Para nuestra cuarta entrada sobre el cine hecho en nuestro continente, ofrecemos una película de uno de nuestros directores preferidos aquí en Redacción de Vida y Tiempos, el director polaco Krzysztof Kieslowski, fallecido en 1996 a la edad de 55 años. Nacido en plena segunda guerra mundial, con 16 años se inscribe en la Escuela de Cine y Teatro de Łódź, comenzando a filmar documentales y cortometrajes sobre la vida de los trabajadores y soldados de su Polonia natal aunque ya mostrando su querencia a escarbar dentro del alma de sus personajes.
A mediados de los ochenta comienza una serie de 10 episodios para la TV llamada "Decálogo", consistente en diez mediometrajes que revisitan en clave actual los Diez Mandamientos adaptados a la vida de la gris Polonia de la época, entre los que sobresalen "No matarás" y "No amarás" (con cuyas imágenes fabricamos una de nuestras Adherencias) que posteriormente fueron reeditados como largometrajes.
Años más tarde, entre 1993 y 1994 realizó una de las cumbres del cine europeo moderno, la trilogía Azul, Blanco y Rojo (que intentaremos publicar en este blog en los próximos meses), tres filmes inspirados en los colores de la bandera de la que sería su patria adoptiva, Francia y sus principios fundacionales, Libertad, Igualdad y Fraternidad. Estos fueron reinterpretados por Kieslowski sumergiéndose en las sombras de la vida europea contemporánea para indagar una vez más en la condición humana a través de unos personajes desesperanzados que luchan por sobrevivir a sus desastres íntimos.
En su cine, Kieslowski bucea en los complejos mecanismos del comportamiento y las relaciones humanas que acompañan el dolor, la pérdida, el instinto de supervivencia, la libertad individual, el amor y el desamor, la conciencia moral, Dios y sus ausencias, el Azar y sus presencias, la soledad y la incomunicación, presentes más que nunca en nuestras sociedades. A destacar también las magníficas composiciones de quien puso música a casi toda su filmografía, el compositor polaco Zbigniew Preisner.
Les dejamos pues con el primer encuentro entre Polonia y Francia de la mano de Kieslowski, La doble vida de Verónica (La double vie de Véronique, 1991), de Preisner y de, por supuesto, Irene Jacob, casi nada. Disfruten de esta pequeña joya del cine europeo, de la mirada elegante y melancólica de Kieslowski, de su cine intimista, lleno de matices y de metáforas, de color y de silencios.
P.D. Si quieren un análisis crítico más en profundidad de esta película les recomendamos