El periodista de investigación Jeremy Scahill, autor del éxito de ventas "Blackwater" sobre esta compañía privada de mercenarios, persigue la verdad detrás de las guerras encubiertas de Estados Unidos. Lo que comienza como una investigación periodística sobre un raid nocturno llevado a cabo en un remoto rincón de Afganistán con el resultado de varios miembros de una familia masacrados, se convierte en una investigación global sobre un misterioso grupo militar que ejecuta sobre el terreno las órdenes llegadas desde Washington.
Scahill desvela la existencia de unos soldados de élite que son reclutados entre las filas de los SEAL de la Armada, la Fuerza Delta, la antigua Blackwater (y otras empresas de seguridad privada), la División de Actividades Especiales de la CIA y el Mando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC) y que operan en más de un centenar de países. Estas fuerzas de operaciones especiales están financiadas a través de presupuestos reservados y llevan a cabo misiones en zonas no reconocidas, practican asesinatos selectivos, raptan y apresan individuos, y lanzan ataques con drones, aviones AC-130 o misiles de crucero.
Aunque fue la infame administración Bush la que desplegó estas milicias fantasma, el presidente Barack Obama ha expandido sus operaciones por medio mundo, dotándolas de mayor alcance y legitimidad, dejando que sean furtivas operaciones de comandos o selectivos ataques aéreos los que sustituyan a las caras y brutales invasiones de tropas sobre el terreno, para acabar con los cada vez más numerosos enemigos de los estadounidenses.
El reportero Scahill y Rick Rowley, el director de este sombrío pero fascinante documental, se adentran en un submundo de peligrosas operaciones secretas y terribles efectos colaterales, en un trabajo de investigación riguroso e implacable que muestra una de las caras más oscuras de la gran potencia mundial.
Scahill desvela la existencia de unos soldados de élite que son reclutados entre las filas de los SEAL de la Armada, la Fuerza Delta, la antigua Blackwater (y otras empresas de seguridad privada), la División de Actividades Especiales de la CIA y el Mando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC) y que operan en más de un centenar de países. Estas fuerzas de operaciones especiales están financiadas a través de presupuestos reservados y llevan a cabo misiones en zonas no reconocidas, practican asesinatos selectivos, raptan y apresan individuos, y lanzan ataques con drones, aviones AC-130 o misiles de crucero.
Aunque fue la infame administración Bush la que desplegó estas milicias fantasma, el presidente Barack Obama ha expandido sus operaciones por medio mundo, dotándolas de mayor alcance y legitimidad, dejando que sean furtivas operaciones de comandos o selectivos ataques aéreos los que sustituyan a las caras y brutales invasiones de tropas sobre el terreno, para acabar con los cada vez más numerosos enemigos de los estadounidenses.
El reportero Scahill y Rick Rowley, el director de este sombrío pero fascinante documental, se adentran en un submundo de peligrosas operaciones secretas y terribles efectos colaterales, en un trabajo de investigación riguroso e implacable que muestra una de las caras más oscuras de la gran potencia mundial.
"Dirty Wars": El infierno de las guerras de Obama
Democracy Now - Amy Goodman 25.01.13 Park City, Utah
Mientras el Presidente Barack Obama se preparaba para asumir su segundo mandato como el presidente número 44 de Estados Unidos, dos valientes periodistas estrenaban su nuevo documental en el Festival de cine de Sundance. “Dirty Wars: The World Is a Battlefield” (literalmente: “Guerras sucias: el mundo es un campo de batalla”) confirma el papel fundamental que desempeñan los periodistas independientes como el director de la película, Rick Rowley, y su narrador y figura central, Jeremy Scahill. Los cada vez más frecuentes ataques estadounidenses con aviones no tripulados y la utilización del gobierno de Obama de fuerzas especiales secretas para realizar ataques militares que escapan a la vigilancia y la rendición de cuentas fueron omitidos por completo durante el fin de semana de asunción de Obama por los medios masivos, que estaban demasiado ocupados cubriendo el nuevo peinado de la primera dama Michelle Obama. El documental “Dirty Wars”, junto con el próximo libro de Scahill de igual título, pretende romper ese silencio y centrar la atención en asuntos más importantes.
Scahill y Rowley, que conocen muy bien las zonas de guerra, se atrevieron a ir más allá de Kabul, en Afganistán, y viajaron a la localidad de Gardez, en la provincia de Paktia, una región repleta de talibanes armados y de sus aliados de la red Haqqani, para investigar uno de los miles de ataques nocturnos sobre los que los medios no suelen informar. Scahill me dijo: “Lo que sucedió en Gardez fue que las fuerzas de operaciones especiales de Estados Unidos tenían información de que una célula del Talibán estaba reunida preparando a un atacante suicida. Entonces irrumpieron en la supuesta casa en medio de la noche y terminaron matando a cinco personas, entre ellas a tres mujeres, dos de ellas embarazadas, y a Mohammed Daoud, un alto jefe de la policía afgana que había sido entrenado por Estados Unidos, particularmente, por la empresa de seguridad privada Military Professional Resources Incorporated, una empresa de mercenarios”.
Mientras el Presidente Barack Obama se preparaba para asumir su segundo mandato como el presidente número 44 de Estados Unidos, dos valientes periodistas estrenaban su nuevo documental en el Festival de cine de Sundance. “Dirty Wars: The World Is a Battlefield” (literalmente: “Guerras sucias: el mundo es un campo de batalla”) confirma el papel fundamental que desempeñan los periodistas independientes como el director de la película, Rick Rowley, y su narrador y figura central, Jeremy Scahill. Los cada vez más frecuentes ataques estadounidenses con aviones no tripulados y la utilización del gobierno de Obama de fuerzas especiales secretas para realizar ataques militares que escapan a la vigilancia y la rendición de cuentas fueron omitidos por completo durante el fin de semana de asunción de Obama por los medios masivos, que estaban demasiado ocupados cubriendo el nuevo peinado de la primera dama Michelle Obama. El documental “Dirty Wars”, junto con el próximo libro de Scahill de igual título, pretende romper ese silencio y centrar la atención en asuntos más importantes.
