extendía por Mesopotamia, Irán y Anatolia. Pero a diferencia de lo ocurrido en el Danubio, el emperador no había reclutado nuevas legiones. La facilidad de las victorias iniciales ocultó durante algún tiempo una debilidad de sus tropas, lo que acabaría convirtiéndose en la semilla del desastre. 

Trajano avanzó con audacia y Ctesifonte, la capital parta, cayó sin resistencia y Babilonia también fue capturada. Sin embargo, la revuelta de los judíos de Cirene, Egipto, Palestina y otros lugares de Asia se extendió a las numerosas y poderosas juderías mesopotámicas, a las que se sumaron las ciudades griegas de la región, que preferían el débil dominio parto al pesado yugo romano. En el año 117, Trajano emprendió el regreso a Roma, pero nunca llegó, murió en Selinus. A la muerte de Trajano, cuando volvía de su última campaña contra los partos, su sucesor, Hadriano, ordenó que se abandonaran todas las tierras conquistadas al este del Éufrates. Tras llegar a su zenit territorial Roma comenzaba su repliegue y a la larga, su decadencia.