Publicado en el blog Vocabulario Fundamental del Juez Roy Bean
29 de junio de 2011
27 de junio de 2011
El ruido y la furia del hincha despechado
Una cámara oculta, un furibundo hincha de River Plate y el descenso de categoría del club bonaerense subliman en este día de junio la tragicomedia deportiva y el juramento churrigueresco.
23 de junio de 2011
Paradojas, sarcasmos e ironías de la vida (7) John Lennon, amor antes de la muerte
El 8 de diciembre de 1980, la célebre fotógrafa Annie Leibovitz acude al departamento del músico John Lennon para fotografiarlo para la revista Rolling Stone. Ella le había prometido que una de estas imágenes ilustraría la portada de la revista, aunque los editores no querían que su esposa, Yoko Ono, fuera retratada junto a él. La idea de Annie era recrear la imagen de la carátula del álbum Double fantasy del propio Lennon. Horas después de esta sesión fotográfica a un John Lennon, pleno de felicidad, amor y creatividad es asesinado por un admirador, Mark David Chapman, quien le dispara cuatro veces a la entrada de su edificio en Nueva York. Finalmente, la fotografía que Rolling Stone publicó el 22 de enero de 1981 en su tapa —sin titulares— fue aquella en que Lennon aparece desnudo y acurrucado junto a su esposa completamente vestida. Mientras, sin que nadie se diera cuenta, Eros y Thanatos se daban un triste e irónico relevo.
22 de junio de 2011
20 de junio de 2011
19 de junio de 2011
Vocabulario Fundamental. Olvido (2) Adherencias (7) Eterno resplandor de una mente sin recuerdos
How happy is the blameless vestal’s lot! The world forgetting, by the world forgot. Eternal sunshine of the spotless mind! Each pray’r accepted, and each wish resign’d. / ¡Qué feliz es la suerte de la vestal sin tacha! Olvidarse del mundo, por el mundo olvidada. ¡Eterno resplandor de una mente inmaculada! Cada rezo aceptado, cada deseo renunciado.
Parece que fue Gondry quien le propuso a Kaufman el sugerente bosquejo sinóptico de qué pasaría si un día se encontrara una tarjeta en el buzón que dijera que ha sido borrado de la memoria de alguien. Kaufman (guionista de otros éxitos del cine independiente estadounidense como 'El ladrón de orquídeas' y 'Cómo ser John Malkovich') recordó entonces los versos de Pope y con esta inspiración argumental, los dos creadores erigieron una tragicomedia romántica, oscura y melancólica, fundamentada en el olvido como escape del dolor por el amor perdido como una argucia emocional que nos permita seguir con nuestras vidas.
En ella se cuenta la historia de Joel, un hombre tímido y solitario (interpretado por un contenidisimo y eficaz Jim Carrey) que un día decide improvisar su jornada escapándose en un tren que no le llevará a su trabajo, sino a un pueblecito en la costa y a una playa por la que vagar. En el viaje de vuelta conoce a Clementine, (Kate Winslet, que obtuvo la candidatura al Oscar a la Mejor Actriz por su papel), libre e impulsiva y ambos se enamoran rápidamente, a pesar de sus personalidades opuestas. Pero ambos desconocen que en realidad son ex-novios, ahora separados tras dos años de relación y que fue Clementine quien, tras una discusión, había recurrido a una empresa para borrar los recuerdos de su relación durante el sueño.
Por unos amigos Joel descubre lo que Clementine había hecho y decide someterse al mismo proceso de borrado cerebral, pero a medida que ella va desapareciendo de su geografía emocional vuelve a enamorarse, vagando por un laberinto de recuerdos que se van desintegrando y que le indican que, a pesar del triste final de su relación, ella fue la mujer de su vida.
En el marco de una invernal Long Island, la película de Gondry, sutil y sencilla en su complejidad, es una historia de corazones rotos que nos interpela sobre la vida, el amor, la memoria y el olvido, para concluir que vivir nuestros grandes amores -y desamores- es algo por lo que ya merece la pena nuestro paso por el mundo y que encuentra en su extraño final una ventana a la esperanza, a la creencia en el destino como vía de una indescifrable felicidad.
Una película dedicada al eterno brillo de las mentes inmaculadas (las que evoca el título original), aquellas que saben que no se puede esquivar el amor si este se nos cruza, aunque no recordemos siquiera de quién estamos enamorados o por qué queremos estarlo. Porque, como se dice en alguna parte de la misma, "puedes borrar a alguien de tu mente. Sacarlo de tu corazón es otra historia".
