"Gorbachev quiso salvar la URSS, pero no a cualquier precio. Que esa actitud facilitara el colapso definitivo dice mucho sobre lo que fue el proyecto soviético. Pero también dice mucho sobre quién fue Gorbachev" David Jiménez Torres 'El hombre que pudo matar'
Murió Mikhail Gorbachev tras una larga enfermedad renal y en el Juzgado no hemos podido por menos que sentir un nudo de tristeza por la desaparición de un estadista único y también de un hombre normal, un hombre bueno que hizo cosas extraordinarias en tiempos extraordinarios. Gorbachev gobernó la Unión Soviética desde 1985 hasta 1991, viviendo la época en la que los vientos de la libertad y la autodeterminación recorrían la Europa detrás del muro y en ese periodo trascendental intentó aplicar reformas económicas y políticas que cambiarían el esclerótico sistema político que regía en su país y el este de Europa. Y lo hizo inoculando dos conceptos revolucionarios, la perestroika (reconstrucción o reorganización) y la glásnost (apertura o transparencia), que intentaban reformar el sistema para que fuera más eficiente y humano, abriendo el sistema soviético a la democracia y el capitalismo. Pero estos cambios necesitaban de un tiempo que él no tuvo y serían otro de los factores que llevarían al fin de un decrépito y disfuncional régimen soviético que llevaba muchos años acusando signos de agotamiento.
Siendo el máximo dirigente de la Unión Soviética Gorbachev renunció a usar la fuerza para aplastar esos movimientos democratizadores que a finales de los ochenta se produjeron en la Europa del Este, a diferencia de lo que, décadas antes, habían hecho algunos de sus predecesores (Kruschev en Hungría 1956 o Brézhnev en Checoslovaquia 1968) o como haría el régimen chino durante su mandato, masacrando a su propio pueblo en Tiananmen, en 1989. Él decretó la retirada de Afganistán, acabando con una guerra que duró diez años y tantas vidas rusas y afganas se había cobrado, liberó a los presos políticos, decretó la libertad de prensa, también de culto (la Iglesia Ortodoxa le debe mucho al respecto), con él se celebraron las primeras elecciones libres en la época soviética y firmó varios acuerdos con Estados Unidos para la eliminación de armas nucleares que frenarían la enloquecida carrera armamentista entre ambas superpotencias, otro de los factores que hizo caer la URSS. En su debe queda que tardara 19 días en dirigirse al pueblo tras el accidente de Chernobil..
El mito que existe en su país es que él quería demoler la U.R.S.S. cuando al contrario, él quería hacerla sobrevivir implantando un socialismo democrático con rostro humano (al estilo del checo Alexander Dubček en el 68) firmando un nuevo tratado entre las distintas repúblicas soviéticas, pero terminó fracasando y perdiendo el poder tras el intento de golpe de estado de agosto de 1991, mientras él se hallaba de vacaciones en Crimea. Tras el fracaso golpista por la determinación de resistencia del primer ministro Boris Yeltsin, éste le sustituyó en la presidencia del país y ya estaba al mando cuando la Unión Soviética se desmoronó el 25 de diciembre del mismo año, por el deseo de las repúblicas de conformar sus propios estados nacionales.
Gracias a su legado en Europa no hubo una guerra (o varias) tras la convulsiones de aquellos años de cambios trascendentales y los rusos tuvieron una democracia por primera vez en la Historia, pero también sufrieron un caos económico y de suministros mientras Yeltsin permitía que las privatizaciones salvajes enriquecieran obscenamente a los oligarcas mientras se apoderaban del país. Pero a la Rusia democrática no le dio tiempo a estabilizarse pues en 1999 llegó Putin, que acabaría con todo.
Porque para muchos rusos ultranacionalistas que ahora aplauden a Putin y a quienes eso de la democracia siempre les pareció como un concepto occidental, algo ajeno al espíritu de una nación rusa acostumbrada al "vivan las caenas", algo implantado casi a la fuerza en un país históricamente refractario a las libertades individuales, Gorbachev significa los años del desabastecimiento pero sobre todo y ante todo, es el hombre que perdió el imperio. Aunque no fuera eso lo que pasó. Pero en la psique colectiva rusa, con él la gran potencia imperial que había domeñado manu militari la Europa del Este, pasó de repartirse el mundo con los Estados Unidos a sentirse casi una potencia casi de segunda en la escena internacional y eso les transmitió una sensación de humillación que años después engendraría a Vladimir Putin. Como ocurrió en Alemania con el advenimiento de Adolf Hitler tras la humillación de la derrota en la I Guerra Mundial, el Tratado de Versalles y la crisis del 29.
