Simplemente hay que querer hacerlo, tomando medidas de prevención tan sencillas como tener mastines y estar con los animales durante el día y guardarlos por la noche. Lo que no se puede hacer es dejar a los rebaños sin atender y sin guardar y quejarse luego de que viene el lobo, para pedir compensaciones económicas o directamente matarlo.
Junto a Sofía, hablan Fernando Rodríguez Tábara, ganadero de Sanabria (Zamora), y Juan Miguel Díaz, un pastor trashumante entre Extremadura y Riaño, en León. Tres voces rurales que defienden sin tapujos un mensaje que para algunos en el sector ganadero es casi una blasfemia: la coexistencia con el lobo es posible. Es difícil no emocionarse al escuchar sus historias de campo y de vida, historias que te revuelven por dentro y te hacen empatizar con la dureza de un oficio en declive.
Es posible, como demuestran estos testimonios, aunque eso no significa que sea fácil. Protegerse de los depredadores, tomar medidas como tener mastines de protección o encerrar al rebaño por las noches, implica un sobrecoste y una carga extra de trabajo para un sector que ya está al límite. “El ganadero en extensivo, sobre todo el pastor tradicional, es una especie en peligro de extinción”, aseguró durante la presentación del vídeo en Madrid el coordinador de conservación de WWF España, Luis Suárez.
Medidas como la contratación de pastores para cuidar los rebaños en la montaña durante los meses de verano -como ha comenzado a financiar el Gobierno de Navarra en los valles pirenaicos donde ronda el oso-, entregar y cubrir el coste de mantenimiento de los mastines, o la compra de vallas electrificadas para proteger al ganado. “Cada explotación y cada tipo de gestión del ganado es diferente. No hay una receta mágica”, explicó durante la presentación Yolanda Cortés, de WWF, bióloga experta en la conservación del lobo ibérico y en coexistencia.Quizá con ese apoyo podrá calar esta nueva visión en el mundo rural, una que pasa de la cultura del odio y del exterminio, a una cultura del respeto y la coexistencia. En palabras de Sofía, la guía yvaqueira de alzada: “Para mí no sobramos nadie aquí. Quiero que estemos todos y que convivamos. (…) Ver a los ganaderos orgullosos de tener a los lobos en estas tierras… Sería alucinante que eso pudiera llegar a pasar. Pero no lo pueden hacer solos”.