Para terminar la entrada publicamos la séptima de nuestras adherencias en homenaje a esta película y a una canción de Sigur Ros que meció uno de los grandes momentos de mi vida. Un tema que tras la inevitable ruptura hube de poner en cuarentena durante algunos meses, pues traía recuerdos que necesitaba sacar de mis primeros planos de pensamiento. Pero tras un tiempo, una vez desactivada su ojiva emocional, ha vuelto a acompañarme con otras miradas, con otros amores, para acompañar más momentos estremecedores por los que seguir viviendo, momentos que nunca querremos olvidar.
Adherencias (7)
Olvídate de mí (Michel Gondry, 2004) / Vaka (Sigur Ros, 2007)
15 de junio de 2011
Vocabulario Fundamental. Animales (7) Los animales y su ausencia 1
El canario. Katherine Mansfield (1888-1923)
¿Ves aquel clavo grande a la derecha de la puerta de entrada? Todavía me da tristeza mirarlo, y, sin embargo, por nada del mundo lo quitaría. Me complazco en pensar que allí estará siempre, aun después de mi muerte. A veces oigo a los vecinos que dicen: «Antes allí debía de colgar una jaula». Y eso me consuela: así siento que no se le olvida del todo.
...No te puedes figurar cómo cantaba. Su canto no era como el de los otros canarios, y lo que te cuento no es sólo imaginación mía. A menudo, desde la ventana, acostumbraba observar a la gente que se detenía en el portal a escuchar, se quedaban absortos, apoyados largo rato en la verja, junto a la planta de celinda. Supongo que eso te parecerá absurdo, pero si lo hubieses oído no te lo parecería. A mí me hacía el efecto que cantaba canciones enteras que tenían un principio y un final. Por ejemplo, cuando por la tarde había terminado el trabajo de la casa, y después de haberme cambiado la blusa, me sentaba aquí en la varanda a coser: él solía saltar de una percha a otra, dar golpecitos en los barrotes para llamarme la atención, beber un sorbo de agua como suelen hacer los cantantes profesionales, y luego, de repente, se ponía a cantar de un modo tan extraordinario, que yo tenía que dejar la aguja y escucharlo. No puedo darte idea de su canto, y a fe que me gustaría poderlo describir. Todas las tardes pasaba lo mismo, y yo sentía que comprendía cada nota de sus modulaciones.
¡Lo quería! ¡Cuánto lo quería! Quizá en este mundo no importa mucho lo que uno quiere, pero hay que querer algo. Mi casita y el jardín siempre han llenado un vacío, sin duda; pero nunca me han bastado. Las flores son muy agradecidas, pero no se interesan por nuestra vida. Hace tiempo quise a la estrella del atardecer. ¿Te parece una tontería? Solía sentarme en el jardín, detrás de la casa, cuando se había puesto el sol, y esperar a que la estrella saliera y brillara sobre las ramas oscuras del árbol de la goma. Entonces le murmuraba: «¿Ya estás aquí, amor mío?». Y en aquel instante parecía brillar sólo para mí. Parecía que lo comprendiera...; algo que es nostalgia y sin embargo no lo es. O quizá el dolor de lo que uno echa de menos, sí, era este dolor. Pero ¿qué era lo que echaba de menos? He de agradecer lo mucho que he recibido.
...Pero, en cuanto el canario entró en mi vida, olvidé a la estrella del atardecer: ya no me hacía falta. Y aquello ocurrió de una manera extraña. Cuando el chino que vendía pájaros se detuvo delante de mi puerta y levantó la jaulita donde el canario, en vez de sacudirse como hacían los dorados pinzones, lanzó un débil y leve gorjeo, me sorprendí a mí misma diciéndole:
-¿Ya estás aquí, amor mío?
Desde aquel instante fue mío.