Lamentablemente, la Rusia de hoy, la Rusia de Putin, no se parece en nada a la que pretendía Gorbachev, pues ambos representan una forma de entender el mundo en general y Rusia en particular, completamente contrapuesta. En los 22 años que Putin lleva en el poder la oposición política y la prensa libre han sido eliminadas, cualquier disidencia o crítica es castigada con el exilio, la cárcel o la muerte. Fuera de Rusia Putin ha intervenido militarmente en Chechenia, Georgia y Siria (también en otros países a través de mercenarios como los Wagner) se anexionó Crimea y ahora ha invadido Ucrania a sangre y fuego, causando decenas de miles de muertos y heridos y cometiendo incontables crímenes de guerra.
Gorbachev de hecho pidió la dimisión del tirano tras las denuncias de fraude masivo en las elecciones de diciembre de 2011, también por la ausencia de libertad de prensa y de separación de poderes en la Rusia actual. Parece lógico por ello que un tipo tan rencoroso como Putin no haya permitido que se celebre para él un funeral de estado, como sí hizo con Yeltsin. Pero miles de ciudadanos han visitado su cadáver expuesto y el premio Nobel de la Paz Dmitri Muratov (a quien el régimen ha cerrado su medio 'Novaya Gazeta', cofundado por Gorbachev en 1993) sostuvo una imagen del estadista durante el funeral en el cementerio Novodévichy de Moscú.
La periodista Pilar Bonet, corresponsal durante 34 años en la URSS y Rusia y que le conocía personalmente, destacaba en RTVE su concepción global del mundo, en el sentido de que no puede haber seguridad en una parte del mundo si en otra hay inseguridad y su deseo de reducción de la amenaza nuclear. También explicaba como a Gorbachev, cuya abuela era ucraniana, le gustaba cantar melancólicas canciones ucranias y cómo le afectó el conflicto con este país y sus críticas hacia Putin al respecto, aunque apoyó la anexión de Crimea en 2014 pero claro, cómo oponerse.. También la inmensa soledad que le dejó la muerte de su mujer, Raisa, de cuya pérdida jamás se recuperó y a cuyo lado reposará para siempre, su gran deseo.
En fin, para acabar con nuestro homenaje a este hombre único les dejamos con dos documentales para completar nuestro recorrido a su vida, su obra y su legado. En el primero, 'Meeting Gorbachev' (2018), podemos ver su faceta más personal de la mano del gran Werner Herzog. Durante horas, ambos debaten sobre los sinuosos caminos de la historia que engarzan reflexionan sobre cuestiones inherentes al ser humano. En este encuentro, Herzog logra una atmósfera amistosa que propicia que el ex-mandatorio se sienta cómodo que la película sea un estudio de cómo los sucesos mundiales acaban dependiendo del carácter personal y las circunstancias. El segundo, 'The arrow of time' (aquí titulado 'Gorbachev y la paz nuclear'), dirigido por Leila Conners en 2017 y que ahonda en su obra durante su presidencia y su legado.
Y ya sólo nos queda despedirnos. Que la tierra te sea leve, descansa en paz al lado de tu querida Raisa, Mikhail Serguéyevich Gorbachev.
Gorbachov, en privado (ARTE - Vitaly Manski, 2020)
Con acceso exclusivo a entrevistas con Mijail Gorbachov y varios asesores de política exterior de Estados Unidos, Rusia, Alemania y Francia, este documental ahonda en la historia del mapa nuclear. Gorbachov fue elegido Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1985. Sus políticas de apertura y la "perestroika" cambiaron el curso de la historia mundial, aunque su legado pueda ser ambiguo.
La estrategia de una guerra nuclear moderna consiste en apuntar las ojivas a objetivos prioritarios: almacenes de misiles y bases submarinas que transporten proyectiles. El siguiente objetivo serían los centros vitales de comunicaciones, radar e inteligencia; a continuación, los principales aeródromos y bases navales. En general, los analistas militares dan por hecho que en el momento que comience una guerra nuclear, será inevitable un intercambio a gran escala. La necesidad de una paz nuclear definitiva es más necesaria que nunca para no poner al mundo ante un conflicto devastador.
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