Seis años ya cayendo miserablemente en octavos de final (y ocho ya sin ganarla), perdiendo un poco más del enorme prestigio que aún le queda a un club de leyenda, pero menos. Y este año con el plus de la cara de tonto que se nos queda al no comprender bien qué es lo que se ha hecho mal y la cara de pánico que se nos queda si pensamos en el Barça ganando la Champions en el Bernabéu, hecho apocalíptico que provocaría la desconexión colectiva del fusible del futbolerismo en el cerebro de los redactores de Vida y Tiempos del Juez RB.
Como aquel mitológico Sísifo condenado en el infierno a empujar eternamente colina arriba una roca que antes de llegar a la cima siempre rodaba colina abajo, cada año el equipo madridista empuja y arrastra su orgullo perdido y su autocomplacencia y es atropellado por ellos, coleccionando afrentas y trafalgares, tratando inutilmente de vencer el oscuro maleficio que lo persigue y obsesiona.
A este paso veremos un anuncio pidiendo abonados con un texto del tipo: "Papá, ¿por qué somos del Madrid?"
ResponderEliminarAguanta Luis, aguanta.