(...) El protagonista de "El tercer hombre" sólo aparece en la parte final aunque su seductora y demoniaca personalidad anda flotando desde las primeras secuencias. Se llama Harry Lime, es amoral y cínico, trafica con penicilina adulterada en la ruinosa Viena de la posguerra, admira la sanguinaria Italia del Renacimiento porque la existencia de los Borgia no impidió que convivieran con artistas como Miguel Ángel y Leonardo mientras que Suiza en infinitos años de paz lo único que había logrado inventar era el reloj de cuco, ha hecho trabajos sucios para los aliados y para los soviéticos, se burla de conceptos tan banales como lo correcto y lo incorrecto, sabe que una mujer a la que enamoró perdurablemente y el fiel amigo de la adolescencia, dos perdedores honrados, siempre tendrán serias dudas, a pesar de las evidencias, sobre su monstruosa naturaleza.
"El tercer hombre" posee el aroma de los misterios indescifrables. También el clima de las pesadillas. Graham Greene escribió la novela y Carol Reed firma la película, pero todo en ella lleva el aroma del mejor Welles, aunque aparentemente él se limite a meterse en la piel y en el espíritu de uno de los cabrones más fascinantes de la historia del cine.(...)