Las impactantes fotografías recogidas en los distintos viajes de Salgado a escenarios estremecedores como las minas de oro de garimpeiros en Brasil, los conflictos étnicos y genocidas en el Africa central o las hambrunas en el Sahel componen un mosaico humano a la vez fascinante y espantoso, fiel reflejo de la crueldad y la miseria moral a la que puede llegar nuestra especie, pero también hablan de su inmenso amor y compasión por los seres humanos que ha retratado durante su trayectoria profesional y vital. Sus fotografías son una reflexión sobre las desigualdades y los interrogantes que plantea este conspicuo retratista de la realidad de nuestro tiempo.
Pero la convivencia con tanto horror no sale gratis, y el propio Sebastião llegó a un estado de malestar - "se me enferma el alma", dice- que no podía seguir con esa labor y dió un giro a su carrera para dedicarse a retratar los paisajes naturales, los escasos territorios vírgenes que aún quedan, descubriendo la fauna y la flora silvestres en el marco de un proyecto fotográfico gigantesco, tributo a la belleza del planeta. Esa búsqueda epifánica de comunión con la Naturaleza le lleva a reforestar una amplia zona de los bosques que había conocido en su niñez y que habían sido degradados por la codicia humana.
Este film imprescindible es pues una mirada al hombre detrás de las icónicas fotografías, una cautivadora conversación en imágenes que componen un apasionante doble retrato, el antropológico y el desesperanzado, sobre el impacto de la raza humana sobre sí misma y su entorno, pero también es el legado de un gran artista gráfico y un humanista impenitente (a pesar de todo) sobre la descomunal belleza de nuestro planeta Tierra y los maravillosos seres que lo habitan.