Este es el blog. Y esta es nuestra web, está todo más ordenadito, mejor.

18 de mayo de 2011

Un mundo mejor es posible (12) El descrédito de la política. ¡No nos representan!



El virus de Tahrir llega a Europa. Ramon Lobo (El País. 18/05/2011)

Donde no existe libertad es necesario perder el miedo; sucedió en Túnez y en Egipto, sucede en Libia, Siria y Yemen. Sucederá en más países, árabes o no. Donde hay libertad es necesario romper la molicie, un conformismo que ha transformado (trastornado) a los ciudadanos en consumidores, algunos de todo a cien.

Madrid no es Tahrir, pero el 'virus' es el mismo: la hartura de una juventud sin esperanza, abocada a un mercado menguante que se moderniza recortando derechos sociales y trabajos, con el único horizonte de contratos basura de larga duración. Hay miles de historias de mujeres y hombres que no encuentran un empleo, que padecen. Nadie habla de ellos. Prevalece la voz oficial, la de los otros, la del lenguaje burocratizado, la de las ruedas de prensa sin preguntas, la de los intocables.

Esas historias olvidadas, desatendidas, encontraron eco en las redes sociales (Twitter: #15M; #nonosvamos, #spanishrevolution). Como en Egipto: jóvenes, y no tan jóvenes, se movilizan sin siglas, sin banderas, sin el quien-convoca, solo por que es un derecho.

Desde Occidente se miró con inquietud y desconcierto el estallido de las revueltas de Túnez y Egipto. No debe sorprender. El partido del dictador Ben Ali pertenecía a la Internacional Socialista. Eran dictaduras blandas con el negocio extranjero. Los que eran presidentes respetables se convirtieron de repente en dictadores. Ahora no sabemos bien qué escribir: ¿rey de Arabia Saudí o autócrata? Desde las enseñanzas del padre Vitoria hay una fórmula sencilla: presidentes son los que ganan; dictadores, los que pierden.
Cuando los que ganaban pierden cambian las lealtades, se firman nuevos contratos. No hay memoria. Nadie la desempolva de las hemerotecas. Sucedió en Congo.
Cuando se come caliente tres veces al día y el agua potable no es un problema que exija horas y horas de esfuerzo y riesgo, surge la educación, la cultura, el ocio. La educación nos enseña a elegir y nos dota de instrumentos e información para elegir bien.
Los que saben y pueden elegir estaban mudos. La pregunta que muchos se hacen es sencilla: ¿estamos ante el nacimiento de una primavera en España? ¿En Europa? ¿Es solo una moda, una acampada? ¿Tiene recorrido? Los motivos tienen recorrido, son una segunda piel; las personas está por ver.