Entramos en una tienda, vamos en busca de una chaqueta para la fiesta de fin de año. Hay una negra con botones pequeños que cumple con nuestras expectativas. Por simple curiosidad mientras aguardamos para pagar nos preguntamos por el origen de aquella prenda. La etiqueta nos quita, parcialmente, la duda: Bangladesh. Decimos parcialmente porque eso es una pequeña parte de la información. En aquel país ubicado en el sudeste asiático se ensamblan finalmente todas las piezas que acabarán con la confección de la chaqueta, pero son muchos los kilómetros que cada parte de ella ha recorrido antes. El algodón proviene de Estados Unidos, que previamente es tejido y teñido en la India. Por su parte, los botones llegan desde Vietnam donde han sido fabricados con restos de plástico recogido en Europa y que fue procesado en China. Así, la vestimenta que luciremos para recibir el año ha recorrido unos 48 mil kilómetros antes de llegar a nosotros. Pero ¿cómo se transporta todo de un lado a otro? ¿cuáles son los costes ocultos de esta prenda que no figuran en la etiqueta?
El 90% de los productos que consumimos en Occidente se fabrican en el extranjero y nos llegan por barco. La industria del transporte marítimo es la pieza clave en la economía mundial y constituye la base de nuestro modelo de civilización moderna; sin ella, sería imposible cumplir con las crecientes demandas de nuestras sociedades. No obstante, el funcionamiento y las normas de este negocio siguen siendo en gran medida desconocidas para muchos, a pesar de que los costes ocultos que se derivan de él nos afectan a todos. Quinientos millones de contenedores dan la vuelta al mundo cada año y sólo el 2% es revisado. Quinientas millones de contenedores que podrían transportar cualquier cosa, con todo el riesgo que eso conlleva.
(Rutas marítimas mundiales en 2011) Hacer click en la imagen para agrandarla
El transporte marítimo mundial
El documental que hoy publicamos responde a preguntas como: ¿Quién mueve los hilos de este negocio de miles de millones de dólares? ¿Cómo afecta esta industria al medio ambiente por encima y por debajo del nivel de mar?. En 'Sobrecargados' ('Freightened' es su título original, literalmente 'Aterrados', ahora veremos por qué) el director francés Denis Delestrac (un asiduo en nuestro blog) nos invita a un viaje a través de los mares mientras investiga sobre la cara más oscura del transporte marítimo mundial y las consecuencias ambientales y económicas de esta industria mayormente desconocida, desgranando sus entresijos y revelando lo que hay detrás de las etiquetas de los productos que consumimos a diario.
La industria invisible del transporte marítimo es un negocio que mueve la economía global a costa de un enorme coste social y medioambiental que nosotros, los consumidores finales, no conocemos o no nos permiten conocer. Porque lo cierto es que resulta cuanto menos curioso que de esta omnipresente industria, -su empresa más importante, MAERSK, factura lo mismo que Microsoft- apenas sepamos nada, no tenemos ideas ni de los auténticos propietarios de los barcos, ni de las banderas bajo las que navegan ni de las empresas que los gestionan. "Es una industria rara, porque es oscura y tremendamente desconocida", alerta otro de los expertos en este documental.
Nunca nos detenemos a pensarlo, pero desde la energía que gastamos, los alimentos, la ropa o los dispositivos electrónicos con los que nos divertimos, casi todo nos ha llegado por barco. La globalización comercial y nuestra vorágine consumista han logrado que el transporte marítimo planetario haya cambiado las reglas del juego y cumpla un papel fundamental (y mayormente nocivo) en la historia del capitalismo consumista en que estamos inmersos.
Las distancias parecen ya no existir y aunque los productos recorren miles de kilómetros eso no hace que aumente su valor de cara al mercado ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo pueden permitirse las empresas asumir los costes de semejantes traslados?. "Hemos llegado a un punto en el que los productos locales resultan más caros que los que nos llegan desde las antípodas y está claro, que en esa ecuación hay algo que falla", afirma Elizabeth Cline, una experta en filosofía política en este film.
Banderas de conveniencia
La industria invisible del transporte marítimo es un negocio que mueve la economía global a costa de un enorme coste social y medioambiental que nosotros, los consumidores finales, no conocemos o no nos permiten conocer. Porque lo cierto es que resulta cuanto menos curioso que de esta omnipresente industria, -su empresa más importante, MAERSK, factura lo mismo que Microsoft- apenas sepamos nada, no tenemos ideas ni de los auténticos propietarios de los barcos, ni de las banderas bajo las que navegan ni de las empresas que los gestionan. "Es una industria rara, porque es oscura y tremendamente desconocida", alerta otro de los expertos en este documental.
Nunca nos detenemos a pensarlo, pero desde la energía que gastamos, los alimentos, la ropa o los dispositivos electrónicos con los que nos divertimos, casi todo nos ha llegado por barco. La globalización comercial y nuestra vorágine consumista han logrado que el transporte marítimo planetario haya cambiado las reglas del juego y cumpla un papel fundamental (y mayormente nocivo) en la historia del capitalismo consumista en que estamos inmersos.
Las distancias parecen ya no existir y aunque los productos recorren miles de kilómetros eso no hace que aumente su valor de cara al mercado ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo pueden permitirse las empresas asumir los costes de semejantes traslados?. "Hemos llegado a un punto en el que los productos locales resultan más caros que los que nos llegan desde las antípodas y está claro, que en esa ecuación hay algo que falla", afirma Elizabeth Cline, una experta en filosofía política en este film.
Banderas de conveniencia
Es allí donde entran en juego una de las principales fichas: las banderas de conveniencia. Varios factores llevan a un armador a preferir un registro de conveniencia en algún país de laxa legislación: tasas de registro muy baratas, impuestos muy bajos o inexistentes y la libertad de contratar mano de obra infrapagada. De esta manera, el anonimato y sus enormes beneficios hacen que el coste en la comercialización se rebaje hasta en un 65%. Un negocio oscuro y redondo que contribuye a la evasión fiscal, se lleva por delante los derechos de los trabajadores a los que expone a condiciones deplorables y genera un desastre ecológico en el entorno natural en el que se mueven, nuestros océanos.
Conscientes de los daños e irregularidades que les rodean, las empresas navieras buscan alejarse de la costa y trasladar sus inmensos barcos de carga fuera de la vista del público detrás de las barreras y puntos de control. La falta de mantenimiento convierte a las naves en altamente tóxicas ya que cuando hacen labores de limpieza derraman miles de toneladas de sustancias contaminantes que van a parar al agua. Asimismo la enorme contaminación acústica que producen en su navegación distorsiona los sonidos naturales de los océanos afectando sobre todo a los mamíferos marinos, desorientándoles y produciéndoles graves daños internos.
Además estos barcos causan un ingente gasto en combustible altamente contaminante que es el responsable del 4% de los gases de efecto invernadero de la Tierra y "un cuatro por ciento es una cifra muy alta si se trata de abordar un reto tan grande como el cambio climático", como afirma el experto medioambiental Deron Lovaas. Por último no debemos olvidar el coste económico, laboral y ecológico de los desguaces de estos colosales barcos cuando finalizan su vida útil, un tema que ya abordamos en un post que publicamos hace un tiempo en el que incluíamos el documental 'Embarrancados'.
En 'Sobrecargados', Denis Delestrac y su equipo buscan ponernos en alerta sobre nuestros actos de consumo para que demandemos una trazabilidad realmente transparente en los productos que compramos, así como una racionalización y modernización del transporte marítimo mundial para que se reduzcan sus costes ocultos y aumente su sostenibilidad.
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Versión 52' (Doblada)