“It seems to me that the natural world is the greatest source of excitement; the greatest source of visual beauty, the greatest source of intellectual interest. It is the greatest source of so much in life that makes life worth living.” ("El mundo natural me parece la mayor fuente de emoción, la mayor fuente de belleza visual y la mayor fuente de interés intelectual. Es la mayor fuente de tanto en la vida que hace que valga la pena vivirla.")
"See the world. Then make it better." Sir David Attenborough
Amo con todo mi corazón a David Attenborough, sólo verle o escuchar su voz me conmueve por dentro. Él sustituyó la trágica pérdida de Félix Rodríguez de la Fuente en mi formación ecologista y animalista y ha sido a través de su presencia bonhómica, sus sempiternas camisas azules y su emocionada mirada al mundo natural que he ido construyendo mi propia educación sentimental profundamente conectada con la maravillosa y muy amenazada biodiversidad de nuestro planeta.
Sólo tuve una vez el placer de verle en persona y fue a finales de los noventa en una preciosa librería de Oxford. Él estaba rodeado por un grupo de personas con las que departía y circundado por la luz de una vidriera que le sumergía en una especie de aura de santidad. Yo, sobrecogido, no me atreví a acercarme a balbucearle mi admiración pero guardo ese momento (al menos así es como lo recuerdo) como uno de los highlights de mi vida.
El pasado 8 de mayo, Sir David cumplió 95 magníficos años y a pesar de ello sigue activo, pletórico de vida y alma, sigue colaborando en documentales, en conferencias, en entrevistas, sigue aprendiendo y divulgando su inacabable sabiduría para seguir concienciando sobre la precariedad de la situación medioambiental en nuestro planeta. Pero llegará un día en el que se nos vaya y ese día lloraré como un niño y le echaré siempre de menos, pero me aferraré a seguir viéndoley oyéndole en su obra, en sus documentales, sus libros, sus conferencias, en su monumental legado, con su voz y su rostro iluminados por lo que más le emocionaba, el esplendor de la vida salvaje de nuestro mundo.
Pero por ahora sigue con nosotros y para celebrar estos 95 años de pura vida la BBC, la ejemplar cadena pública británica donde ha desarrollado casi toda su actividad profesional, ha publicado este video de 95 segundos, 95 momentazos Attenborough, que tenemos el placer de incluir en esta entrada-homenaje.
A lo largo de los años David Attenborough ha ido construyendo (mayormente en la BBC pero no solo allí), un corpus de magistrales series documentales que a lo largo de cuatro décadas nos han mostrado las maravillas de la vida salvaje de nuestro planeta, al mismo tiempo que influenciando a sucesivas generaciones de documentalistas a entregarse a la bendita profesión de mostrar a la Humanidad la incomparable belleza de la Naturaleza. El efecto benéfico que su carrera profesional, que su inmenso legado, ha tenido en cómo millones de personas percibimos lo salvaje es incalculable.
Durante todos estos años he podido ir viendo y coleccionando auténticas obras maestras del cine documental que fueron escritos/dirigidos/presentados por Attenborough. Desde la seminal 'Life On Earth' (1979) a la que seguirían 'El planeta viviente' ('The Living Planet', 1984) y 'La vida a prueba' ('The trials of life', 1990) plasmada también en un magnífico libro, para componer la trilogía Life.
A ellos siguieron, entre muchos otros, 'La vida secreta de las plantas' (The secret life of plants, 1994), 'La vida de las aves' (Life of birds, 1998), 'State of the planet' (2000), 'Planeta azul' (The blue planet, 2001), 'Life in the undergrowth' (2005), 'Planeta Tierra' ('Planet Earth', 2006), 'La vida a sangre fría' ('Life in cold blood', 2008), 'Galapagos' (2013), 'Africa' (2013), 'Planeta Tierra 2 ('Planet Earth 2', 2016) y 'Nuestro planeta' ('Our Planet', 2019).
Mi intención es seguir publicando todas las que pueda en este blog (en la propia etiqueta que Sir David tiene), para ofrecer a todo el que quiera verlo este canon audiovisual fundamental que exhibe, con las más increíbles imágenes, el fascinante mundo natural de nuestro planeta, algo que en sí mismo debería ser patrimonio de la Humanidad.
