Del blog El Nostromo Peregrino publicamos su magnífica entrada sobre Jacques Tardi, uno de los mejores dibujantes de comic actuales, que ha ambientado varios de sus trabajos en la Primera Guerra Mundial, retratando las falacias de los altos mandos que no dudan en sacrificar miles de soldados para conseguir supuestas glorias bélicas, el miedo de los soldados a la muerte y las amputaciones, a buscar ayuda recogiéndose las tripas, a agonizar enganchado a una barrera de alambre de espino, en fin, todo el catálogo de horrores de la guerra de trincheras.
Adjuntamos ripeado el documental "Tardi y Verney en los campos del horror" que el mismo Tardi regala con su libro ¡Puta guerra! en el que el autor francés pasea junto al historiador Jean Pierre Verney por los antiguos campos de batalla franceses mientras recuerdan la gran guerra que diezmó toda una generación de jóvenes europeos.
Jacques Tardi: La guerra de las trincheras
Hace unos días quedé petrificado con un documental sobre el último día de la primera guerra mundial. A las 11, del día 11, del mes 11 de 1918 terminó la primera guerra mundial. La victoria se había asegurado y ya se había llegado a un acuerdo sobre los territorios. Entonces ¿ Por qué en ese día murieron más soldados que el día D ?. La verdad es que cuesta bastante de entender y digerir lo monstruoso de la historia. Un ejemplo: El último día de la guerra, a pesar de estar firmada la paz, hubieron varios ataques aliados para llevarse el mérito de haber realizado el último ataque. Escudándose en que ellos no habían recibido la orden por escrito murieron ese último día unos 15 mil hombres, para que algún general se llevase una medallita. Ese último día se envió (entre otros) un batallón de soldados negros al combate. Solo se dedicaban a mantenimiento, no tenían formación. Cayeron el 60 por cien. A pesar de la pérdida en vidas humanas, no se obtuvo nada, ya que los territorios ganados aquél día fueron finalmente devueltos a Alemania.
Inevitablemente estas anécdotas y muchas otras sobre la barbarie humana me vienen a recordar a uno de los mejores comics anti-bélicos del noveno arte, y uno de mis comics favoritos de siempre. Se trata del clásico de Jacques Tardi " La Guerra de las Trincheras 1914-1918 ", una obra de lectura obligada e imprescindible para entender bajo otro punto de vista la vida y los padecimientos sufridos en carne viva de unos seres humanos con nombres y apellidos concretos.
Pero según palabras de Tardi " ...No se trata de plasmar la historia de la primera guerra mundial en un comic, si no de una sucesión de situaciones no cronológicas vividas por hombres manipulados e involucrados, visiblemente descontentos de encontrarse donde estaban y con la única esperanza de vivir una hora más, deseosos sobre todo de volver a sus casas... ¡ En una palabra que la guerra terminara ! no hay " héroes " ni " personaje principal " en esta lamentable aventura colectiva que es la guerra. Solamente hay un enorme y anónimo grito de agonía... ".
A Jacques Tardi lo descubrí precisamente por este comic, que por entonces lo publicaban por capítulos en la revista El Cairo, allá por los primeros años ochenta, y ya desde un principio me llamó la atención su dibujo, un dibujo engañosamente simple, pero que sin embargo transmite con enorme precisión las diversas situaciones por las que tienen que atravesar los personajes en semejantes y penosas condiciones de vida: el trabajo gráfico de Tardi, es además cuidadoso y documentado hasta los detalles más minuciosos de la época. Para La Guerra de las Trincheras el autor contó con la colaboración del historiador Jean Pierre Verney para documentar aspectos concretos de la vida militar de aquel tiempo como los consejos de guerra o la organización de las trincheras que dan al libro una mayor intensidad.
La Guerra de las Trincheras debe leerse en clave documental. La obra se divide en pequeñas historias donde Tardi también demuestra un especial don narrativo para tratar la deprimente atmósfera de la vida en las trincheras, y sus personajes " Pero no tiene un protagonista fijo, porque el personaje central muere al poco de lo conozcamos, para ser sustituido por otros que pronto correrán la misma suerte: el protagonista es coral, los rostros y los nombres de los hombres uniformados son intercambiables, el relato se organiza como una sucesión de anécdotas, que según avanza la lectura, se deshilachan en meras impresiones de combate, datos, detalles, instantáneas cargadas de patetismo y de drama ".