...Aún me asombra ahora recordar cómo él y yo compartíamos nuestras vidas. En cuanto por la mañana quitaba el paño que cubría su jaula, me saludaba con una pequeña nota soñolienta. Yo sabía que quería decirme: «¡Señora! ¡Señora!». Luego lo colgaba afuera, mientras preparaba el desayuno de mis tres muchachos pensionistas, y no lo entraba hasta que volvíamos a estar solos en casa. Más tarde, en cuanto terminaba de lavar los platos, empezaba una verdadera diversioncita nuestra. Solía poner una hoja de periódico en la mesa, y, cuando colocaba la jaula encima, el canario sacudía las alas desesperadamente como si no supiera lo que iba a ocurrir. «Eres un verdadero comediante», le decía riñéndolo. Le frotaba el plato de la jaula, lo espolvoreaba de arena limpia, llenaba de alpiste y de agua los recipientes, ponía entre los barrotes unas hojas de pamplina y medio chile. Y estoy segura de que él comprendía y sabía apreciar cada detalle de esta ceremonia. ¿Comprendes? Era, de natural, de una pulcritud exquisita. En su percha jamás había una mancha. Y sólo viendo cómo disfrutaba bañándose se comprendía que su gran debilidad era la limpieza. Lo que yo ponía por último en la jaula era el envase en que se bañaba. Y al momento se metía en él. Primero sacudía un ala, luego la otra, después zambullía la cabeza y se remojaba las plumas del pecho. Toda la cocina se iba salpicando de gotas de agua, pero él no quería salir del baño. Yo solía decirle: «Es más que suficiente. Lo que quieres ahora es que te miren». Y por fin, de un salto, salía del agua, y sosteniéndose con una pata se secaba con el pico, y al terminar se sacudía, movía las alas, ensayaba un gorjeo y levantando la cabeza... ¡Oh! No puedo ni siquiera recordarlo. Yo acostumbraba limpiar los cuchillos mientras tanto, me parecía que también los cuchillos cantaban a medida que se volvían relucientes.
...Me hacía compañía, ¿comprendes? Eso es lo que me hacía. La compañía más perfecta. Si has vivido sola, sabrás lo inapreciable que eso puede ser. Sin duda tenía también a mis tres muchachos que venían a cenar, y a veces se quedaban en casa leyendo los periódicos. Pero no podía suponer que ellos se interesaran en los detalles de mi vida cotidiana. ¿Por qué se iban a interesar? Yo no significaba nada para ellos: tanto es así, que una noche, en la escalera, oí que, hablando de mí, me llamaban «el adefesio». No importa. No tiene importancia, la más mínima importancia. Lo comprendo bien. Ellos son jóvenes. ¿Por qué me iba a incomodar? Pero me acuerdo de que aquella noche me consoló pensar que no estaba sola del todo. En cuanto los muchachos salieron, le dije a mi canario: «¿Sabes cómo la llaman a tu señora?». Y él ladeó la cabeza, y me miró con su ojito reluciente, de tal forma que tuve que reírme. Parecía como si le hubiese divertido aquello.
...¿Has tenido pájaros alguna vez?... Si no has tenido nunca, quizá todo esto te parezca exagerado. La gente cree que los pájaros no tienen corazón, que son fríos, distintos de los perros y los gatos. Mi lavandera solía decirme cuando venía los lunes: «¿Por qué no tiene un foxterrier bonito? No consuela ni acompaña un canario». No es verdad, estoy segura. Me acuerdo de una noche que había tenido un sueño espantoso (a veces los sueños son terriblemente crueles) y, como que al cabo de un rato de haberme despertado no conseguía tranquilizarme, me puse la bata y bajé a la cocina para beber un vaso de agua. Era una noche de invierno y llovía mucho. Supongo que aún estaba medio dormida: pero, a través de la ventana sin postigo, me parecía que la oscuridad me miraba, me espiaba. Y de pronto sentí que era insoportable no tener a nadie a quien poder decir: «He soñado un sueño horrible» o «Protégeme de la oscuridad». Estaba tan asustada, que incluso me tapé un momento la cara con las manos. Y luego oí un débil «¡Tui-tuí!». La jaula estaba en la mesa, y el paño que la cubría había resbalado de forma que le entraba una rayita de luz. «¡Tui-tuí!», volvía a llamar mi pequeño y querido compañero, como si dijera dulcemente: «Aquí estoy, señora mía: aquí estoy». Aquello fue tan consolador que casi me eché a llorar.
...Pero ahora se ha ido. Nunca más tendré otro pájaro, otro ser querido. ¿Cómo podría tenerlo? Cuando lo encontré tendido en la jaula, con los ojos empañados y las patitas retorcidas, cuando comprendí que nunca más lo oiría cantar, me pareció que algo moría en mí. Me sentí un vacío en el corazón como si fuera la jaula de mi canario. Me iré resignando, seguramente: tengo que acostumbrarme. Con el tiempo todo pasa, y la gente dice que yo tengo un carácter jovial. Tienen razón. Doy gracias a Dios por habérmelo dado.
