El programa entrevista a la presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf
En Portada se pregunta si las mujeres pueden ser el motor del cambio en el continente africano
En enero de 2006, Ellen Johnson-Sirleaf, se convertía en presidenta de Liberia y en la primera mujer jefa de Estado de un país africano. 10 años después nos planteamos que sería interesante comprobar cuál ha sido su papel y ver también si las mujeres son o pueden ser el motor de cambio en el continente africano. Lógicamente, el realizar el reportaje dependía de la entrevista con Ellen Johnson. La ONG “Mujeres por África” que desarrolla el proyecto “Stop Fístula” en Liberia, proyecto apoyado por la presidenta Johnson-Sirleaf, nos echó una mano con las gestiones. Finalmente, a principios de enero, nos llegó el sí a la entrevista.
Llegamos a un país todavía bajo los efectos de la epidemia del ébola. Liberia fue uno de los tres más afectados por el virus y en el que más personas murieron. Además, supuso un parón en seco del desarrollo y la recuperación que venía experimentando desde la llegada al poder de Ellen Johnson tras las elecciones después del final, en 2003, de 14 años de dos sangrientas y devastadoras guerras civiles.
La entrevista con la presidenta se celebró un par de días antes de su discurso anual del estado de la nación ante el parlamento en cuya preparación estaba inmersa. Pero no por eso dejó de ser clara y tajante en sus convicciones sobre el destacado y definitivo papel que las mujeres liberianas desempeñaron en el final de la guerra y en el mantenimiento de la paz. Tampoco ocultó su convencimiento de que si las mujeres gobernasen, el mundo sería mejor y más pacífico. Desde su llegada al poder, Ellen Johnson-Sirleaf se ha ganado la admiración de propios y extraños, aunque tampoco se ha librado de críticas por corrupción entre algunas personas de su gobierno y de nepotismo por colocar en altos cargos a familiares, como a sus propios hijos.
Ellen Johnson recibía en 2011 el Premio Nobel de la Paz por su trabajo en pos de los derechos de las mujeres y de la paz. Junto a ella lo recibía también Leymah Gbowee, que puso en marcha durante la guerra el movimiento por la paz de las mujeres en Liberia y consiguió con manifestaciones, sentadas e incluso con una huelga de sexo que los señores de la guerra se sentaran a negociar y firmase la paz. Hablamos también con Leymah, una mujer que sigue al pie del cañón y que no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar al gobierno o de denunciar el hecho de que a pesar de que la igualdad de derechos está reconocida sobre el papel en Liberia, la violencia de género es todavía el pan de cada día, sobre todo en las zonas más deprimidas, como el barrio de West Point de la capital, Monrovia, en el que también estuvimos hablando con sus mujeres y con jóvenes que se ven enfrentadas a esa violencia y a violaciones y a embarazos adolescentes.
Esa es una de las grandes paradojas de Liberia. A pesar de tener una mujer presidenta y mujeres en importantes cargos y como activistas en sectores diversos, el machismo vigente y profundo en las estructuras sociales impide que la igualdad de derechos sea una realidad y no se consigue acabar con la violencia contra las mujeres, una violencia que ha quedado como remanente de los años de guerra, durante los que, como nos comentaba Leymah, la violación se convirtió en un arma de guerra pero sobre todo era vista por los hombres como un derecho. Y todas las mujeres con las que hablamos coincidieron en asegurar que la educación, y en especial la de las niñas, es el vehículo principal para conseguir el cambio.