27 de mayo de 2009. El mismo día que el Barça cambiaba la Historia en Roma, ganando su cuarta Copa de Europa, en el Bernabéu entraba la policía buscando más pruebas de los delictivos chanchullos de Ramón Calderón, componiendo entre ambos clubes la mejor de los metáforas sobre el triunfo y el fracaso absolutos.
Nunca el Barça ha estado tan alto, nunca el Madrid ha estado tan bajo, nunca una sola temporada ha mostrado de forma tan clara el profundo abismo que ahora mismo separa a los dos clubes, nunca ha sido tanta la distancia en espíritu de equipo, en ambición, en fé en un inmejorable estilo de fútbol, en suerte estratégicamente situada, en humildad, en calidad y elegancia de entrenador, en estilo de club, en política de cantera, en calidad de plantilla línea por línea, casi hombre por hombre, en la situación marketiniana en los mercados, en situación sentimental en los corazones de millones de personas, nunca hemos sentido tanta envidia, de la sana y de la otra, nunca habíamos recibido tal baño de humildad. Nuestra enhorabuena y nuestra profunda admiración para ellos, a nosotros no nos queda sino el Horror.
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