“Cuando la vida se degrada y la esperanza huye del corazón de los hombres, la revolución es el camino a seguir.” Oscar Niemeyer
“Todas las revoluciones sociales han sido provocadas por la pasión de los individuos. No fue gracias a los gobiernos que la esclavitud fue abolida. Fue gracias a la gente que salió a las calles." Capitán Paul Watson (Sea Shepherd)
"No existe una diferencia entre revolución y reforma, sino, de un lado, entre el tipo de revolución que instala a un nuevo grupo de opresores o el tipo de reforma que hace la opresión más digerible o más eficiente; y, del otro lado, aquellos cambios sociales, ya sean revolucionarios o reformistas, a través de los cuales las personas amplían su autonomía y reducen su sometimiento a la autoridad externa." C. Ward
“Hay que distinguir la revolución de la revuelta, del golpe de Estado o de palacio. Un atentado o una sublevación militar se puede planificar; una revolución, jamás. Su estallido, el momento en que se produce, sorprende a todos, incluso a aquellos que la han hecho posible. Se quedan atónitos ante el cataclismo que surge de repente y arrasa todo lo que encuentra en su camino. Y lo arrasa tan irremisiblemente que al final puede destruir hasta los lemas que lo desencadenaron”. R. Kapuscinski
“Hay que distinguir la revolución de la revuelta, del golpe de Estado o de palacio. Un atentado o una sublevación militar se puede planificar; una revolución, jamás. Su estallido, el momento en que se produce, sorprende a todos, incluso a aquellos que la han hecho posible. Se quedan atónitos ante el cataclismo que surge de repente y arrasa todo lo que encuentra en su camino. Y lo arrasa tan irremisiblemente que al final puede destruir hasta los lemas que lo desencadenaron”. R. Kapuscinski
“Hicimos la revolución porque queríamos un país moderno. Pero los que hay ahora hacen lo mismo que Gadafi. Son unos ladrones” Ciudadano libio
Llega un momento en la evolución natural de las sociedades humanas en el que las viejas estructuras de poder se embeben de soberbia, corrupción, abusos y otras podredumbres morales mientras las que las personas que las componen ven acumularse su frustración e indignación. Las sociedades resisten las arbitrariedades e ineficiencias del poder establecido hasta que un suceso, muchas veces inopinado o aislado (como la muerte del tunecino Mohamed Bouazizi que desató todo) provoca un estallido de rabia popular que responda a la represión, combata y acabe removiendo del poder a las fuerzas reaccionarias. Lo malo es que demasiadas veces las revoluciones acaban colocando otros tiranos en el lugar de los antiguos, como bien saben, por ejemplo, en Egipto.
2. Egipto, paradigma de la revolución lampedusiana
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie" (...) "¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Negociaciones pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado". El Gatopardo (Giuseppe Tomasi di Lampedusa)
Esta célebre frase de El Gatopardo (un libro maravilloso que va mucho más allá del alcance de estas frases) simbolizaba la capacidad de los sicilianos para adaptarse a lo largo de la historia a los distintos gobernantes de la isla, pero también la intención de su aristocracia de aceptar una revolución influyéndola tras las primeros compases de desfogamiento popular, instrumentalizándola para poder conservar su influencia y poder. El 'gatopardismo" o lo 'lampedusiano' es desde entonces en ciencias políticas el 'cambiar todo para que nada cambie', expresando la dimensión autoconclusiva de un acontecimiento de extrema gravedad que es asimilado por el status quo sin apenas consecuencias, exponiendo la capacidad del sistema de regenerarse a sí mismo asumiendo sus propias contradicciones.