Sin embargo, a pesar de que no soy melancólica y de que no suelo dejarme llevar por los recuerdos y la tristeza, reconozco que hay algo triste en la vida. Es difícil definir lo que es. No hablo del dolor que todos conocemos, como son la enfermedad, la pobreza y la muerte, no: es otra cosa distinta. Está en nosotros profunda, muy profunda: forma parte de nuestro ser al modo de nuestra respiración. Aunque trabaje mucho y me canse, no tengo más que detenerme para saber que ahí está esperándome. A menudo me pregunto si todo el mundo siente eso mismo. ¿Quién lo puede saber? Pero ¿no es asombroso que, en su canto dulce y alegre, era esa tristeza, ese no sé qué lo que yo sentía?
¿Ves aquel clavo grande a la derecha de la puerta de entrada? Todavía me da tristeza mirarlo, y, sin embargo, por nada del mundo lo quitaría. Me complazco en pensar que allí estará siempre, aun después de mi muerte. A veces oigo a los vecinos que dicen: «Antes allí debía de colgar una jaula». Y eso me consuela: así siento que no se le olvida del todo.
...No te puedes figurar cómo cantaba. Su canto no era como el de los otros canarios, y lo que te cuento no es sólo imaginación mía. A menudo, desde la ventana, acostumbraba observar a la gente que se detenía en el portal a escuchar, se quedaban absortos, apoyados largo rato en la verja, junto a la planta de celinda. Supongo que eso te parecerá absurdo, pero si lo hubieses oído no te lo parecería. A mí me hacía el efecto que cantaba canciones enteras que tenían un principio y un final. Por ejemplo, cuando por la tarde había terminado el trabajo de la casa, y después de haberme cambiado la blusa, me sentaba aquí en la varanda a coser: él solía saltar de una percha a otra, dar golpecitos en los barrotes para llamarme la atención, beber un sorbo de agua como suelen hacer los cantantes profesionales, y luego, de repente, se ponía a cantar de un modo tan extraordinario, que yo tenía que dejar la aguja y escucharlo. No puedo darte idea de su canto, y a fe que me gustaría poderlo describir. Todas las tardes pasaba lo mismo, y yo sentía que comprendía cada nota de sus modulaciones.

...Pero, en cuanto el canario entró en mi vida, olvidé a la estrella del atardecer: ya no me hacía falta. Y aquello ocurrió de una manera extraña. Cuando el chino que vendía pájaros se detuvo delante de mi puerta y levantó la jaulita donde el canario, en vez de sacudirse como hacían los dorados pinzones, lanzó un débil y leve gorjeo, me sorprendí a mí misma diciéndole:
-¿Ya estás aquí, amor mío?
Desde aquel instante fue mío.
...Aún me asombra ahora recordar cómo él y yo compartíamos nuestras vidas. En cuanto por la mañana quitaba el paño que cubría su jaula, me saludaba con una pequeña nota soñolienta. Yo sabía que quería decirme: «¡Señora! ¡Señora!». Luego lo colgaba afuera, mientras preparaba el desayuno de mis tres muchachos pensionistas, y no lo entraba hasta que volvíamos a estar solos en casa. Más tarde, en cuanto terminaba de lavar los platos, empezaba una verdadera diversioncita nuestra. Solía poner una hoja de periódico en la mesa, y, cuando colocaba la jaula encima, el canario sacudía las alas desesperadamente como si no supiera lo que iba a ocurrir. «Eres un verdadero comediante», le decía riñéndolo. Le frotaba el plato de la jaula, lo espolvoreaba de arena limpia, llenaba de alpiste y de agua los recipientes, ponía entre los barrotes unas hojas de pamplina y medio chile. Y estoy segura de que él comprendía y sabía apreciar cada detalle de esta ceremonia. ¿Comprendes? Era, de natural, de una pulcritud exquisita. En su percha jamás había una mancha. Y sólo viendo cómo disfrutaba bañándose se comprendía que su gran debilidad era la limpieza. Lo que yo ponía por último en la jaula era el envase en que se bañaba. Y al momento se metía en él. Primero sacudía un ala, luego la otra, después zambullía la cabeza y se remojaba las plumas del pecho. Toda la cocina se iba salpicando de gotas de agua, pero él no quería salir del baño. Yo solía decirle: «Es más que suficiente. Lo que quieres ahora es que te miren». Y por fin, de un salto, salía del agua, y sosteniéndose con una pata se secaba con el pico, y al terminar se sacudía, movía las alas, ensayaba un gorjeo y levantando la cabeza... ¡Oh! No puedo ni siquiera recordarlo. Yo acostumbraba limpiar los cuchillos mientras tanto, me parecía que también los cuchillos cantaban a medida que se volvían relucientes.
