La República Popular China celebra 60 años de un régimen comunista opresor y autoritario, que ha cometido numerosos crímenes y errores económicos y políticos que han causado millones de víctimas, pero que sobre todo ello no sólo ha sobrevivido y progresado como nación, reinventándose a sí misma como sistema político y económico ad hoc, (aunque al más alto coste, la libertad de sus conciudadanos) sino que ahora puede celebrar su pujanza como gran potencia política, económica y militar mundial.
El régimen ha aprendido de errores propios y ajenos, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos invirtiendo en otros continentes como África o América, ha sabido cuándo aplicar mano de hierro sobre cualquier disidencia popular o brote de protestas de las discriminadas minorías que viven en todo su territorio o de los millones de ciudadanos chinos que, a pesar de la actual pujanza del país, aún siguen sumidos en la pobreza. Y cuando las tensiones latentes han explotado, los sucesivos gobiernos chinos sabido ejecutar eficaces sordinas informativas sobre los hechos, llevándolos hasta el olvido, pues como seguro dijo Confucio, si no lo ves no ha pasado. Políticas y acciones represoras que cuentan, todo sea dicho, con la aquiescencia de una amplia parte de su población que ha salido de la pobreza primero y se ha enriquecido después y que celebra con orgullo su actual sitio en el mundo, su prosperidad y su poder. A este humilde redactor le inquietan un poco.
El régimen ha aprendido de errores propios y ajenos, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos invirtiendo en otros continentes como África o América, ha sabido cuándo aplicar mano de hierro sobre cualquier disidencia popular o brote de protestas de las discriminadas minorías que viven en todo su territorio o de los millones de ciudadanos chinos que, a pesar de la actual pujanza del país, aún siguen sumidos en la pobreza. Y cuando las tensiones latentes han explotado, los sucesivos gobiernos chinos sabido ejecutar eficaces sordinas informativas sobre los hechos, llevándolos hasta el olvido, pues como seguro dijo Confucio, si no lo ves no ha pasado. Políticas y acciones represoras que cuentan, todo sea dicho, con la aquiescencia de una amplia parte de su población que ha salido de la pobreza primero y se ha enriquecido después y que celebra con orgullo su actual sitio en el mundo, su prosperidad y su poder. A este humilde redactor le inquietan un poco.
Luis Bassets. El escarmiento soviético
Lo esencial es durar. El pensamiento crítico aprovecha los aniversarios para el cuestionamiento. El pensamiento dogmático, en cambio, para afirmarse en la duración. Con frecuencia no son las nostalgias del pasado sino las dudas respecto al futuro las que conducen a celebrarla. La Unión Soviética cumplió 60 años en 1977. Cuando alcanzó los 70, en 1987, sólo faltaban dos para que el estruendo de la caída del muro berlinés condujera a su liquidación dos años después: no llegó a cumplir los 74, la duración de una vida humana. Nada de esto sucederá con la República Popular China. Llega a este 60 aniversario que hoy celebra mucho más fuerte y lozana que la URSS, el modelo sobre el que se fundó, cuando tenía la misma edad. Las celebraciones que ha preparado el régimen se encargarán de demostrarlo. El régimen de Moscú se hallaba en 1977 en fase de decrepitud creciente, en estagnación económica y dirigido por un enfermo de 71 años que era Leónidas Breznev; mientras que la China actual es el motor del crecimiento económico mundial y está dirigido con mano de hierro por una cúpula comunista, presidida por Hu Jintao, un gris ingeniero de 67 años, con el que se ha conseguido organizar ordenadamente el cuarto relevo generacional en el poder supremo de la República e incluso preparar el quinto para 2012.
Lo esencial es durar. El pensamiento crítico aprovecha los aniversarios para el cuestionamiento. El pensamiento dogmático, en cambio, para afirmarse en la duración. Con frecuencia no son las nostalgias del pasado sino las dudas respecto al futuro las que conducen a celebrarla. La Unión Soviética cumplió 60 años en 1977. Cuando alcanzó los 70, en 1987, sólo faltaban dos para que el estruendo de la caída del muro berlinés condujera a su liquidación dos años después: no llegó a cumplir los 74, la duración de una vida humana. Nada de esto sucederá con la República Popular China. Llega a este 60 aniversario que hoy celebra mucho más fuerte y lozana que la URSS, el modelo sobre el que se fundó, cuando tenía la misma edad. Las celebraciones que ha preparado el régimen se encargarán de demostrarlo. El régimen de Moscú se hallaba en 1977 en fase de decrepitud creciente, en estagnación económica y dirigido por un enfermo de 71 años que era Leónidas Breznev; mientras que la China actual es el motor del crecimiento económico mundial y está dirigido con mano de hierro por una cúpula comunista, presidida por Hu Jintao, un gris ingeniero de 67 años, con el que se ha conseguido organizar ordenadamente el cuarto relevo generacional en el poder supremo de la República e incluso preparar el quinto para 2012.
La disgregación de la URSS y su conversión sin orden ni concierto al capitalismo también han sido objeto de profunda reflexión china. No puede entenderse la reacción de la cúpula comunista ante los sucesos del Tíbet o de Xin Jiang sin las lecciones aprendidas en 1991 de las independencias de las repúblicas bálticas y de la implosión soviética que generó un buen puñado de nuevas repúblicas independientes. Pero no basta con aprender de los errores del otro. La fundación de la República Popular en 1949, nada tiene que ver con la toma del poder por el partido bolchevique. Mientras que estos últimos se habían propuesto implantar un régimen socialista y liquidar las clases sociales por la fuerza, lo que querían los dirigentes chinos era terminar con cien años de divisiones internas y dependencia externa, crear una república e imponer una reforma agraria en un país donde el 87% de la población vivía y dependía del campo. Los primeros eran internacionalistas y en sus orígenes al menos pensaban en exportar la revolución; los chinos en cambio ni ahora ni hace 60 años eran internacionalistas, aunque se acogieran nominalmente al rótulo.