Cuando alguien se parezca tanto a ti que al mirarlo confundas los límites y dudes de quién es quién y quién tú, y los dos unos muñequitos con el mismo pelo de casco y las mismas cejas de niños a punto de caerse, y las mismas manos de personas inútiles para casi todo, manos que dejan resbalar discos y tazas y que solo se sienten en paz enguantadas las suyas con las tuyas y al revés.
Patricia Esteban Erlés 27/02/2012
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