...¿Has tenido pájaros alguna vez?... Si no has tenido nunca, quizá todo esto te parezca exagerado. La gente cree que los pájaros no tienen corazón, que son fríos, distintos de los perros y los gatos. Mi lavandera solía decirme cuando venía los lunes: «¿Por qué no tiene un foxterrier bonito? No consuela ni acompaña un canario». No es verdad, estoy segura. Me acuerdo de una noche que había tenido un sueño espantoso (a veces los sueños son terriblemente crueles) y, como que al cabo de un rato de haberme despertado no conseguía tranquilizarme, me puse la bata y bajé a la cocina para beber un vaso de agua. Era una noche de invierno y llovía mucho. Supongo que aún estaba medio dormida: pero, a través de la ventana sin postigo, me parecía que la oscuridad me miraba, me espiaba. Y de pronto sentí que era insoportable no tener a nadie a quien poder decir: «He soñado un sueño horrible» o «Protégeme de la oscuridad». Estaba tan asustada, que incluso me tapé un momento la cara con las manos. Y luego oí un débil «¡Tui-tuí!». La jaula estaba en la mesa, y el paño que la cubría había resbalado de forma que le entraba una rayita de luz. «¡Tui-tuí!», volvía a llamar mi pequeño y querido compañero, como si dijera dulcemente: «Aquí estoy, señora mía: aquí estoy». Aquello fue tan consolador que casi me eché a llorar.
...Pero ahora se ha ido. Nunca más tendré otro pájaro, otro ser querido. ¿Cómo podría tenerlo? Cuando lo encontré tendido en la jaula, con los ojos empañados y las patitas retorcidas, cuando comprendí que nunca más lo oiría cantar, me pareció que algo moría en mí. Me sentí un vacío en el corazón como si fuera la jaula de mi canario. Me iré resignando, seguramente: tengo que acostumbrarme. Con el tiempo todo pasa, y la gente dice que yo tengo un carácter jovial. Tienen razón. Doy gracias a Dios por habérmelo dado.
Sin embargo, a pesar de que no soy melancólica y de que no suelo dejarme llevar por los recuerdos y la tristeza, reconozco que hay algo triste en la vida. Es difícil definir lo que es. No hablo del dolor que todos conocemos, como son la enfermedad, la pobreza y la muerte, no: es otra cosa distinta. Está en nosotros profunda, muy profunda: forma parte de nuestro ser al modo de nuestra respiración. Aunque trabaje mucho y me canse, no tengo más que detenerme para saber que ahí está esperándome. A menudo me pregunto si todo el mundo siente eso mismo. ¿Quién lo puede saber? Pero ¿no es asombroso que, en su canto dulce y alegre, era esa tristeza, ese no sé qué lo que yo sentía?
10 de junio de 2011
Vocabulario Fundamental. Individualismo y libre albedrío (2) 'El siglo del individualismo', de Adam Curtis
El siglo XX fue decisivo en la conquista de la prosperidad y las libertades individual y colectiva por parte de los hombres y mujeres de las sociedades occidentales y en teoría es en este contexto de (relativas) prosperidad y democracia donde el individuo mejor puede desarrollarse y expresarse como tal. Sin embargo, tal y como nos narra esta lúcida serie documental, las grandes corporaciones y la clase política utilizaron el desarrollo de la publicidad, la propaganda y las relaciones públicas para leer e interpretar las mareas cambiantes de la sociedad, ejercer el poder sobre las masas y manipularlas como consumidores y votantes.
Esta historia social secreta del siglo XX transcurre en los Estados Unidos pero la forja de la sociedad norteamericana en torno al capitalismo ha ido exportándose al resto de sociedades occidentales. En Europa se supone que teníamos el estado del bienestar que atemperaba los rigores ultraliberales de la sociedad estadounidense, pero de eso cada vez va quedando menos. Comenzamos.
