Como tercera entrega del ciclo de películas dirigidas por el recientemente fallecido Luis García Berlanga hoy les ofrecemos La vaquilla, otra de las grandes comedias del director valenciano.
Esta película, realizada en 1985 junto a su inseparable guionista José Luis Azcona, narra con humor esperpéntico y talante conciliador las peripecias de un "comando" de soldados republicanos que se infiltran tras las líneas enemigas con el propósito de boicotear la festividad de la Virgen de Agosto, que va a celebrarse en un pueblo aragonés tras las líneas nacionales. Para ello planean secuestrar la vaquilla que va a ser toreada en la plaza del pueblo e intentar llevarla a sus líneas para alimentar a la famélica tropa republicana.
Alfredo Landa, José Sacristán, Guillermo Montesinos, Agustín González, Luis Ciges entre otros muchos conforman el magnífico reparto coral de esta simpática comedia sobre los peligros de la confraternización con el enemigo en una guerra civil. La mirada amable que el tandem Berlanga-Azcona ofrece sobre los encuentros entre los personajes de ambos bandos (en los que se comprobaba que al final todos eran desdichados españolitos, en un bando u otro por aquello de la guerra) hizo que consiguieran su último gran éxito de público al que asiguió, algo después, el de la crítica.
Esta película, realizada en 1985 junto a su inseparable guionista José Luis Azcona, narra con humor esperpéntico y talante conciliador las peripecias de un "comando" de soldados republicanos que se infiltran tras las líneas enemigas con el propósito de boicotear la festividad de la Virgen de Agosto, que va a celebrarse en un pueblo aragonés tras las líneas nacionales. Para ello planean secuestrar la vaquilla que va a ser toreada en la plaza del pueblo e intentar llevarla a sus líneas para alimentar a la famélica tropa republicana.
Alfredo Landa, José Sacristán, Guillermo Montesinos, Agustín González, Luis Ciges entre otros muchos conforman el magnífico reparto coral de esta simpática comedia sobre los peligros de la confraternización con el enemigo en una guerra civil. La mirada amable que el tandem Berlanga-Azcona ofrece sobre los encuentros entre los personajes de ambos bandos (en los que se comprobaba que al final todos eran desdichados españolitos, en un bando u otro por aquello de la guerra) hizo que consiguieran su último gran éxito de público al que asiguió, algo después, el de la crítica.
Berlanga se aleja de agrias consideraciones políticas, mezcla costumbrismo, anarquía y disparate, pero entrevera la película con la amargura de una época triste, como cuando tras la epopeya de los protagonistas la cierra con un final maestro, que nos recuerda que después de aquel conflicto cruel entre las dos Españas ésta acabó siendo poco más que un despojo al sol.