Esta célebre frase de El Gatopardo (un libro maravilloso que va mucho más allá del alcance de estas frases) simbolizaba la capacidad de los sicilianos para adaptarse a lo largo de la historia a los distintos gobernantes de la isla, pero también la intención de su aristocracia de aceptar una revolución influyéndola tras las primeros compases de desfogamiento popular, instrumentalizándola para poder conservar su influencia y poder. El 'gatopardismo" o lo 'lampedusiano' es desde entonces en ciencias políticas el 'cambiar todo para que nada cambie', expresando la dimensión autoconclusiva de un acontecimiento de extrema gravedad que es asimilado por el status quo sin apenas consecuencias, exponiendo la capacidad del sistema de regenerarse a sí mismo asumiendo sus propias contradicciones.
Centrándonos en Egipto, la revolución que terminó expulsando del poder a Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011 llegó al país bajo la consigna de "pan, libertad y justicia social", pero después de casi seis años está lejos de haberse convertido en lo que soñaban los manifestantes de la plaza Tahrir de El Cairo. Con una política sin rastros de aquella promesa de transformación democrática podemos definir la sublevación popular en Egipto como el paradigma de la revolución lampedusiana.
Las primeras elecciones libres a mediados de 2012 se tradujeron en la victoria de los Hermanos Musulmanes, pero su candidato, Mohamed Morsi, quiso acaparar demasiados resortes de poder y tras un año de gobierno fue derrocado por un golpe militar en julio de 2013. La posterior elección del entonces comandante del ejército, Abdelfatah al-Sisi, simplemente marcó el regreso de un modelo político autoritario que algunos consideran más autocrático incluso que el de Mubarak. Además, luego de tres años sin parlamento un nuevo cuerpo legislativo asumió funciones en enero de 2015, claramente controlado por elementos leales a Al-Sisi.
Por otra parte, Egipto sufre una 'grave crisis de derechos humanos' según Amnistía Internacional pues 'está volviendo a funcionar como un estado policial'. Se calcula que desde el derrocamiento de Morsi, más de 1.000 personas han muerto como producto de la represión, mientras que el número de prisioneros políticos supera ya los 40.000. El crecimiento de la economía del país es anémico, la deuda se expande a un ritmo galopante y los consumidores padecen escasez de algunos productos básicos. ¿El mayor problema? Ningún gobierno en Egipto se ha preocupado por invertir en desarrollo humano, en temas como educación o salud pública o en la diversificación de sectores económicos adecuados para que la gente pueda conseguir trabajo; el Ejército egipcio sigue controlando (y expandiendo) una gran parte de las estructuras y el poder económico aún con el sector turístico degradado por el terrorismo y la inestabilidad.
La envergadura de Egipto y su influencia hacen mucho más alarmante su deriva. Los acontecimientos recientes amenazan con exacerbar un mundo musulmán en ascuas donde la espiral de Túnez (atentados terroristas y asesinato de políticos laicos opuestos al Gobierno islamista), la agravada inestabilidad de Libia (con dos gobiernos y distintas milicias luchando por el poder) o Yemen (sin recursos, con dos presidentes y afrontando un conflicto civil y una invasión saudí), por no hablar de la carnicería diaria en Siria (de cuya guerra estamos preparando otro post) recordando a los más confiados que la revolución en los países árabes no arraigará de la noche a la mañana.
Los países de la zona están aprendiendo con su propio dolor que construir un sistema de libertades, por modesto que sea, es mucho más complejo que celebrar elecciones o convocar multitudes en las calles. Morsi fue elegido democráticamente, pero su Gobierno doctrinario hizo un sarcasmo del término. Los generales que, en la onda popular, depusieron a Mubarak, después a su sucesor islamista y vuelven a reprimir los movimientos sociales, no tienen mayor credibilidad. Muchos analistas coinciden en que en el Egipto de hoy simplemente no hay oposición, los Hermanos Musulmanes volvieron a ser ilegalizados y las otras voces disidentes son constantemente reprimidas en nombre de la necesidad de estabilidad. De hecho, un reciente estudio del Fondo Carnegie para la Paz Internacional encontró que, a pesar de la represión y la censura, Abdelfatah al Sisi ha enfrentado en promedio cinco veces más protestas que Mubarak entre 2008 y 2010. Además, debemos destacar que Egipto tiene una población muy joven que no quiere que su vida sea como la de sus padres. Quieren más libertad, mejores oportunidades económicas y un gobierno que responda a sus intereses y todavía no se han dado por vencidos.