Tardi elude los héroes y sus convenciones. En cierta medida, sus personajes resultan inexpresivos, carentes de vida. Como el mismo señala: " Si pudiera hacer historias sin personajes, tan sólo basados en el escenario, lo haría. Sé bien que eso no es posible. [...] Pero dibujando atmósferas creo decir más sobre la gente de lo que ellos mismos podrían contar ".
Tardi no tuvo que buscar testimonios reales demasiado lejos; los recuerdos de las dos guerras formaban parte de su vida familiar. " Cuando era un crío, mi abuelo, superviviente de la guerra del catorce, me contaba los horrores de la contienda. Yo tenía cinco años, le veía muy a menudo; creía que lo hacía por hacerme rabiar. Era un hombre tranquilo y dulce. Venía a buscarme a la salida del colegio, le gustaba cantar El tiempo de las cerezas al terminar de comer. Al morir intenté analizar a este hombre, quería dar cuenta de su historia ". Pero su abuelo no fue el único antecedente militar en su familia ". Más tarde, quedé conmocionado por la guerra de mi padre. [...] Estuvo prisionero durante seis años y volvió a casa con las ilusiones perdidas. Como dejó sus estudios por completo debido a la guerra, decidió reengancharse en el ejército. Durante toda su existencia adoptó la actitud de un hombre vencido ". En 1945 su padre fue destinado a Alemania como parte de las fuerzas aliadas que ocuparon Alemania tras la derrota y Tardi conoció, junto con la decepción de los vencidos, la presencia de la cultura Norteamericana. Siempre ha reconocido la influencia paterna en su evidente pesimismo: " Me impregnó con sus decepciones y sus desilusiones. [...] Volvía siempre sobre la guerra y sobre lo que había vivido. Mi carencia de optimismo viene desde luego de él. Quedé marcado por la mentalidad de esta generación que tiene el sentimiento de haber perdido todo ".
Esta obsesión por la guerra de Jacques Tardi muestra su aspecto más sombrío en La Guerra de las Trincheras. " Creo que este lado sombrío viene de lo que me rodea. Basta que encienda la radio, que escuche las noticias, que lea el periódico para no estar muy intusiasmado ".
En La Guerra de las Trincheras, más que las gestas militares. Tardi quiere retratar la absurdidad del conflicto y las historias a pie de trinchera en un comic claramente antimilitarista. " Lo que yo quiero es mostrar al pobre tío que está en el frente, que pasa frío bajo la tempestad y quiere volver a casa. Nada de superhéroes, yo tengo más capacidad para identificarme con el que sufre. Por eso he querido mostrar la miseria del día a día en las trincheras ", explica Tardi ante sus viñetas, que en ocasiones no ahorran en realismo y muestran las ratas y el agua putrefacta en la que se hincaban las botas de los soldados. Esos a los que las balas sí alcazaban ".
"Secuencias de pobres desgraciados, alemanes o franceses, de mirada perdida, la angustia y el miedo son visibles. A menudo me he hecho esta pregunta: ¿Cómo podían descansar bajo el fuego? ¿Cómo podían dormir? ¿Cómo se despertaban? ¿De dónde sacaban un poco de esperanza para tener aquella energía? La lluvia, el barro, la tristeza, el frío, los obuses... comprendo las mutilaciones voluntarias, los amotinados, la deserción... No lo he relatado -todo- pues sería un trabajo inhumano. Tras las charlas de mi abuelo, se apoderó de mí la necesidad de dar testimonio de principios de siglo. Me he informado en una extensa selección de libros, los cuales me sirvieron de inspiración frecuentemente, sirviéndome de gran ayuda como punto de partida para un episodio -romántico-. Mi intención no era hacer un catálogo del armamento o de los uniformes -aunque me haya documentado a fondo, - y menos de realizar estadísticas: número de obuses por metro cuadrado, o número de hombres caídos en tal o cual ofensiva... "
"He eludido todos los hechos -históricos- que durante tanto tiempo después constataron y analizaron los historiadores, o mejor, relatados por testimonios; y fue precisamente de estos últimos de quienes conseguí las mayores facilidades para determinadas informaciones, pues cabe remarcar que las -cifras oficiales- son muy diferentes de una obra histórica a otra. Yo no estuve allí, y tuve que apoyarme tanto en citas discutibles como no discutibles, algunas dudosas o contradictorias: y aun así, los -especialistas- tendrán algo que decir... No me intereso más que en el hombre y en su sufrimiento, y mi indignación es grande."
