En el día en que ha anunciado su adiós a la política, el ya ex-lehendakari Juan José Ibarretxe no ha renunciado a arremeter con fiereza y resentimiento contra el nuevo gobierno vasco, confirmando el nulo sentido democrático que ya mostró -junto con otros líderes del PNV- al conocerse, tras las últimas elecciones en Euskadi, que una coalición de los partidos no nacionalistas podría desbancarle de la lehendakaritza.
Ya en aquellas fechas demostró que consideraba a Euskadi como su cortijo y el de su partido, un lugar donde sólo los nacionalistas merecen un espacio de gobierno, despachándose con lindezas como "han hecho trampas sacando a una parte de la sociedad del Parlamento”, "ellos no tendrían mayoría si estuvieran todas las fuerzas políticas” -en clara referencia a los ilegalizados partidos adláteres de ETA-, lamentando que dichas formaciones “exhiban como una especie de trofeo la conquista del Norte” o “son 38 votos para destruir y desplazar”.
Dos meses después y para cerrar su largo mandato como a Sabino Arana le gustaría, califica al recién nacido gobierno de "frentista, débil e inestable" y asegura "será un Gobierno donde no está representada la mayoría de la sociedad vasca y que supeditará a Euskadi a los intereses generales de España". Para Ibarretxe, tras este acuerdo existe "un intento serio de anulación de la identidad vasca" que supone "el acuerdo entre diferentes" y la unidad "en el frente del Norte" para terminar con la perla siguiente "nos tendrá enfrente quien pretenda desandar el camino recorrido, nos tendrá enfrente quien pretenda anular nuestra identidad y subordinar los intereses de Euskadi a los de España".
Eso es retirarse con elegancia y sentido del deber democrático, demostrando para quien no lo sospechara su auténtico concepto de lo que debe ser el alma y la identidad vascas, alma e identidad irrenunciablemente nacionalistas, el resto de la compleja, contradictoria y siempre poliédrica sociedad vasca no cabe en los estrechos y monocromos paisajes de su mente. Seguro que hay algunos endogámicos que te echan de menos, para muchos otros no serás más que un fascistilla con ínfulas de gudari, valga la redundancia. Ahí te pudras.
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