

La inocente compra de una talla de marfil en un mercado asiático (u occidental) acciona el primer resorte en la brutal muerte de un ser vivo maravilloso en una cadena perversa de talleres ilegales, explotación humana, tráfico de armas con destino las múltiples guerras de la región y financiación directa de grupos terroristas africanos -como Al Shabaab, Boko Haram, los Janjaweed o el Lord's Resistance Army (LRA) del tristemente célebre Joseph Kony, entre otros- que operan en el Centro y Este de África.

Sin embargo, hace unos meses una esperanza para la especie, pues a finales del 2016 el gobierno chino de Xi Jinping, ante la presión de gobiernos y conservacionistas, hizo el anuncio histórico de prohibir todas las actividades de procesamiento y venta de marfil a lo largo de 2017.
El marfil es muy buscado en China, donde los objetos tallados (escenas budistas, tijeras o palitos) son muy apreciados por coleccionistas y consumidores. La cantidad de marfil disponible en las tiendas autorizadas legalmente a vender en China y su precio también disminuyeron, reflejando una caída de la demanda en el primer mercado mundial de marfil.
La caída del crecimiento económico chino, la lucha contra la corrupción y la toma de conciencia de las consecuencias devastadoras de la caza furtiva son la causa de esta disminución. Según Iain Douglas-Hamilton fundador de Save the Elephants hasta ahora "pocos chinos relacionaban los productos de marfil con la muerte de los elefantes", pero las campañas mediáticas han favorecido esta toma de conciencia.
Si bien esto no pone fin a todo el tráfico ilegal, se trata de una medida en la buena dirección tomada por un país que hasta hace poco tenía el mayor mercado de marfil del mundo. De hecho, una estadística de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas en Sudáfrica determinó que el 70 por ciento del comercio mundial de marfil terminaba en China, el resto en Emiratos Árabes Unidos o Singapur.
Esto está haciendo que las muertes de elefantes y sobre todo los precios del marfil estén cayendo con fuerza, aunque habrá que ver qué pasa con el mercado negro (en el que se sigue consiguiendo y procesando marfil) y con los millones de colmillos que los grandes comerciantes mantienen en almacenes, previendo que algún día llegaría esta prohibición.
El tráfico con especies animales en peligro es aún el cuarto sector en la economía delictiva del mundo (tras el tráfico de drogas, armas y personas), triste honor conseguido por lo peor de nosotros mismos, mediante la aniquilación millones de inapreciables vidas en aras de la crueldad, la codicia y la vanidad humanas.