Pareciera que en realidad, las revoluciones políticas no logran cambiar el curso natural de las cosas, pues sólo alteran la superficie de las estructuras de poder, conservando los elementos esenciales de las mismas y acoplándose a un orden ya preestablecido, en un movimiento cíclico donde siempre vas a llegar a donde comenzaste. ¡Es luchar vanamente contracorriente!
Las primeras elecciones libres a mediados de 2012 se tradujeron en la victoria de los Hermanos Musulmanes, pero su candidato, Mohamed Morsi, quiso acaparar demasiados resortes de poder y tras un año de gobierno fue derrocado por un golpe militar en julio de 2013. La posterior elección del entonces comandante del ejército, Abdelfatah al-Sisi, simplemente marcó el regreso de un modelo político autoritario que algunos consideran más autocrático incluso que el de Mubarak. Además, luego de tres años sin parlamento un nuevo cuerpo legislativo asumió funciones en enero de 2015, claramente controlado por elementos leales a Al-Sisi.
Por otra parte, Egipto sufre una 'grave crisis de derechos humanos' según Amnistía Internacional pues 'está volviendo a funcionar como un estado policial'. Se calcula que desde el derrocamiento de Morsi, más de 1.000 personas han muerto como producto de la represión, mientras que el número de prisioneros políticos supera ya los 40.000. El crecimiento de la economía del país es anémico, la deuda se expande a un ritmo galopante y los consumidores padecen escasez de algunos productos básicos. ¿El mayor problema? Ningún gobierno en Egipto se ha preocupado por invertir en desarrollo humano, en temas como educación o salud pública o en la diversificación de sectores económicos adecuados para que la gente pueda conseguir trabajo; el Ejército egipcio sigue controlando (y expandiendo) una gran parte de las estructuras y el poder económico aún con el sector turístico degradado por el terrorismo y la inestabilidad.
La envergadura de Egipto y su influencia hacen mucho más alarmante su deriva. Los acontecimientos recientes amenazan con exacerbar un mundo musulmán en ascuas donde la espiral de Túnez (atentados terroristas y asesinato de políticos laicos opuestos al Gobierno islamista), la agravada inestabilidad de Libia (con dos gobiernos y distintas milicias luchando por el poder) o Yemen (sin recursos, con dos presidentes y afrontando un conflicto civil y una invasión saudí), por no hablar de la carnicería diaria en Siria (de cuya guerra estamos preparando otro post) recordando a los más confiados que la revolución en los países árabes no arraigará de la noche a la mañana.
Los países de la zona están aprendiendo con su propio dolor que construir un sistema de libertades, por modesto que sea, es mucho más complejo que celebrar elecciones o convocar multitudes en las calles. Morsi fue elegido democráticamente, pero su Gobierno doctrinario hizo un sarcasmo del término. Los generales que, en la onda popular, depusieron a Mubarak, después a su sucesor islamista y vuelven a reprimir los movimientos sociales, no tienen mayor credibilidad. Muchos analistas coinciden en que en el Egipto de hoy simplemente no hay oposición, los Hermanos Musulmanes volvieron a ser ilegalizados y las otras voces disidentes son constantemente reprimidas en nombre de la necesidad de estabilidad. De hecho, un reciente estudio del Fondo Carnegie para la Paz Internacional encontró que, a pesar de la represión y la censura, Abdelfatah al Sisi ha enfrentado en promedio cinco veces más protestas que Mubarak entre 2008 y 2010. Además, debemos destacar que Egipto tiene una población muy joven que no quiere que su vida sea como la de sus padres. Quieren más libertad, mejores oportunidades económicas y un gobierno que responda a sus intereses y todavía no se han dado por vencidos.