1. Máquinas de felicidad
Todo comienza en los años 20, en Estados Unidos cuando Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, supo aplicar para las grandes corporaciones las teorías psicoanalíticas de su tío respecto a la parte irracional del comportamiento humano dirigido por los impulsos inconscientes, sexuales y agresivos de nuestra mente.
Este avispado individuo logró cambiar la Historia de su país con su torticera interpretación de la psicología de masas y la propaganda, manipulando y canalizando esos deseos inconscientes que Freud había identificado.
Fue el primero que a través de la publicidad y las relaciones públicas supo hacer el que el consumidor se vinculara emocionalmente con el producto, para que no solo comprara llevado por necesidad sino también para satisfacer esos deseos ocultos sublimando el mero acto de consumo.
Esta historia social secreta del siglo XX transcurre en los Estados Unidos pero la forja de la sociedad norteamericana en torno al capitalismo ha ido exportándose al resto de sociedades occidentales. En Europa se supone que teníamos el estado del bienestar que atemperaba los rigores ultraliberales de la sociedad estadounidense, pero de eso cada vez va quedando menos. Comenzamos.

Todo comienza en los años 20, en Estados Unidos cuando Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, supo aplicar para las grandes corporaciones las teorías psicoanalíticas de su tío respecto a la parte irracional del comportamiento humano dirigido por los impulsos inconscientes, sexuales y agresivos de nuestra mente.
Este avispado individuo logró cambiar la Historia de su país con su torticera interpretación de la psicología de masas y la propaganda, manipulando y canalizando esos deseos inconscientes que Freud había identificado.

Su golpe más notorio fue romper los tabúes de la mujer y el tabaco, inventando el mito de que los cigarrillos son un símbolo de independencia y libertad, generalizando su consumo masivo. Pero Bernays estaba convencido de que se trataba de algo más que una forma de venta de bienes de consumo para convertirse en una nueva forma de política, de control de masas. En el intento de satisfacer los deseos irracionales que su tío había identificado, la gente podría ser feliz y, por tanto, dócil. Fue el comienzo del consumismo que ha llegado a dominar el mundo de hoy.

Sigmund Freud murió en 1939 pero su hija Anna continuó su labor como transmisora de las teorías y prácticas psicoanalistas para conocer y controlar el subconsciente. Tras la segunda guerra mundial, los gobiernos vencedores comenzaron a utilizar las ideas de Freud sobre el inconsciente para manipular y controlar a las masas. Los políticos y planificadores sociales creyeron la premisa subyacente de Freud de que todos los seres humanos son muchas veces dominados por peligrosos e irracionales deseos y temores. Estaban convencidos de que era el desencadenamiento de esos instintos lo que condujo a la barbarie de la Alemania nazi.
Durante la década de los cincuenta el gobierno de los EE.UU., la CIA y las grandes corporaciones utilizaron estas ideas para desarrollar técnicas de gestión y control de las mentes del pueblo estadounidense. Pensaban que era la única forma de crear una democracia que funcionara, con una sociedad estable poblada de consumidores eternamente necesitados de bienes de consumo, pero también de una sociedad temerosa ante los enemigos, reales o inventados, de la Guerra Fría.
3. Hay un policía en nuestras cabezas que debe ser destruido
En la década de 1960, un grupo radical de psicoterapeutas pone en tela de juicio las ideas freudianas en los Estados Unidos. Se inspiraron en las ideas de Wilhelm Reich, un alumno de Freud, convertido en el máximo adversario de éste y de su hija Anna. Reich pensaba que el ser interior no debe ser reprimido y controlado, sino que, al contrario, debe ser alentado a expresarse. Ello devino un nuevo movimiento social que trataba de crear nuevos seres libres de la conformidad psicológica que se había implantado en los negocios y la política.

4. Ocho personas bebiendo vino en Kettering
De esta forma, en la conservadora década de los ochenta, Ronald Reagan y Margaret Thatcher lograron pervertir ese individualismo recién nacido, minimizando el papel del estado y dejando que el egoísmo y la codicia del individuo se expresara mediante políticas ultraliberales sin barreras ni regulaciones que impidieran las desigualdades sociales. El nuevo individuo tenía como prioridad la satisfacción de sus propios deseos y sentimientos, rechazando empatizar con quienes no eran tan afortunados como él.
