Los atentados de enero en París dejaron en estado de shock a los franceses
Las miradas se dirigieron hacia las comunidades musulmanas en Europa
Se abrió un intenso debate sobre Islam, laicismo, integración y yihadismo
¿Sufre Europa, además de la crisis económica y social, una crisis de valores?
En Portada ha viajado a Francia y Reino Unido en busca de respuestas
Pilar Requena 28.04.2015
En 2005, a raíz de los disturbios en las banlieues francesas y de los atentados del 7J de Londres viajamos a Francia, al Reino Unido y a Alemania para elaborar un reportaje sobre las comunidades musulmanas en Europa. Lo titulamos “Musulmanes en Europa: entre el gueto y la integración”. La conclusión entonces era que no había habido modelos de integración reales y que había todavía mucho camino por andar si se quería evitar que la situación empeorase. La discriminación, las altas tasas de paro, la desigualdad, etc… habían conducido al desarraigo en una parte importante de esas comunidades. Decían entonces algunos de nuestros entrevistados musulmanes que se sentían ciudadanos de segunda clase cuando muchos eran ya nacionales de alguno de nuestros países o habían nacido aquí.
Intensificación de los debates en torno al Islam
Quince años después, los atentados de París el pasado mes de enero contra el semanario Charlie Hebdo y el supermercado judío, que muchos franceses ven como su 11/S, han hecho saltar de nuevo las alarmas. Y En Portada ha querido volver sobre el tema al hilo de la intensificación de los debates en torno al islam, su compatibilidad con la democracia, el laicismo, la islamofobia o el antisemitismo.
Calle de Saint-Denis, una de las ’banlieus’ donde se concentran las comunidades musulmanas de París. Sus habitantes denuncian discriminación, altas tasas de paro y desigualdad
Por un lado, está el debate entre los musulmanes y los no musulmanes y, por otro, el que se produce dentro del propio islam en Europa sobre un islam lejos de la radicalización y de los terroristas yihadistas que debemos recordar, y no olvidar, no son más que una ínfima parte dentro de las comunidades musulmanas en nuestros países. Son realidades que tenemos que tener claras y no dejarnos llevar por discursos manidos desde los extremos que sólo buscan enfrentarnos unos a otros por intereses espurios.
A Francia y Reino Unido en busca de respuestas
Esta vez hemos viajado a Francia y al Reino Unido, hemos estado en Paris, en la banlieue de Saint-Denis, en Calais y en Londres. Hemos hablado con representantes de las comunidades musulmanas, con expertos, con políticos... en un intento de encontrar respuestas. Y hemos llegado, por desgracia, a la conclusión de que la situación no sólo no ha mejorado sino que incluso ha empeorado en muchos aspectos y que poco o nada se ha hecho en estos años. Con un problema añadido que, desde mi punto de vista, incluso se ha hecho más profundo en este tiempo: El propio desarraigo de la sociedad mayoritaria respecto a principios y valores que creíamos plenamente asentados en nuestras sociedades y que ahora se tambalean y que se pueden resumir en el lema “igualdad, fraternidad y libertad”.
Pilar Requena entrevistando al imán Omer el-Hamdoon
Peligrosa radicalización
Peligrosa radicalización
Hemos escuchado las mismas quejas en las comunidades musulmanas. Pone los pelos de punta el hecho de que los partidos de extrema derecha, xenófobos, racistas, islamófobos, antisemitas hayan ido en aumento y que jóvenes musulmanes occidentales se radicalicen y se vayan a Siria a hacer la yihad o atenten en nuestros países que son también los suyos. Tampoco ha contribuido a una mejora de la situación la política exterior de nuestros países en los países musulmanes. La invasión de Irak o la intervención en Libia son buena prueba de ello.
Hijos del desarraigo ha querido dar voz a todas las partes posibles. Pero quizás las palabras que más conmueven e impactan, por el desgarro, el dolor y la realidad que reflejan, sean las de Patrick Pelloux, cronista de Charlie Hebdo, que ha perdido a ocho de sus grandes amigos y al que solo el destino salvó de la muerte. O las de Latifa Ibn Ziaten. Muchos la llaman madre coraje. Es la madre de Imad, un militar francés, musulmán, asesinado en 2012 por el terrorista yihadista, Mohammed Mehra. Ella lucha ahora contra la radicalización. Anna Erelle, pseudónimo de una periodista francesa que se hizo pasar por una joven yihadista y entró en contacto con un dirigente del autodenominado Estado Islámico, nos habla sobre la forma en que los terroristas intentan seducir a jóvenes occidentales para que se vayan a engrosar las filas de la organización terrorista Estado Islámico en Siria o Irak.
Un equipo de En Portada ha viajado a Londres y París para hablar con
expertos, políticos y representantes de la comunidad musulmana sobre el
debate abierto
Crisis y chivos expiatorios
¿Qué nos ocurre? Es la pregunta a la que hay que encontrar una respuesta. La crisis económica y social nos ha sumergido en tal desazón que buscamos el chivo expiatorio en los barrios más desfavorecidos, donde se concentra la población musulmana y los inmigrantes. Pero, sobre todo, esa crisis nos impide ser conscientes de otra más profunda, la de nuestros valores, esos que han hecho avanzar a Europa y que han sido su riqueza y que ahora parecen estar en un segundo plano. Todos somos un poco hijos de algún tipo de desarraigo. Lo que nos queda, si no queremos que dentro de otros diez años, al volver a los mismos lugares, nos demos cuenta de que seguimos igual, o peor, es ponernos manos a la obra y no dejar que la radicalización, el extremismo, haga mella en unos y otros. Y eso es responsabilidad de todos.
Crisis y chivos expiatorios
¿Qué nos ocurre? Es la pregunta a la que hay que encontrar una respuesta. La crisis económica y social nos ha sumergido en tal desazón que buscamos el chivo expiatorio en los barrios más desfavorecidos, donde se concentra la población musulmana y los inmigrantes. Pero, sobre todo, esa crisis nos impide ser conscientes de otra más profunda, la de nuestros valores, esos que han hecho avanzar a Europa y que han sido su riqueza y que ahora parecen estar en un segundo plano. Todos somos un poco hijos de algún tipo de desarraigo. Lo que nos queda, si no queremos que dentro de otros diez años, al volver a los mismos lugares, nos demos cuenta de que seguimos igual, o peor, es ponernos manos a la obra y no dejar que la radicalización, el extremismo, haga mella en unos y otros. Y eso es responsabilidad de todos.