Pero Attenborough no ha querido sólo mostrar los esplendores naturales de nuestro planeta sino también alertar de las consecuencias del impacto del ser humano sobre los ecosistemas salvajes y así lo ha ido reflejando también en su obra, reservando normalmente una parte final de los documentales para hablar de las amenazas que se cernían sobre ellos.
Aunque siempre ha intentado dejar un mensaje positivo mostrando las oportunidades para revertir esas amenazas o al menos mitigarlas, la preocupación por la degradación de la Naturaleza se ha ido acentuando en sus trabajos de este siglo y más en la última década, según ese impacto, no sólo por efecto del cambio climático sino también por la depredación de los habitats y el tráfico de especies salvajes, se ha ido mostrando cada vez más dramático.
Sin embargo, nunca había visto a Sir David tan abatido, tan triste, tan superado por la conciencia de la pérdida como en este extraordinario documental que hoy presentamos en nuestro blog, 'David Attenborough: A life in our planet' -David Attenborough: Una vida en nuestro planeta-, dirigido por Alastair Fothergill, Jonathan Hughes y Keith Scholey en 2020.
"El mundo natural se desvanece. Hay pruebas por todas partes. Ha ocurrido durante mi ciclo vital. Lo he visto con mis propios ojos. Este documental es mi testimonio y mi visión sobre el futuro."
Este documental ha sido concebido, efectivamente, como su testamento vital y en él Sir David nos va desgranando algunos de los viajes y expediciones que a lo largo de su carrera profesional de más de 60 años ha realizado por todo el mundo, conociendo algunos de sus más increíbles parajes naturales y los fascinantes seres que los habitaban. Pero también mostrándonos cómo a lo largo de los 93 años (en aquel momento) de su ciclo vital el planeta Tierra ha ido sumando varios miles de millones de habitantes humanos (y miles de eficientes corporaciones empresariales de la depredación natural, añadimos) que han devorado todos los años millones de hectáreas de Naturaleza por todo el mundo a mayor gloria del capitalismo neoliberal.
Attenborough muestra su amargura al relatar cómo esa sobrepoblación, el desaforado desarrollo económico y la contaminación por plásticos e ingentes cantidades de gases de efecto invernadero han ido creciendo exponencialmente a lo largo del tiempo de su vida, invadiendo los ecosistemas naturales, devorando lo salvaje, diezmando la asombrosa biodiversidad que aún alberga nuestro planeta, esos maravillosos seres y parajes silvestres que él había conocido en su esplendor y que ahora ve amenazados por el colapso y la extinción. Así, nos va dejando algunos mensajes desolados en el que muestra su aflicción por todas las vidas perdidas, por tanta belleza destruida...
Sir David recuerda con gran tristeza hechos cómo cuando volvió algunas décadas después a un arrecife de coral en el Pacífico en el que había realizado su primer buceo, al comienzo de su carrera. Ese lugar que le había maravillado con su exuberante vida marina, con el colorido y las formas de multitud de animales, algunos a los que ni siquiera conocía le recordó, años después, a un cementerio. Los corales se habían blanqueado y habían muerto por el efecto del calentamiento global, los peces y otros seres marinos habían desaparecido por la sobreepesca y la visión de ese hábitat desolado le ofreció a Sir David un terrible ejemplo de lo que estamos haciendo al mundo natural.
Esto debería importarnos por el simple hecho de la incomparable belleza de cada especie, de cada uno de los milagros evolutivos que habita nuestra biosfera y su importancia mayúscula en el mantenimiento del intrincado entramado del equilibrio natural y deberíamos tener la sensibilidad de apreciar esa belleza. Pero si no la tenemos debería importarnos aunque fuera egoístamente porque ese equilibrio sostiene la existencia misma de las civilizaciones humanas y si la Naturaleza colapsa también lo haremos nosotros.
Las inquietantes ruinas de Prypiat, con la destruida central nuclear de Chernobyl al fondo, sirven a Attenborough para enmarcar la evidencia de algo que sabemos pero que decidimos situar en esa frontera difusa entre obviar o desatender: que el ser humano es capaz de construir paraísos con la fuerza de su intelecto y destruirlos con sus errores. Y que la Naturaleza nos sobrevivirá y prosperará cuando ya no estemos.
