En nuestra cuarta entrada sobre la inteligencia incorporamos la tercera entrega de la estupenda serie documental "Pienso, luego existo" que La2 realiza sobre algunas de las mentes más brillantes de nuestro país. Tras Marina y Savater, en este caso le toca a otro de nuestros pensadores de referencia desde hace años, Eduard Punset, un individuo muy especial y un fijo de nuestro blog donde tiene hasta etiqueta propia.
Fue abogado, economista y hasta político (desde 1978 hasta 1995), además de otras importantes ocupaciones y desde pequeño, como él cuenta, le gusta hablar con perdices y otros animalitos. Y como casi siempre somos una versión corregida y aumentada del niño que fuimos nunca ha perdido la virtud de la pregunta, la curiosidad por la alteridad y la conversación. Punset lleva años hablando con los mejores científicos y pensadores del planeta divulgando y acercando el lenguaje de las Ciencias en general y las Neurociencias en particular al gran público.
Aparte de haber escrito numerosos libros en los que muestra sus reflexiones sobre el amor, la felicidad, la mente y las emociones, la muerte, la inteligencia y demás vectores del alma humana (y haber superado un cáncer de pulmón), lleva quince años presentando y dirigiendo el programa de divulgación científica Redes en el que ha ido entrevistando a los científicos y filósofos más preclaros del mundo, configurando todo una obra magna que trasciende las fronteras académicas artificiales entre lo racional y lo emocional, entre las Ciencias y las Humanidades (áreas del conocimiento tradicionalmente estancas), integrando las más variadas ramas del pensamiento y el conocimiento de nuestra especie y nuestro mundo. Un tipo que a sus 74 años aún sigue dedicando su vida a aprender, a divulgar el conocimiento entreteniendo y, sobre todo, a ser feliz. Grande Punset.
El gran interrogador
Texto RTVE.ES 06.10.2011
Fue abogado, economista y hasta político (desde 1978 hasta 1995), además de otras importantes ocupaciones y desde pequeño, como él cuenta, le gusta hablar con perdices y otros animalitos. Y como casi siempre somos una versión corregida y aumentada del niño que fuimos nunca ha perdido la virtud de la pregunta, la curiosidad por la alteridad y la conversación. Punset lleva años hablando con los mejores científicos y pensadores del planeta divulgando y acercando el lenguaje de las Ciencias en general y las Neurociencias en particular al gran público.
Aparte de haber escrito numerosos libros en los que muestra sus reflexiones sobre el amor, la felicidad, la mente y las emociones, la muerte, la inteligencia y demás vectores del alma humana (y haber superado un cáncer de pulmón), lleva quince años presentando y dirigiendo el programa de divulgación científica Redes en el que ha ido entrevistando a los científicos y filósofos más preclaros del mundo, configurando todo una obra magna que trasciende las fronteras académicas artificiales entre lo racional y lo emocional, entre las Ciencias y las Humanidades (áreas del conocimiento tradicionalmente estancas), integrando las más variadas ramas del pensamiento y el conocimiento de nuestra especie y nuestro mundo. Un tipo que a sus 74 años aún sigue dedicando su vida a aprender, a divulgar el conocimiento entreteniendo y, sobre todo, a ser feliz. Grande Punset.
El gran interrogador
Texto RTVE.ES 06.10.2011
La biografía de Eduard Punset requeriría por sí misma varios folios, muchos de los cuales se rellenarían tan sólo con enumerar los numerosos premios que ha recibido por su labor como comunicador científico, y los que ha recibido “Redes”, el programa de divulgación científica de La 2 que presenta y dirige. Abogado y economista, Punset (Barcelona, 1936) reflexiona en este programa sobre las emociones, las grandes protagonistas de sus libros.
Precisamente, en el programa hace hincapié en que una de las grandes revoluciones que están empezando es, precisamente, la del aprendizaje social y emocional: “cómo aprender a gestionar, no a apartar o a destruir, sino a gestionar las emociones básicas y universales con las que uno viene al mundo”. Y que “uno de los descubrimientos cotidianos más importantes que la gente pasa por alto es el haber descubierto que hay vida antes de la muerte”.
Especialista también en temas de impacto de las nuevas tecnologías, para él lo más pernicioso es la incapacidad de adaptarse a una realidad nueva, de cambiar de opinión. Lo explica con maestría a sus nietas, a las que menciona en diversas ocasiones durante el programa: “si hasta la estructura de la materia cambia, de sólido a líquido, de líquido a gaseoso, ¿cómo no váis a cambiar vosotras de opinión?"
Un visionario "feliz"
Esa capacidad por preguntar siempre por lo nuevo es lo que lleva a Javier Tejada, catedrático de Física de la Universitat de Barcelona, que colabora en el programa y que ha escrito con Punset “El templo de la ciencia” a definirle como un “gran interrogador”. Y a su hija Elsa Punset, como “un hombre muy visionario”.
Esté en el ámbito en el que esté, comenta Elsa durante el programa, tiene capacidad de ver por dónde van a ir los tiros. Autora junto a su padre de “El viaje a la felicidad”, destaca que en ese libro él escribió “lo que de verdad, lo que a él se le ha dado muy bien durante años, que es la felicidad”. “Ha nacido con esa capacidad para gozar. Desde luego la felicidad es un tema que a él se le da bien”, resalta.
Ramón Perelló, su editor, por su parte, cree que la ciencia y los científicos necesitan a autores como Punset, por el gran esfuerzo de comunicación que hace para contar al mundo su trabajo. La ciencia que es, para Punset, “la utilización de un método que somete cualquier tesis a la comprobación y la prueba” y su gran aportación, “introducir la incertidumbre en un mundo de dogmas”.
Las tres cosas que ha aprendido
La felicidad ha ocupado buena parte de sus reflexiones, una felicidad que está “en la sala de espera de la felicidad”, como la belleza, sostiene, “es la ausencia de dolor”. Tiene claro además que elegiría si tuviera que escoger las tres cosas que ha aprendido a sus 74 años: la primera, “que hay muchas preguntas sin respuesta, y que eso se tiene que aceptar”; la segunda, “que hay vida antes de la muerte”; y la tercera, “que es bueno cambiar de opinión”.
“En contra de lo que cree mucha gente, es más fácil conocer a otro que conocerse a sí mismo”, concluye, y, como buen divulgador científico, le encuentra la explicación: “es lógico: el cerebro está acostumbrado a percibir lo que está fuera y no lo que tiene dentro; lo que tiene dentro no tiene ni idea”.