Scahill y Rowley, que conocen muy bien las zonas de guerra, se atrevieron a ir más allá de Kabul, en Afganistán, y viajaron a la localidad de Gardez, en la provincia de Paktia, una región repleta de talibanes armados y de sus aliados de la red Haqqani, para investigar uno de los miles de ataques nocturnos sobre los que los medios no suelen informar. Scahill me dijo: “Lo que sucedió en Gardez fue que las fuerzas de operaciones especiales de Estados Unidos tenían información de que una célula del Talibán estaba reunida preparando a un atacante suicida. Entonces irrumpieron en la supuesta casa en medio de la noche y terminaron matando a cinco personas, entre ellas a tres mujeres, dos de ellas embarazadas, y a Mohammed Daoud, un alto jefe de la policía afgana que había sido entrenado por Estados Unidos, particularmente, por la empresa de seguridad privada Military Professional Resources Incorporated, una empresa de mercenarios”.
Scahill y Rowley viajaron al lugar de los hechos para escuchar los testimonios de las personas que viven en la mira de la política exterior estadounidense. En Gardez entrevistaron a los sobrevivientes de aquel violento ataque ocurrido en la madrugada del 12 de febrero de 2010. Tras haber visto a las fuerzas especiales estadounidenses matar a su hermano, su esposa, su hermana y su sobrina, Mohammed Sabir fue esposado al suelo. Desde allí observó, indefenso, cómo los soldados estadounidenses extirparon las balas del cadáver de su esposa con un cuchillo. Sabir y los hombres que sobrevivieron fueron luego trasladados en helicóptero a otra provincia. Sabir describió su calvario ante la cámara de Rowley: “Tenía las manos y la ropa manchadas de sangre. No nos dieron agua para limpiarnos. Los interrogadores estadounidenses tenían barba y no vestían uniforme. Eran musculosos y tenían ataques repentinos de ira”. Y prosiguió: “Cuando regresé a mi casa mis familiares muertos ya habían sido enterrados, y en el hogar tan solo quedaban mi padre y mi hermano. Ya no quería seguir viviendo, quería ponerme un chaleco suicida e inmolarme frente a los estadounidenses. Pero mi hermano y mi padre no me dejaron. Quería una yihad contra los estadounidenses”.
Antes de partir, Scahill y Rowley realizaron copias de los videos captados por los teléfonos celulares de los sobrevivientes. Uno de los videos muestra que no se trataba de una reunión del Talibán, sino de una celebración muy animada del nacimiento de un niño que fue interrumpida por el ataque. Rowley describió otro de los videos: “La imagen está movida y pensamos que se trataba de otro video de los cadáveres, pero luego se escuchan voces con acento estadounidense que hablan de unificar la versión de los asesinatos ocurridos esa noche, de que todos contaran la misma versión de los hechos. Se oye que intentan inventar una historia para mostrar que lo sucedido no había sido una masacre”.
El documental también muestra una imagen tomada en Gardez por el fotógrafo Jeremy Kelly poco después de la masacre en la que puede verse a un almirante estadounidense, llamado McRaven, rodeado de soldados afganos a quienes les ofrece una oveja como gesto tradicional para pedir perdón por la masacre. El encubrimiento de los incidentes no había funcionado. William McRaven dirigía el Comando de Operaciones Especiales Conjuntas (JSOC, por sus siglas en inglés). La labor periodística de Scahill, junto al increíble trabajo del camarógrafo Rowley, le sigue la pista al JSOC e investiga minuciosamente los ataques nocturnos perpetrados por esta fuerza, que rara vez llegan a la prensa. De Afganistán a Yemen, pasando por Somalia, su documental brinda, por primera vez, una imagen real y exhaustiva del JSOC y del “mundo no tan feliz” del Comandante en Jefe Obama.
El ataque con avión no tripulado perpetrado en Yemen el día de la segunda asunción de Obama fue el cuarto realizado en pocos días. Desde comienzos de año también se produjo un aumento similar de estos ataques en Pakistán. El Washington Post informó que Obama tiene un que detalla las autorizaciones para realizar ataques con aviones no tripulados, pero aparentemente exime de esa autorización a los ataques realizados por la CIA en Afganistán y en Pakistán. El día de la asunción de su segundo mandato, Obama nombró oficialmente a John Brennan como director de la CIA. Brennan es un ferviente defensor de las denominadas “técnicas de interrogatorio mejoradas”, que muchos denominan tortura, y es además el artífice del programa de ataques con aviones no tripulados.
Mediante el documental “Dirty Wars”, realizado en coautoría con David Riker y con la dirección de Rowley, Jeremy Scahill denuncia al JSOC, que recientemente ha salido a la luz pública tras el estreno de la película nominada al Oscar “Zero Dark Thirty”, que trata acerca de la cacería de Osama bin Laden y ha generado controversia por su apoyo de la tortura. Vean “Dirty Wars” en cuanto se estrene en su cine más cercano. El documental muestra que, lamentablemente, el drama de la guerra está en todas partes, o como dice su propio título que “el mundo es un campo de batalla”. Jeremy Scahill concluyó: “En nuestro documental verán una realidad totalmente diferente, y verán el infierno que se ha creado tras diez años de guerra encubierta”.