A lo largo del documental Attenborough nos abre su corazón:
"Tengo 94 años. He tenido una vida extraordinaria. Sólo ahora me doy cuenta cómo de extraordinaria. He tenido la suerte de explorar los lugares silvestres de nuestro planeta. He viajado por todo el mundo. He contemplado a los seres vivos de cerca en todas sus variedades y maravillas. La verdad es que no podía imaginarme mi vida de otro modo. Siempre me ha apasionado explorar, correr aventuras, aprender más de la fauna y la flora. Y sigo aprendiendo, tanto como cuando era niño. Cuando era joven sentía que estaba en la Naturaleza experimentando el mundo natural salvaje pero era sólo una ilusión (...) La gran tragedia de nuestro tiempo ha estado ocurriendo a nuestro alrededor, apenas perceptible día a día, la pérdida de nuestras tierras salvajes, de su biodiversidad. Yo he sido testigo de este declive. (...) "La humanidad se encuentra en una encrucijada, el mundo natural está seriamente amenazado y las consecuencias pueden ser apocalípticas", advierte Attenborough que, sin embargo, dedica la última media hora de programa a dar cuenta de las soluciones que ya están aquí para detener la emergencia climática: desde la agricultura urbana a las energías renovables, desde las zonas de exclusión de pesca en los océanos a la drástica reducción del consumo de carne, desde los proyectos de renaturalización hasta el reaprovechamiento total de los recursos.
"El futuro de la vida en la Tierra depende de nuestra capacidad para tomar medidas. Muchas personas están haciendo lo que pueden, pero el verdadero éxito sólo puede venir si hay un cambio en nuestras sociedades, nuestra economía y en nuestra política. He sido afortunado en mi vida por ver algunos de los mayores espectáculos naturales que el mundo ofrece. Sin duda, tenemos la responsabilidad de dejar para las generaciones futuras un planeta que sea saludable, habitable para todas las especies." (...) "Los periódicos sólo hablan del virus, y está bien porque todos queremos saber", se lamenta Attenborough, que prosigue: "El problema es que el cambio climático ha desaparecido de los titulares porque se percibe como un futuro distante. La temperatura de la Tierra ha aumentado un grado desde que yo nací, y puede aumentar entre tres y cuatro grados este siglo si no cambiamos de rumbo. El cambio climático está ya aquí: los jóvenes hacen bien en recordárnoslo".
Vamos terminando este homenaje y nuestra felicitación por su 95 cumpleaños (perdona el retraso, David) con otra de sus frases: "'Una vida en nuestro planeta' es mi declaración como testigo y mi visión para el futuro. Es la historia de cómo hemos llegado a hacer esto, nuestro más grande error, y cómo, si actuamos ahora, aún podemos enmendarlo. Tenemos una oportunidad final de crear el perfecto hogar para nosotros mismos restaurando el maravilloso mundo que hemos heredado. Lo único que necesitamos es la voluntad para hacerlo."
Aunque me temo que él sabe que la creación de ese hogar común para todos (y con ello la salvación de la biodiversidad planetaria y, por ende, la nuestra) es prácticamente imposible por la gran cantidad y enorme poder de los factores en contra, entre ellos unos horizontes temporales de actuación que son sistemáticamente sobrepasados sin cumplir las promesas que albergaban.
Sin embargo Sir David intenta mantener el optimismo, porque debemos seguir intentándolo, porque existen las alternativas a que el colapso termine sucediendo, o al menos poder mitigar las consecuencias. La lucha por la conservación natural es la mayor y la más perdida de todas las causas perdidas pero precisamente por ello no hay que dejar nunca de luchar por ella, por saber que al menos nosotros hicimos lo que pudimos.
En fin, 'Una vida en nuestro planeta' es el colofón a la carrera de un hombre que ha dedicado su vida a la difusión de la naturaleza y a su conservación para placer y maravilla de varias generaciones de espectadores, entre ellos este viejo y melancólico juez que intenta imponer la ley a este lado del río Pecos. Esperemos que lo disfruten y que junto a nosotros luchen hasta el final por esta bella causa y por todo lo que representa.
Precioso! Llena de corazón, cómo tus mejores entradas..
ResponderEliminarMuchas gracias, Fiore..
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ResponderEliminarof intrigue, aesthetic beauty, and intellectual appeal is found in the natural world.