En 2006 la productora canadiense ViceMedia comenzó la realización de una serie de documentales que visitarían algunos de los destinos más peligrosos o extraños del mundo. Uno de los escogidos fue la Liberia de 2010, un país devastado por 14 años de guerras civiles en dos periodos de su historia reciente, (1989–1996) y (1999–2003), que han desplazado a cientos de miles de sus ciudadanos y destruido su tejido social y su economía. A pesar de la intervención eventual de las Naciones Unidas, la mayoría de los jóvenes de Liberia viven en la pobreza extrema, rodeados de suciedad, drogas y prostitución. Los ex niños soldados que se vieron obligados a ir a la guerra han sido abandonados a su suerte, los jefes militares asesinos que practicaban el canibalismo ahora son llamados líderes comunitarios.
Las nuevas milicias están al acecho, esperando la oportunidad para recuperar su país de un gobierno que sólo muestra desconfianza y corrupción.
Actualización sobre el documental:
En abril de 2012 Charles Taylor fue hallado culpable de once cargos, entre ellos, asesinatos, violaciones, esclavismo, mutilaciones y uso de menores soldados. Se convirtió así en el primer exjefe de Estado contra el que la justicia internacional ha completado un juicio desde los juicios de Nuremberg. En mayo se dictó la sentencia que lo condenó a 50 años de cárcel por crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en su país y en Sierra Leona y hace poco la sentencia ha sido confirmada.
El Tribunal Especial para Sierra Leona considera probado que ayudó e instigó las guerras de su tierra, y la de sus vecinos, de 1991 a 2002. “El Tribunal ha tenido en cuenta la gravedad y el impacto físico y emocional de los crímenes perpetrados contra la población civil. Los mutilados tendrán que vivir siempre de la beneficencia. Las mujeres violadas sufrirán el estigma del asalto, y el rechazo que padecen los hijos que tuvieran. A los menores reclutados se les robó la infancia”, dijo el juez Richard Lussick, al leer la decisión.
En abril de 2012 Charles Taylor fue hallado culpable de once cargos, entre ellos, asesinatos, violaciones, esclavismo, mutilaciones y uso de menores soldados. Se convirtió así en el primer exjefe de Estado contra el que la justicia internacional ha completado un juicio desde los juicios de Nuremberg. En mayo se dictó la sentencia que lo condenó a 50 años de cárcel por crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en su país y en Sierra Leona y hace poco la sentencia ha sido confirmada.
El Tribunal Especial para Sierra Leona considera probado que ayudó e instigó las guerras de su tierra, y la de sus vecinos, de 1991 a 2002. “El Tribunal ha tenido en cuenta la gravedad y el impacto físico y emocional de los crímenes perpetrados contra la población civil. Los mutilados tendrán que vivir siempre de la beneficencia. Las mujeres violadas sufrirán el estigma del asalto, y el rechazo que padecen los hijos que tuvieran. A los menores reclutados se les robó la infancia”, dijo el juez Richard Lussick, al leer la decisión.