"Me he limitado al bando francés por dos razones evidentes. ¿ Cómo reaccionaron en combate los ingleses ? ¿ Cómo era el estado anímico de los italianos ? Es muy difícil imaginar la mentalidad de un joven en 1914... Por supuesto, la mayoría de las naciones participantes en el conflicto salen mencionadas y se hace constante alusión a los alemanes como -los boches-... (he empleado este término sin desprecio, pues era el que se usaba en esa época). Espero haber sido lo suficientemente claro para que nadie hable sobre sentimientos de venganza o nacionalistas. He querido hacer alusión a las pobres gentes de nuestras -colonias- alegremente invitadas a participar en la -fiesta-. Quien ha llamado mi atención es el hombre, sea cual sea su color o nacionalidad, el hombre de quien se dispuso, el hombre cuya vida no valía nada en manos de sus superiores... pues esa banal constatación hoy en día tiene un valor."
Entre las breves historias de La Guerra de las Trincheras. Tardi recoge algunas anécdotas que le relataban su familia siendo un niño" Disparos de ametralladoras... El soldado se arroja al suelo, se tiende boca abajo. La culata de su Lebel le propina un golpe en los riñones. La sopa se derrama por el suelo, siente la tibieza del caldo contra el muslo. Se esfuerza por desprenderse del fusil, y se traba con las cintas de los zurrones, con los dedos llenos de barro.¡ Es la confusión, el follón, el pánico y sobre todo no hay que moverse ! Disparan de firme y desde no muy lejos. Hace dos minutos, la calma chicha, pero ahora no tiene punto de comparación. Las balas se estrellan a escasos centímetros de su cuerpo. Fijo que le alcanza una, ahí como un idiota, tirado en el barro... tirado en la mierda, sí... ¡ Y apesta !... ¡ Seguro que cerca de allí hay un boche pudriéndose ! Ya nadie hace caso de los cadáveres, hay tantos, por capas, franceses, alemanes, se camina sobre ellos, ya nadie se molesta en cubrirlos... Se vive con ellos y hasta te son útiles; cuelgas la cantimplora de un pie que sale de la pared de la trinchera... ¡ Pero el muerto esta ahí cerca desprende un tufo que tira de espaldas ! Es un mal menor. [...] Se ha hecho de día. Los ardores guerreros se calmaron un poco y luego se hizo el silencio. Ahora ya se puede ver y el soldado se percata de que ha pasado la noche tendido sobre un muerto, con las manos metidas en su vientre. Lo que creía barro a resultado ser carne putrefacta, infecta. Por más que uno se crea endurecido, acostumbrado al horror, indiferente al mondongo caliente que se devana de los cuerpos reventados, una cosa así no te deja frío... ¿ Y las enfermedades ? ¿ Y si se hubiera hecho un corte en las manos ?... El tétanos, la gangrena y vete a saber qué más... Su primer pensamiento: encontrar agua... lavarse las manos en un repugnante charco. [...] El soldado ha pasado la mañana buscando agua, pero no ha encontrado... Se ha limpiado las manos en los faldones de su capote. Esto pasó en Verdún. Mi abuela me contó esa historia, la historia de mi abuelo. Yo tenía cinco años; mi abuelo se había chupado toda la guerra, y había sufrido el ataque de los gases... "
La vitalidad de su obra se impone sobre otras consideraciones. Es un decidido antimilitarista que ha producido una obra que va mucho más allá del relato panfletario. Sin duda, la imagen más intensa que la literatura haya dado de aquella guerra monstruosa, está en las páginas que Tardi ha dibujado. Imprescindible...
Documental - ¡Puta guerra!
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