Pareciera que en realidad, las revoluciones políticas no logran cambiar el curso natural de las cosas, pues sólo alteran la superficie de las estructuras de poder, conservando los elementos esenciales de las mismas y acoplándose a un orden ya preestablecido, en un movimiento cíclico donde siempre vas a llegar a donde comenzaste. ¡Es luchar vanamente contracorriente!
3. El poder de la gente para cambiar el mundo
Sin embargo, el papel de las sociedades en la pervivencia de las revoluciones es determinante. La gente cambió su actitud hacia la política, tomó más conciencia de su propio poder y comenzó a cuestionar ideas que antes se daban por sentadas, sobre el poder absoluto, la libertad de expresión y el cuestionamiento del status quo. La verdadera revolución en Egipto y demás países árabes fue una revolución en la mente de cada una de las personas que formaron parte de la misma.
La revolución pues no ha de producirse sólo en las grandes gestas, tomando la Bastilla, el Palacio de Invierno o la plaza Tahrir, la revolución primigenia, la que realmente transforme la realidad ha de comenzar dentro de cada uno, en esa labor de aprendizaje y toma de conciencia de las desigualdades e injusticias del mundo en el que vivimos, de muchas de las cuales formamos parte. Y siendo consciente de ellas, los verdaderos actos revolucionarios comenzarán por intentar cambiar nuestros hábitos de consumo, de vida y de pensamiento.
El veterano espacio de video-arte Metrópolis nos acerca a 'Please Revolution', un estupendo reportaje sobre lo conseguido y lo que queda por conseguir en la revolución egipcia y tras él publicamos el documental 'Cómo empezar una revolución' (How to start a revolution) dirigido en 2011 por el británico Ruaridh Arrow sobre las enseñanzas de Gene Sharp sobre sus 198 métodos para hacer una revolución, ensayados en distintos lugares del mundo Túnez, Serbia, Birmania etc. Muy recomendables ambos.
4. Please Revolution (Lluís Escartín, 2012)
Desde el estallido de la Primavera Arabe Egipcia el 25 de enero de 2011, Metrópolis emitió el documental Please Revolution, realizado por Lluis Escartin y producido por Maurilio de Miguel. Grabado en El Cairo un año después de los acontecimientos en circunstancias todavía complicadas, este documental es un compendio de reflexiones y vivencias personales, a la vez que retrato de una escena artística en ebullición.
Muchas dudas sigue sembrando la estabilidad institucional en Egipto tras la era Mubarak. A cinco años del Día de la Ira y la “Revolución Blanca”, en la Plaza Tahrir, El Cairo vive aún revueltas y reivindicaciones, frente al pulso político que los militares egipcios y la Constitución del país mantienen con los Muslim Brothers. No obstante, por las rendijas que trajo consigo el vacío de poder con la también denominada Revolución de los Jóvenes, se hizo ver y oír la mujer musulmana, armada de hi-tech artística. Video-creadoras, cineastas y pintoras, fotógrafas y performers, aprovecharon las disputas masculinas por el control de la democracia egipcia, para darse a conocer fuera de sus fronteras, con intervenciones artísticas de francotirador. Tanto es así que terminaron llamando la atención de galeristas, productores y marchantes, seducidos por la particular óptica con que semejantes mujeres de la Primavera Árabe muestran nuevas plásticas en la órbita del arte comprometido.
