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2 de septiembre de 2013

El Crackómetro (30) Bienvenido Gareth Bale



Llegó Gareth Bale y una conmoción sacudió el madridismo, aunque la certeza de su fichaje parecía firme desde hacía tiempo. Eso sí, se ha hecho por muchísimo dinero. Sin embargo el coste real de su fichaje lo irá dando su rendimiento a lo largo de los próximos seis años. Es evidente que los 94 millones de Ronaldo han resultado baratos, su fichaje tan beneficioso para él como para el club. El reverso tenebroso del fichaje de Cristiano Ronaldo es el desperdicio de tiempo, categoría y dinero que han supuesto los años de Kaká en el equipo, un fiasco absoluto y una carga para el club que tendría que haber acabado antes. 

Y en la cara B de la incorporación de Gareth Bale, la venta al Arsenal de Mesut Özil por casi 50 millones, en la que parece que han intervenido varios factores. Entre la ambición paterna que ya había pedido la renovación con un sueldo de 7 millones -de 5 que cobraba- a la que el club se negó, el desplazamiento a la derecha (apartándole de su posición ideal como playmaker) obligado por la eclosión de Isco y la feroz competencia que preveía incluso para esa posición por la llegada de Bale y la permanencia de Di María (cuya combatividad ha convencido a Ancelotti), además del deseo del club de ingresar una talegada para compensar el gran desembolso hecho por el galés, parece que el genio turco-alemán decidió (y el club aceptó) aceptar las presiones paternas y fichar por el Arsenal, un club en el que difícilmente podrá optar a los títulos que sí prometía el Madrid, aunque vaya a ganar 3 millones más. Otra cosa es si realmente el Manchester United hizo una oferta de ¡¡40 millones!! por el infame Sami Khedira y que el club no la aceptara. Eso sí clamaría al cielo. En fin, de cualquier forma te echaremos de menos (espero que no mucho), gran Mesut. 

Pero volviendo a Bale, el que este futbolista portentoso, que podría haber jugado en el equipo que hubiera querido pero que hace tiempo decidió que algún día se pondría en el cuerpo y la mente la legendaria camiseta blanca ("hubiera jugado por un centavo") dice mucho de la enorme capacidad de seducción de un club imperfecto pero aún mítico en la mente de millones de niños en todo el mundo. Llega al Madrid un tipo sano, sensato, impecable, un jugador total y lo hace en el mejor momento de sus capacidades y habilidades físicas y futbolísticas, en el sitio que siempre había querido, listo para dar el salto cualitativo que su tremenda proyección demandaba, para otorgar auténtica relevancia y títulos a su carrera. Un jugador fichado a tiempo, un jugador que la plantilla de este año quizás no demandaba, pero era un fichaje estratégico que había que hacer. Bale, al igual que ocurrió con Cristiano, tendrá que convivir con los números de su traspaso hasta que demuestre que merecía cada euro gastado en él pero en este blog estamos seguros que eso ocurrirá pronto, que enseguida calará en la afición blanca, es un jugador superior, de los que marcan la diferencia, de los que ganan finales y denominan eras.


Gareth Bale, el galés devastador

Marcos López 02.09.2013

Por donde pasa deja huella. No es un cualquiera, su valor ya lo indica, y es uno de esos pocos que puede ganar partidos por su calidad diferencial. Firme, directo, sublime en la aceleración y potente para acabar las jugadas. Es un "running back", un corredor que corta la defensa sin remisión siempre que vaya lanzado.

La banda del '11'

Empezó de lateral izquierdo, ahí asombró al mundo con manera de tumbar al reverenciado Maicon en el cuerpo a cuerpo. Pasó a jugar en banda como extremo tanto a pierna buena como cambiada y terminó jugando en la punta del ataque dejándose caer a la posición del '10' con libertad de movimientos. Polivalencia absoluta pero una posición y un dorsal, el '11', coincidentes en su aventura blanca.

Un banquillo a lo grande

No entran todos en el once. Partidos habrá para todos pero entre las cuatro posiciones de arriba, hay dos, Cristiano y Bale, que lo deberían jugar todo. A esto hay que sumar un '9' y un '10'. En los partidos grandes, aquellos donde los buenos no aceptan el banquillo, será el momento donde Di María, y quizás Özil, tengan que buscarse las habichuelas para encontrar un hueco entre los elegidos. 

Un chico bien

Educado, correcto y ganador. Un futbolista que siempre ha sido mejor que sus compañeros de equipo. La dependencia se reflejaba en una estadística de victorias - derrotas que dejaba bien a las claras que en el último lustro el juego del Tottenham no era lo mismo en los días que Bale tenía que ver los toros desde la barrera. Su última temporada, 31 goles y 17 asistencias en su bagaje, quedó marcada por su lesión a finales de marzo. Ahí, en su periodo de baja, los Spurs tuvieron el bajón que les alejó de los grandes objetivos.

Algo más que cien días

Sus últimos días, por aquello de que Levy le prometió salir si no había clasificación para la Champions, fueron rebeldes, más bien tozudos porque Bale siempre se mantuvo en su sitio. Llega con tres jornadas jugadas y sin pretemporada realizada. Un equipo por conocer y un verano difícil. En el Madrid será uno más, no jugarán para él como en los Spurs. Necesitará de un tiempo suplementario para quitarse la presión, olvidar la carga de su traspaso faraónico y ponerse a jugar como si el único objetivo fuese salir y divertirse.

Las cabalgadas de Gareth

Rápido, potente e imparable con espacio. Bale es un jugador que saca su mejor versión en velocidad. Desde parado, por aquello de su físico descomunal, tiene mayor dificultad para ganar el primer metro. Una condición, para beneficiar su juego, es dársela siempre por delante para el que primer contacto del galés sirva para ganar el espacio y superar al defensor con la facilidad que le genera su zancada.

Sobrevivir a la falta de espacio


El Madrid de Ancelotti, con gusto por el toque y el juego en espacio reducido, vive en campo contrario. Busca el juego entre líneas y la tendencia es más de pase corto que de juego en largo. La fórmula Mourinho, esperar y salir a la contra, le venía como anillo al dedo al fútbol de Bale pero con la idea de Ancelotti, el galés necesitará tiempo para encajar su calidad diferencial en un espacio reducido y con pocas opciones para acelerar. 


Un látigo por zurda

Bale es tiro desde la frontal. Pegada e intimidación. Cuando está a treinta metros de tu portería es obligado salirle. A esto hay que sumar a un Cristiano Ronaldo que obliga a lo mismo en el otro lado. Uno más otro obligarán a las defensas a salir y los espacios para el último pase aparecerán casi por arte de magia. Ahí, con Bale y Cristiano como francotiradores, los más listos de la clase pueden ser los que sepan correr a buscar la espalda de la defensa tirando desmarques cortos que dejen a la defensa rival sin respuesta. Benzema, siempre óptimo moviéndose sin balón, tendrá la oportunidad de firmar sus mejores números sólo con interpretar los miedos del adversario.

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