En Portada nos lleva a conocer Prato, la capital de la 'pronto moda' italiana, tradicional centro textil europeo que simboliza hoy la decadencia industrial del país. Los talletes artesanales y familiares han sido barridos por la competencia china, que trabaja con tejido barato traído desde China y es confeccionado con trabajadores también chinos que son explotados como mano de obra barata. Sin embargo son productos que serán vendidos como 'Made in Italy'. Lo que nos recuerda la destrucción de la industria textil española, prácticamente desmantelada por la competencia de los tejidos hechos en Turquía, China y el sudeste asiático.
En Portada. "La capital de los trapos"
En Portada. "La capital de los trapos"
Yolanda Sobero 21.01.2014
Es posible que, desde hace algún tiempo, se haya preguntado por dos hechos novedosos o sorprendentes. Uno, en los mercadillos y en diversas tiendas, se encuentran prendas Made in Italy a precios muy asequibles. Dos, en las perchas y en los estantes la ropa de temporada se renueva con mucha frecuencia, de tal forma que es posible que dentro de unas o varia semanas encuentre modelos nuevos y los anteriores hayan desaparecido.
'Pronto moda', capital Prato
Es posible que, desde hace algún tiempo, se haya preguntado por dos hechos novedosos o sorprendentes. Uno, en los mercadillos y en diversas tiendas, se encuentran prendas Made in Italy a precios muy asequibles. Dos, en las perchas y en los estantes la ropa de temporada se renueva con mucha frecuencia, de tal forma que es posible que dentro de unas o varia semanas encuentre modelos nuevos y los anteriores hayan desaparecido.
'Pronto moda', capital Prato
El negocio de la moda ha cambiado y han nacido nuevas forma como la llamada pronto moda, la ‘moda rápida’, cuya capital es Prato. Esta ciudad, cercana a Florencia, tiene una tradición textil secular y sus tejidos han gozado y gozan de renombre internacional. Pero esta nueva moda no tiene nada que ver con su industria tradicional, basada en talleres artesanos e industrias familiares, sumidos en una profunda crisis que, en la última década, ha acabado con la mitad de ellos.
La pronto moda es la aportación de la comunidad china de Prato y su centro es Macrolotto, un polígono donde los rótulos italianos han dado paso los nombres chinos. De aquí salen millones de prendas, cuya prestigiosa etiqueta Made in Italy y unos precios increíbles, sin rival en el mercado europeo, esconden una nuevo tipo de confección, hecha en Prato, hecha con telas chinas y cosida por manos chinas en talleres, muchos de ellos clandestinos, en unas condiciones de casi esclavitud.
La cara oculta de la ropa increíblemente barata
Según la periodista pratense, Silvia Pieraccini, que ha investigado el ‘distrito chino de Prato’, se trata de un negocio que produce a diario un millón de prendas y mueve al año más de 2.000 millones de euros, al menos la mitad de ellos en negro. Silvia Pieracchini asegura que este distrito, cuyo emblema es Macrolotto, ha nacido y crecido en la ilegalidad económica y ha tejido una criminalidad organizada. Un negocio del que también se han beneficiado muchos pratenses, que alquilaron sus naves y vendieron sus máquinas a los chinos.
Según la periodista pratense, Silvia Pieraccini, que ha investigado el ‘distrito chino de Prato’, se trata de un negocio que produce a diario un millón de prendas y mueve al año más de 2.000 millones de euros, al menos la mitad de ellos en negro. Silvia Pieracchini asegura que este distrito, cuyo emblema es Macrolotto, ha nacido y crecido en la ilegalidad económica y ha tejido una criminalidad organizada. Un negocio del que también se han beneficiado muchos pratenses, que alquilaron sus naves y vendieron sus máquinas a los chinos.
El equipo de En Portada acompañó a la policía de Prato a una intervención en dos talleres clandestinos. Una operación casi diaria que, sin embargo, no ha logrado atajar la ilegalidad ni poner fin a unas penosas condiciones de trabajo: jornadas interminables, producción a destajo, una vida reducida al trabajo. Como pueden ver en el reportaje, cosen, comen y duermen en un taller abarrotado y, en un precario altillo de tablas de aglomerado, sus habitaciones se reducen al espacio que ocupa una cama. Y todo por un mísero salario, que procuran ahorrar para cumplir su sueño de poner su propio negocio en el que contratarán a otros compatriotas en las mismas condiciones en las que ellos trabajaron al principio. Es el precio oculto tras esa ropa que nos parece tan increíblemente barata.