Hablamos de cómo la veinteañera Nouran Sherif apunta con sus herramientas audiovisuales hacia estéticas conceptuales. También del claroscuro que aplica a sus telas la pintora Shaya Kamel y del modo en que oscilan de la performance a la instalación, con los sonidos bélicos como materia prima, Nadah El Sharly y Hagar Abdelaziz Masoud. Nos referimos también al activismo cinematográfico que desarrollaNawara Mourad, a las flores con que las fotos de Nermine Hamman plantan cara a los tanques, frente a los que incluso llegó a bailar Tamer Fathy, otro de nuestros protagonistas. Asimismo toman la palabra en Metrópolis el dramaturgo egipcio Ahmed El Attar y el compositor Nassir Shama, aparte de cuanto tienen que decir la poetisa visual Amira Hanafi y la arquitecta Lara Baladí, que dejó su impronta bien clara en la Bienal de El Cairo hace un lustro. La escena artística en El Cairo cuenta, por otra parte, con la inteligencia religiosa de la comisaria artística Elham Khattab, que oculta su pensamiento moderno bajo el chador. Y es que, por si fuera poco, su apretón de manos con la Revolución promocionó a cara descubierta las inquietudes musicales de amas de casa anónimas, como Amal Um Abelallah, a quien enseñó a tintinear entre pucheros, sin intención de profesionalizar sus labores, la ONG donde trabaja la española Ruth.
Muchas dudas sigue sembrando la estabilidad institucional en Egipto tras la era Mubarak. A cinco años del Día de la Ira y la “Revolución Blanca”, en la Plaza Tahrir, El Cairo vive aún revueltas y reivindicaciones, frente al pulso político que los militares egipcios y la Constitución del país mantienen con los Muslim Brothers. No obstante, por las rendijas que trajo consigo el vacío de poder con la también denominada Revolución de los Jóvenes, se hizo ver y oír la mujer musulmana, armada de hi-tech artística. Video-creadoras, cineastas y pintoras, fotógrafas y performers, aprovecharon las disputas masculinas por el control de la democracia egipcia, para darse a conocer fuera de sus fronteras, con intervenciones artísticas de francotirador. Tanto es así que terminaron llamando la atención de galeristas, productores y marchantes, seducidos por la particular óptica con que semejantes mujeres de la Primavera Árabe muestran nuevas plásticas en la órbita del arte comprometido.
Hablamos de cómo la veinteañera Nouran Sherif apunta con sus herramientas audiovisuales hacia estéticas conceptuales. También del claroscuro que aplica a sus telas la pintora Shaya Kamel y del modo en que oscilan de la performance a la instalación, con los sonidos bélicos como materia prima, Nadah El Sharly y Hagar Abdelaziz Masoud. Nos referimos también al activismo cinematográfico que desarrollaNawara Mourad, a las flores con que las fotos de Nermine Hamman plantan cara a los tanques, frente a los que incluso llegó a bailar Tamer Fathy, otro de nuestros protagonistas. Asimismo toman la palabra en Metrópolis el dramaturgo egipcio Ahmed El Attar y el compositor Nassir Shama, aparte de cuanto tienen que decir la poetisa visual Amira Hanafi y la arquitecta Lara Baladí, que dejó su impronta bien clara en la Bienal de El Cairo hace un lustro. La escena artística en El Cairo cuenta, por otra parte, con la inteligencia religiosa de la comisaria artística Elham Khattab, que oculta su pensamiento moderno bajo el chador. Y es que, por si fuera poco, su apretón de manos con la Revolución promocionó a cara descubierta las inquietudes musicales de amas de casa anónimas, como Amal Um Abelallah, a quien enseñó a tintinear entre pucheros, sin intención de profesionalizar sus labores, la ONG donde trabaja la española Ruth.
“Please Revolution” busca “desvelar” la danza de los siete velos, con la que tradicionalmente se ató en corto la creatividad femenina de Medio Oriente. Pretende otorgarle visibilidad a sus artífices, desafiando la doble condición de mujer y creadora que les tocó en suerte, allí donde los criterios de autoridad siempre se dejaron crecer la barba.
5. Cómo empezar una revolución
RTVE.es / DOCUMENTOS TV 25.01.2012 “Como empezar una revolución”, una historia sobre el poder de la gente para cambiar el mundo y sobre un hombre que durante más de 50 años ha ayudado a los pueblos a derrocar a sus dictadores. Su nombre es Gene Sharp y aunque él sea un desconocido en muchos lugares del mundo, sus 198 métodos para hacer una revolución han encendido la mecha en varios rincones del planeta.
