Parásito 1. biol. Modo de vida y tipo de asociación propia de los organismos parásitos. 2. Costumbre o hábito de quienes viven a costa de otros a manera de parásitos 1. adj. Biol. Dicho de un organismo animal o vegetal: Que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo.
Pere Estupinyá, antiguo colaborador de Punset en Redes, nos ofrece en su blog un excelente artículo, "Del miedo al amor en un sólo parásito". En él nos cuenta el caso del toxoplasma, un parásito que infecta a los ratones produciéndoles cambios conductuales, ya que afecta su cerebro disminuyendo la secreción de una hormona relacionada con el estrés, la corticosterona, así como activando ciertas áreas cerebrales relacionadas con la atracción. Esto provoca que los ratones infectados no sólo no huyan cuando huelen orín de gatos sino que de hecho, hace que se sientan atraídos por ese olor, como cuando huelen las hembras de su especie.
Evidentemente, al aumentar la exposición al peligro, estos ratones son más fácilmente cazados por el gato y así el toxoplasma puede completar su ciclo vital en el sistema digestivo del gato, que es donde se reproduce. El artículo menciona igualmente una charla con un investigador del tema que sugiere (el simpático toxoplasma parece que también nos habita a los humanos) que algunas conductas digamos "anormales" de las personas podrían estar relacionadas con los parásitos.
Este artículo me ha traido a la cabeza la excelente serie documental "La vida a prueba", de Sir David Attenborough. En ella, este magnífico biólogo y comunicador (le ví en una librería de Oxford hace ya bastantes años y me emocioné) explicaba cómo algunas aves conviven con unos parásitos llamados tremátodos en su intestino. En sus deyecciones, estas aves expulsan los huevos de estos parásitos, que al caer al suelo, pueden ser comidos por caracoles.
Una vez dentro del caracol, las larvas de los parásitos eclosionan y llegan hasta el hígado, donde se reproducen y forman quistes móviles que cada mañana se dirigen a las antenas del caracol, hinchándolas de forma grotesca, latiendo y luciendo sus franjas coloreadas a través de la delgada piel del caracol para hacerse más visibles. Y de la misma forma que ocurría con los ratones, afectan el cerebro del desdichado caracol haciéndole permanecer al descubierto y exponiéndolo claramente a ser cazado por otra ave en la cuál volver a empezar su ciclo vital. Esta siniestrez puede verse en el siguiente video.
Asi, vemos convertidos a algunos parásitos en auténticos genios del mal (de la supervivencia) a pequeña escala, en los Octopussy o Dr. Moriarty de la naturaleza. Sin embargo, no hay que irse muy lejos para encontrar casos de parasitismo extremo también en las sociedades humanas provocando también en ellas comportamientos aberrantes. En España podríamos sacar alguno, seguro, pero hay uno que siempre me ha llamado la atención poderosamente. Italia.
De todos es conocida la implantación de la mafia en Italia, sobre todo en el sur. La 'Ndrangheta calabresa (ahora mismo la más poderosa del país), la Cosa Nostra siciliana, la Sacra Corona Unita, en la región de Apulia y la Camorra napolitana. El caso de las basuras en Nápoles y ciudades cercanas que saltó a comienzos de 2008 llevaba ¡años! produciéndose. La Camorra se ocupaba de enterrar los desechos tóxicos por un precio más de un 50% más barato de lo que costaría procesarlos y en su caso reciclarlos. Y eso se permitió año tras año.
Claro, ahora mismo esos masivos enterramientos en los que entraba no sólo basura y desechos tóxicos producidos en la Campania, sino provenientes de toda Italia e incluso Europa, ya no pueden con más desechos y ya, sencillamente, no saben qué hacer con ellos. Lo terrible es que sucesivos gobiernos italianos, sin importar ideologías, permitieron esto, dilapidando ingentes cantidades de dinero propio y de la Unión Europea en un pozo sin fondo que al final se ha llenado.
Claro, ahora mismo esos masivos enterramientos en los que entraba no sólo basura y desechos tóxicos producidos en la Campania, sino provenientes de toda Italia e incluso Europa, ya no pueden con más desechos y ya, sencillamente, no saben qué hacer con ellos. Lo terrible es que sucesivos gobiernos italianos, sin importar ideologías, permitieron esto, dilapidando ingentes cantidades de dinero propio y de la Unión Europea en un pozo sin fondo que al final se ha llenado.
También es conocida la infiltración de estas organizaciones criminales en los resortes del poder en Italia. En un artículo de mayo de este año, el profesor de la Universidad de Columbia y experto en la mafia Alexandre Stille, pone de manifiesto las estrechas y entrelazadas relaciones entre los políticos italianos y las mafias. Ahí tenemos a Salvatore Cuffaró, que aún con una condena por complicidad con mafiosos fue elegido presidente de la región de Sicilia. O claro, la persona que mejor ejemplifica las corrupciones y el despotismo, "Il cavalliere" (qué terrible ironía este apodo) Silvio Berlusconi y su secular lucha por entorpecer las acciones de la Justicia contra él, modificando las leyes para que sea mucho más complicado enjuiciar cualquier delito, incluídos, claro, los de la mafia. Y ya no hablamos de las pruebas que se siguen acumulando contra él de connivencia directa, sin ambages, con la mafia. En fin, les recomiendo el artículo para seguir informándose al respecto. No tiene desperdicio.
Entonces, ¿qué es lo que ocurre en una sociedad como la italiana, una de las principales potencias mundiales, para que siga votando a fulanos tan impresentables como Berlusconi, para que siga permitiendo que organizaciones criminales les cobren el "pizzo" en sus negocios, para que avanzado el siglo XXI, siga permitiendo esta vergüenza? Tal vez este comportamiento aberrante sea otro simple caso en la naturaleza de parasitismo extremo, en el que Berlusconi, la mafia y la corrupción no serían más que quistes latentes en las antenas de un desdichado caracol zombie llamado Italia, que camina moralmente errático, con el cerebro cortocircuiteado, infestado hasta el alma.