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23 de julio de 2009

Globalización, capitalismo y otros resortes de poder (1) 'Sicko': Michael Moore, Obama y el sistema sanitario USA


En 2007 Michael Moore desnudaba las miserias del sistema sanitario estadounidense en su estupendo documental Sicko, en el que denunciaba un sistema ineficaz, caro y corrompido hasta la médula por la mala praxis institucionalizada y los turbios manejos de las compañías de seguros médicos y las compañías de medicamentos, que incluso consiguieron comprar de forma masiva las voluntades y votos de congresistas y senadores para aprobar leyes que luego les han proporcionado masivos beneficios.

Moore critica con contundencia a las muchas y miserables compañías de seguros médicos que no sólo niegan su cobertura a millones de estadounidenses si padecen casi cualquier tipo de enfermedad anterior sino que también deniegan con ruindad servicios vitales a otros millones de personas que ya están asegurados con ellas. Los 48 millones de estadounidenses que no tienen ningún tipo de cobertura han de cuidar especialmente por no sufrir ningún tipo de accidente o enfermedad que, aparte de lo otro, haga caer sobre ellos un telón de temores y zozobras económicas que obliga a muchos a vender sus casas para hacer frente a una cirugía vital o una larga enfermedad.

Moore graba a algunos de los miles de sufrientes compatriotas que contactaron él para denunciar su angustiosa situación médica, y de hecho llevó a algunos a morir durante el periodo de grabación del documental, sin que su seguro médico actuase para impedirlo. Estas compañías de seguros privadas recompensan a sus agentes médicos que consiguen mayores porcentajes de servicios rechazados ya que son, simplemente, gastos evitados a la compañía. De la misma forma, estas compañías tienen agentes cuya única tarea es investigar minuciosamente el historial médico de sus clientes, buscando en su cuadro médico cualquier minucia pre-existente relacionada o no con su caso actual en su cuadro médico que les pueda servir como coartada para no pagar facturas y denegar operaciones o tratamientos esenciales para la salud de sus asegurados.


Por eso el presidente Obama se está implicando como nunca estos últimos días de julio para que el Congreso apruebe cuanto antes su ley de reforma sanitaria, dando numerosas charlas y ruedas de prensa en las que explica su modelo e intenta destruir los numerosos prejuicios de sus compatriotas por un servicio de salud garantizado por el Estado, como el que disfrutan sus vecinos canadienses o el que tenemos en Europa. El presidente norteamericano está empeñando buena parte de su capital político para conseguir esta reforma sanitaria esencial para la salud y el espíritu de su nación y que va alcanzando sus fechas más decisivas hacia la aprobación en el Congreso y el Senado.

Obama ha presentado esta reforma no sólo como algo imperiosamente
necesario desde lo social sino como una urgencia de carácter económico necesaria para poder salir de la crisis, un paso esencial para equilibrar las cuentas del Estado grabadas por un sistema de baja calidad (el 27º del mundo) que sin embargo cuesta al Estado 2,4 billones de dólares al año. Tal y como escribe el corresponsal de El País en Washington, Antonio Caño:
"Washington es testigo en estos días de una batalla verdaderamente épica en la que salen a relucir todas las grandezas y miserias del sistema político norteamericano. El propósito de la iniciativa de Obama no puede ser más noble: dar cobertura sanitaria a los 46 millones de norteamericanos que no tienen y mejorar el servicio para otros muchos millones que reciben, simplemente, un mal sucedáneo de atención médica. Resulta entre escandaloso y absurdo que la mayor potencia del mundo -la misma que ha gastado dos billones de dólares para reflotar la economía- no sea capaz de responder a las necesidades sanitarias básicas de sus ciudadanos.
Por otro lado, también es muy justa la preocupación de quienes no quieren resolver ese problema a costa de cargar sobre las futuras generaciones una factura que, en algún momento, resulte impagable. Acometer los proyectos con sentido de la responsabilidad debería ser una premisa elemental para cualquier político.
Entre esos dos razonables parámetros, la urgencia de la reforma y la necesidad de ajustar su financiación, se ha entablado un sangriento duelo político en el que tanto el presidente como sus opositores saben que está en juego aquí gran parte de su destino. La aprobación de una digna reforma sanitaria podría ser suficiente para otorgar a Obama un puesto estelar en la historia de esta nación." 
(...) Sin embargo en la negociación entre la Casa Blanca y el Congreso, se ha avanzado ya en cosas que podrían empezar a aumentar el respaldo popular a la reforma: se mantendrá la libertad de elegir seguro, los que estén satisfechos con su plan actual podrán conservarlo, las empresas están obligadas a proveer un seguro a sus empleados, el aumento de los impuestos sólo afectará a los hogares que ingresen más de un millón de dólares al año y no va a haber aumento del déficit nacional.
Desde "Vida y Tiempos..." pensamos que será muy difícil alcanzar el éxito en esta empresa colosal, que necesitará alinear muchas voluntades y que encajen muchas variables económicas y sociales. Y hay mucha gente que haciendo suyo el "cuanto peor, mejor", muchas personas, Consejos de Administración, lobbies empresariales y políticos integristas que están esperando un resbalón de Barack Obama de suficiente calibre para caerle encima y que la gente compruebe que su héroe no es infalible y así ese rancio y culpable stablishment recupere algo del poder perdido.

Demasiados riesgos, demasiados prejuicios, demasiadas reticencias que vencer en el bando republicano y también en el demócrata, demasiados políticos con la sombra de la duda de haber sido influenciados por la poderosa industria farmacéutica, demasiadas podredumbres instaladas hasta la médula del sistema sanitario USA, completan un panorama más que complicado para el éxito de esta histórica empresa. Pero está en ello un hombre bueno y con una mente clara y poderosa, nada menos, así que desde aquí esperamos y deseamos que este proyecto colosal sea un éxito y libere a su país de este lastre fatal arrastrado desde hace décadas. En fin, con todos ustedes, Sicko, de Michael Moore.