El poder de la resistencia no violenta
Desde muy joven, su formación le llevó a querer transformar el mundo en un lugar mejor y a dejarlo en mejores condiciones que cuando lo encontró. Tenía muy claro que la mejor manera de luchar contra los regímenes autoritarios era hacerlo a través de la resistencia no violenta. Su sencillo manual "De la dictadura a la democracia”, traducido a 30 idiomas, ha traspasado fronteras clandestinamente. Las últimas tecnologías lo han extendido como la pólvora y su idea de que existe una poderosa alternativa al conflicto violento ha prendido en revoluciones como la serbia, la ucraniana, la iraní o las más actuales de la “primavera árabe”.
Armas económicas, psicológicas y sociales contra la opresión
“Como empezar una revolución” ilustra con testimonios y archivo, algunas de las formas de rebelión como el boicot económico, la desobediencia civil o las protestas, aplicadas en diferentes contextos políticos. Los activistas de las revoluciones serbia, ucraniana o la egipcia nos cuentan cómo siguieron los métodos de Gene Sharp y derrocaron a sus tiranos. Combatieron con armas económicas, psicológicas y sociales, la lucha más poderosa contra la opresión, la injusticia y la violencia.
Protagonismo recuperado gracias a internet
Desde muy joven, su formación le llevó a querer transformar el mundo en un lugar mejor y a dejarlo en mejores condiciones que cuando lo encontró. Tenía muy claro que la mejor manera de luchar contra los regímenes autoritarios era hacerlo a través de la resistencia no violenta. Su sencillo manual "De la dictadura a la democracia”, traducido a 30 idiomas, ha traspasado fronteras clandestinamente. Las últimas tecnologías lo han extendido como la pólvora y su idea de que existe una poderosa alternativa al conflicto violento ha prendido en revoluciones como la serbia, la ucraniana, la iraní o las más actuales de la “primavera árabe”.
Armas económicas, psicológicas y sociales contra la opresión
“Como empezar una revolución” ilustra con testimonios y archivo, algunas de las formas de rebelión como el boicot económico, la desobediencia civil o las protestas, aplicadas en diferentes contextos políticos. Los activistas de las revoluciones serbia, ucraniana o la egipcia nos cuentan cómo siguieron los métodos de Gene Sharp y derrocaron a sus tiranos. Combatieron con armas económicas, psicológicas y sociales, la lucha más poderosa contra la opresión, la injusticia y la violencia.
Protagonismo recuperado gracias a internet
Las teorías de este erudito americano de 83 años continúan transmitiéndose masivamente en la actualidad a través de internet. Desde Birmania a Túnez, los logros han sido incuestionables y gobiernos como el de Venezuela o Irán le han acusado de trabajar para la CIA, en favor de la política expansionista de Estados Unidos. Los actuales líderes de las revoluciones árabes, que en este momento se están llevando a cabo, cuentan cómo las teorías de Sharp calan en el pueblo y provocan, que la gente oprimida pueda alcanzar la libertad de forma autosuficiente.
6. Closing
El Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce cierra esta primera entrada sobre las revoluciones en nuestras soc¡edades y nuestros corazones.
Revolución,s. En política, abrupto cambio en la forma de desgobierno. Específicamente, en historia norteamericana, reemplazo de un Ministerio por una Administración, que permitió que el bienestar y la felicidad del pueblo progresara media pulgada por lo menos. Las revoluciones vienen generalmente acompañadas de una considerable efusión de sangre, pero se estima que valen la pena, sobre todo para aquellos beneficiarios cuya sangre no corrió peligro de ser derramada. La revolución francesa es de indudable valor para el socialista de hoy: cuando tira los hilos que mueven su esqueleto, sus gestos infunden un terror indecible a los sangrientos tiranos sospechados de fomentar la ley y el orden.