Para nuestra cuarta entrada sobre el periodismo y los periodistas publicamos un estupendo artículo de una de nuestras secciones fetiche, La Contra, de La Vanguardia. En ella se entrevista a Paddy Coulter, veterano periodista británico que nos habla de la decadencia de su profesión en tiempos de Internet y del auge del auge de un pseudoperiodismo que ha evolucionado hacia un sensacionalismo perverso y manipulador instaurado por personajes tenebrosos y delictivos como Rupert Murdoch y sostenido por millones de consumidores de chismorreos y naderías informativas.
Porque el buen periodismo, profesional, independiente e inquisitivo es esencial para la democracia, abogamos porque logre adaptarse y resistir estos tiempos convulsos, pues como dice Paddy Coulter "un político corrupto prefiere blogueros a periodistas", algo con lo que estamos de acuerdo. Adjuntamos el reportaje de Informe Semanal "Murdoch, el magnate en el banquillo" sobre el todopoderoso magnate australiano, el escándalo de las escuchas ilegales (que a muchos no importaba cuando se realizaba a actores y futbolistas) y los delictivos manejos de su imperio mediático sobre la verdad y sobre la policía y la clase política británica.
"Un político corrupto prefiere blogueros a periodistas"
La Contra - Lluís Amiguet
Paddy Coulter, investigador del futuro del periodismo y director de Oxford Global Media Tengo 65 años; fui periodista en la BBC y Channel 4 hasta hacerme investigador en Oxford. Nací en Belfast. Casado, dos hijos a quienes habitué a leer prensa: la universidad diaria. En la era digital sólo quedará un periodista de cada tres. Colaboro con el Col·legi de Periodistes.
Indignos del nombre
No todo lo que se publica es periodismo. Coulter niega esa dignidad a The Sun y me lee la portada: "Frankie (de Gran Hermano) quiere montarse un trío". Tacha de "chorizos no periodistas" a los empleados de Murdoch en The News of the World que pincharon los móviles de famosos y realeza. No hubo indignación general por las intimidades violadas de esos vips, pero sí cuando manipularon el buzón de voz de una niña que había sido asesinada. Pero The Sun sigue ganando millones, mientras la prensa de calidad languidece. Y Coulter denuncia otro escándalo silencioso: "La inmensa tragedia de Darfur fue cubierta para todo el planeta por sólo ocho –estos, sí– periodistas".
Caen las ventas de periódicos, las audiencias de televisión y la publicidad. Miles de periodistas pierden sus empleos. Esperamos ver reducido su número a un tercio de los actuales. Un investigador de Columbia los considera "en extinción".
¿No volverán a contratar a periodistas cuando mejore el ciclo económico?
No es una cuestión de ciclo, sino un cambio de modelo de negocio en el que el oficio de periodista tiene difícil encaje. Así que si su hijo le dice que quiere ser periodista, dígale que se haga relaciones públicas –la segunda industria de Gran Bretaña y en aumento–, con lo que tendrá más futuro y sueldo.
¿Qué hay de malo en las PR?
Está bien que haya relaciones públicas, el problema es que sólo haya relaciones públicas. Y no es un problema sólo de los periodistas, sino de los ciudadanos: las democracias vamos camino de no tener más fuentes de información que las interesadas. Y eso incluye a las que sirven a los gobiernos.
¿Por qué?
Se ha roto el contrato social por el que los grandes medios interpretaban la realidad con buen periodismo para las clases medias que, a cambio, pagaban una cantidad ínfima y aceptaban ser receptores de la publicidad.
¿Qué ha pasado?
Los diarios, más que de su venta, vivían sobre todo de la publicidad. Y la publicidad y los contenidos se están separando. Antes, usted leía el diario y de paso recibía publicidad sobre pisos. Hoy, usted busca información en una web y, si se quiere comprarse un piso, busca datos sobre pisos en otra web. Esa publicidad desaparece del diario.
¿De qué vivirá, si sobrevive, la prensa?
Eso investigamos en Oxford. La información como negocio comenzó siendo sólo económica –palomas mensajeras traían noticias de la guerra antes de la apertura de la bolsa– o ideológica, porque muchos periódicos empezaron siendo de partido.
