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Debajo del documental hemos añadido una entrevista de Jacinto Antón a Keith Lowe, autor del muy recomendable libro 'Continente salvaje', un impactante texto que recorre la geografía de deportaciones, violaciones, pogroms, ejecuciones sumarias y represalias de todo tipo que no sólo hubo sobre los alemanes sino también sobre otras minorías o etnias en lugares como Prusia Oriental, Polonia, Checoslovaquia, Ucrania, Rumania etc Era un continente sin instituciones, sin ley ni orden ni fronteras ni moralidad, ni propiedad privada, en el que sólo la supervivencia y la venganza de los vencedores prevaleció, extendiéndose durante cinco largos años de conflictos de posguerra. De aquellos espantos nació la Europa moderna aunque, afortunadamente, el paso del tiempo fue disipando el odio para dar paso a la unidad y la solidaridad entre los pueblos que, al menos en teoría, es la Unión Europea de hoy.
Keith Lowe describe en ‘Continente salvaje’ el horror en Europa tras la II Guerra Mundial
Bajó el telón de la II Guerra Mundial, pero los cuatro jinetes del apocalipsis no dejaron de galopar. En Europa, en un mundo devastado por cinco años de contienda, la gente se las prometía muy felices al firmarse la paz y sin embargo lo que siguió fue un espanto. En un continente devuelto a una condición casi medieval, inmerso en un completo caos, con destrucciones sin cuento, las instituciones colapsadas y la sed de venganza a la orden del día, el desastre humano y moral era absoluto.
A mostrar ese siniestro panorama que fue el envenenado legado de la contienda ha dedicado Keith Lowe (Londres, 1970), uno de los más destacados de la nueva generación de historiadores británicos, su libro Continente salvaje, Europa después de la Segunda Guerra Mundial(Galaxia Gutenberg), un libro que se lee con el corazón en un puño especialmente ante la suma de nuevos horrores y vejaciones que tuvieron que aguantar los supervivientes en una cruel nueva vuelta de tuerca de la historia sobre sus víctimas.
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Refugiados de la II Guerra Mundial
El libro muestra que las democracias podían ser muy vengativas. “No tanto como los regímenes totalitarios pero sí, la venganza forma parte de la naturaleza humana, es algo innato y difícil de controlar, y hubo una gran ola de venganza en toda Europa”. Continente salvaje presenta casos —menos conocidos que los de las acusadas de colaboracionismo en Francia rapadas (¡20.000!)— como el de las mujeres y niños marginados y privados de derechos en Noruega, las primeras por ser parejas de soldados alemanes y los segundos por ser el fruto de esas uniones. Lowe explica que el 10 % de las noruegas de entre 15 y 30 años tuvieron novios alemanes durante la guerra. Se tachaba a esas mujeres de traidoras a la nación, aunque ellas y otras en su mismo caso en otros países de Europa consideraban sus relaciones un asunto privado, como la actriz francesa Arletty que, cuenta el historiador, durante su juicio en París por su affaire con un oficial alemán exclamó: “Mi corazón pertenece a Francia, pero mi vagina es mía”.
En cuanto a los niños, Lowe apunta que los soldados alemanes engendraron entre uno y dos millones en la Europa ocupada. En 1945 un diario noruego consideraba a los del país escandinavo “una minoría bastarda peligrosa” susceptible de convertirse en el futuro en “una quinta columna entre la población noruega pura”.
El libro muestra que las democracias podían ser muy vengativas. “No tanto como los regímenes totalitarios pero sí, la venganza forma parte de la naturaleza humana, es algo innato y difícil de controlar, y hubo una gran ola de venganza en toda Europa”. Continente salvaje presenta casos —menos conocidos que los de las acusadas de colaboracionismo en Francia rapadas (¡20.000!)— como el de las mujeres y niños marginados y privados de derechos en Noruega, las primeras por ser parejas de soldados alemanes y los segundos por ser el fruto de esas uniones. Lowe explica que el 10 % de las noruegas de entre 15 y 30 años tuvieron novios alemanes durante la guerra. Se tachaba a esas mujeres de traidoras a la nación, aunque ellas y otras en su mismo caso en otros países de Europa consideraban sus relaciones un asunto privado, como la actriz francesa Arletty que, cuenta el historiador, durante su juicio en París por su affaire con un oficial alemán exclamó: “Mi corazón pertenece a Francia, pero mi vagina es mía”.
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Lo que ocurrió con los judíos fue terrible. “Sobre todo porque tenemos la idea de que el Holocausto generó una gran empatía con los judíos tras la guerra y ese no fue el caso. En muchos lugares se reavivó el antisemitismo. Los judíos supervivientes volvían a sus casas sin nada y tuvieron que luchar para recuperar sus propiedades. En ese conflicto, no hubo compasión con las víctimas". Lowe recoge casos como los de la judía holandesa superviviente de los campos a la que un conocido la recibió diciendo: "Tienes suerte de no haber estado aquí, ¡no sabes el hambre que hemos pasado!".
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En Hungría, Eslovaquia y Polonia hubo verdaderos pogromos. Al menos 500 judíos fueron asesinados en Polonia entre la rendición alemana y el verano de 1946”. Una de las tragedias que sobrevino con la paz fue la de la deportación forzosa de poblaciones desplazadas a lugares en los que les aguardaban duros castigos. “Los británicos y estadounidenses entregamos a los soviéticos a millares de refugiados y prisioneros de guerra procedentes de Europa oriental, como 70.000 cosacos y al ejército de Vlasov, sabiendo que les esperaba en muchos casos la muerte (los que caían en manos del Ejército Rojo tenían 90 veces más probabilidades de morir que los que apresaban los aliados occidentales)”.
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En Hungría, Eslovaquia y Polonia hubo verdaderos pogromos. Al menos 500 judíos fueron asesinados en Polonia entre la rendición alemana y el verano de 1946”. Una de las tragedias que sobrevino con la paz fue la de la deportación forzosa de poblaciones desplazadas a lugares en los que les aguardaban duros castigos. “Los británicos y estadounidenses entregamos a los soviéticos a millares de refugiados y prisioneros de guerra procedentes de Europa oriental, como 70.000 cosacos y al ejército de Vlasov, sabiendo que les esperaba en muchos casos la muerte (los que caían en manos del Ejército Rojo tenían 90 veces más probabilidades de morir que los que apresaban los aliados occidentales)”.
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Para el historiador lo más importante es que la nueva Europa, la nuestra, se forjó en medio de "esa época violenta y vengativa", y fue entonces cuando "muchas de nuestras aspiraciones, de nuestros prejuicios y rencores cobraron forma”.