Murió hace unos días el gran Eduard Punset y recordé cuando veía Redes en La2 durante tantos años (18 nada menos), siempre más allá de medianoche, para sumergirme junto a él en un mundo fascinante de sinapsis neuronales, bacterias, genes, evoluciones o capacidades cognitivas, para conocer lo que pensaban de las más diversas materias algunos de los mejores científicos y pensadores del mundo. Con él empecé a conocer a neurocientíficos como Oliver Sacks, científicos cognitivos como Steven Pinker, biólogos evolutivos y/o moleculares como Richard Dawkins, Javier Sampedro o Edward Osborne Wilson, antropólogos o primatólogos como Jane Goodall, entre otros muchos. Con todos ellos conversaba sobre el origen del universo y la vida, la evolución, la naturaleza humana y animal o el destino del Homo sapiens, la Tierra y el Cosmos.
Su sabiduría y su capacidad comunicativa hacían accesible lo complejo, de él admiraba su inteligencia, su habla pausada, su inconfundible acentazo catalán, sus coletillas como 'Esto es fantástico' y su curiosidad inabarcable que me servía de ejemplo de comportamiento ante la vida. Grababa los episodios en cintas VHS que años después fui pasando a dvd -que aún conservo- y posteriormente a archivos mp4, intentando preservar unos espacios televisivos impagables en tiempos en los que escasean este tipo de formatos.
De hecho algunos de sus programas los fui colgando en este propio blog, en la etiqueta 'Punset y Redes'. Leí su libro 'El alma está en el cerebro', muy recomendable, pues incidía en las neurociencias y su íntima relación con nuestra conducta, pero en los últimos tiempos se acercó demasiado al proceloso género de la autoayuda, así como a una acentuada creencia en las 'soluciones científicas' que llegarían para arreglar los males del mundo que hemos creado entre todos. Pero entonces ya hacía mucho que le había perdido la pista, hasta que ahora, inopinadamente, nos hemos enterado de su muerte y eso siempre es de lamentar en personas así. Nos quedará siempre su legado de conocimiento, curiosidad insaciable y pasión por la ciencia. Descanse en paz, Eduard Punset.