¿Y volvemos a los orígenes?
Los empresarios de la información se acostumbraron a vivir de la publicidad y durante siglo y medio les funcionó. Tanto, que no se han molestado en buscar alternativas.
¿Y qué propone usted ahora?
Lo que vemos es que la prensa económica global sigue siendo rentable. En cuanto a la prensa generalista, para compensar la caída de ingresos, tal vez vuelva a recurrir a la rentabilidad ideológica, como en sus inicios.
Al conseguir publicidad, los medios que empezaron sirviendo a lobbies y partidos se independizaron de ellos para lograr más audiencia y más anuncios. Ahora la tentación es hacer el recorrido a la inversa y volver a representar sólo a un lobby o a un partido que pague lo que pagaban los anunciantes.
¿No se podrá ejercer el buen periodismo en blogs, Twitter, webs...?
Todo eso es estupendo. Pero si yo fuera un político corrupto o una industria que envenena el agua, dormiría mucho más tranquilo sabiendo que mi único enemigo en potencia son unos cuantos blogueros por libre.
También son necesarios.
Pero sólo los grandes medios tienen prestigio, influencia y difusión para actuar como contrapoder de un gobierno corrupto o equivocado. Sin ellos, la democracia sólo depende de la ética de sus gobernantes.
Que suelen perderla si no les vigilamos.
Además, ¿cómo explicar al ciudadano asuntos complejos pero cruciales, como la crisis de deuda? Sólo periodistas capaces de divulgar sin vulgarizar y de profundizar sin aburrir cumplen esa misión democrática. Periodistas libres de un medio independiente.
Una misión tan necesaria como difícil.
O tal vez vayamos hacia unos pocos medios de élite para un público rico y educado capaz de pagarlos a cambio de tener las claves de cada noticia. El resto deberá conformarse con webs de noticias basura gratuitas.
Los diarios llevamos años ya mudándonos poco a poco a internet.
Por eso, los mejores diarios viven una paradoja: tienen más lectores que nunca, pero también menos ingresos que nunca...
¿Cómo convertir lectores gratis en ingresos que financien buen periodismo?
The Guardian apuesta por la globalización. Ahora por su publicidad en internet cobra una décima parte que por la de su edición de papel. Pero confía en lograr millones de lectores –han enviado a sus mejores plumas a Estados Unidos– hasta conseguir que haya un vuelco y acabe siendo al revés.
Tienen un idioma global: el inglés.
Ustedes tienen el español y podrían aprovechar el enorme tirón de Latinoamérica.
Un diario también es una seña de identidad: el cómplice de una comunidad.
Por eso existe el modelo de valla. Usted entra en la web y topa con una valla que le pide dinero por contenidos. Pero apenas un cinco por ciento sigue y paga. La inmensa mayoría lo deja y busca contenidos gratis.
¿No hay diarios de valla rentables?
Los grandes diarios económicos globales, como The Financial Times y The Wall Street Journal, ya son muy rentables en la red. Con muchos menos lectores –nos tememos que hinchan sus cifras–, en Gran Bretaña The Times y The Sunday Times de Murdoch también ensayan ese camino.
¿Y qué creen que pasará?
De momento estamos muy atentos al auge de las tabletas: iPads y similares, porque los lectores que las usan sí aceptan pagar. Esas tabletas están siendo un respiro.
Informe Semanal - Murdoch, el magnate en el banquillo
El escándalo de las escuchas ilegales del News of the World, ha reabierto el debate sobre dónde deben marcarse los límites para la prensa sensacionalista. Y ha destapado también, las relaciones, muchas veces poco transparentes, entre este tipo de prensa y la clase política o las fuerzas de seguridad.
La conmoción que vive el Reino Unido ha salpicado, esta semana, a la cúpula policial de Scotland Yard, con la dimisión de sus máximos responsables y acorrala a David Cameron, al que recuerdan su amigable relación con el hombre que controla el 37% de la poderosa prensa escrita. Además, esta semana se producía una comparecencia histórica en el parlamento británico, la de Rupert Murdoch, su hijo y la de la mano derecha del magnate, Rebeka Brooks para rendir cuentas por esta crisis, de consecuencias aún incalculables.