Ellos aprendieron a amoldar sus políticas a los deseos y sentimientos de los votantes, al igual que el capitalismo había aprendido a hacerlo con los productos. Los políticos creían que estaban creando una nueva y mejor forma de democracia que respondiese a la libertad interna de cada individuo, olvidando que el objetivo de quienes crearon estas técnicas no fue liberar a las personas, sino desarrollar una nueva forma de controlarlos.


Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
Antropologías,
Documentales,
El documental según Adam Curtis,
El planeta americano,
Globalización capitalismo y otros resortes de poder,
Historia,
Individualismo y libre albedrío,
Vocabulario Fundamental
9 de junio de 2011
Vocabulario Fundamental. Animales (6) Animales como nosotros
Rainer Maria Rilke. La pantera (Nuevos poemas, París, 5 ó 6 de noviembre, 1902)
"La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a sus animales." Mahatma Gandhi
Primera parte - El amigo de los animales
Eran los tiempos de una de las personas que más han contribuido a mi educación emocional, Félix Rodriguez de la Fuente y su primordial serie documental "El Hombre y la Tierra". Por eso, cuando a aquel proyecto de Juez Roy Bean alguien le preguntaba qué quería ser de mayor, él no decía "La ley al oeste del río Pecos" como es ahora, sino que invariablemente contestaba "naturalista, como Félix". Luego la cosa se torció y esto no pudo ser, pero la querencia por los animalitos, la admiración por su belleza y su conmovedora inocencia ya se me habían sedimentado dentro, para siempre, como puede comprobarse en este blog.
Todos los que crecimos con sus enseñanzas aún recordamos el día que nos enteramos de su muerte allá en Alaska. Al enterarme de la trágica noticia en aquella luminosa mañana de sábado (el día en que él y yo cumplíamos años), recordé algunas escenas de un episodio de la serie venezolana de El hombre y la Tierra, cuando su equipo y él trajeron al zoo de Madrid dos nutrias gigantes del Orinoco tras rescatarlas de ser vendidas por su piel.
En una de ellas, mientras Félix lanzaba una diatriba contra la odiosa costumbre de vestir abrigos hechos con pieles animales, los tres jugaban y jugaban, celebrando la alegría de estar vivos y entre amigos. Y saber que él ya no podría volver a hacerlo nunca más me provocó (aún lo hace) una infinita tristeza.

Quien haya tenido oportunidad de compartir algún periodo de su vida con algún animal como mascota, sabe lo que estos embajadores de buena voluntad de las naciones de seres que comparten con nosotros la vida en la Tierra nos ofrecen a cambio de nuestros cuidados. Amiguitos peludos que nos dan su afecto, que juegan con nosotros, que impregnan nuestros hogares de vida con los borbotones de la suya, que se intentan comunicar con nosotros, que manifiestan sus distintas personalidades, que nos reconcilian con la vida cuando nos venimos abajo, que nos ayudan cuando nuestros cuerpos se derrumban y cuando nuestros cerebros empiezan a agujerearse.
Pero claro, amar y respetar sólo a los perros, gatos, hurones, pájaros etc que son nuestras mascotas o aquellos animales que nos resultan monos como los cachorros, el oso panda, los delfines o los koalas es caer en el especismo, una discriminación moral en el tratamiento de los animales en función de que la especie animal nos resulte antropocéntricamente atractiva, aunque eso también puede decirse de los que nunca mataríamos un animal salvaje y sin embargo, aún comemos carne...
Segunda parte - Comer animales
Quien esto escribe es de Segovia y ser de allá y no crecer acostumbrado a las viandas de la región, el cordero o cochinillo asado, el chuletón de buey, el picadillo, chorizo y otros deliciosos embutidos, es pura entelequia, aparte de ganar muchos puntos para ser arrojado al pilón más cercano. Así pues, desde el reconocimiento de nuestro (decreciente) ánimo carnívoro les ofrecemos algunos datos de interés sobre la crianza y el sacrificio de algunos de ellos, porque a lo mejor podemos hacer algo.

De gallinas
Visto lo que les importa a los gobiernos europeos que la crianza y sacrificio de animales para consumo humano se lleven a cabo con las buenas praxis que marcan las directivas europeas, al final son las pequeñas decisiones personales las que marcan la diferencia.

... y cerdos
Hace unas semanas estuvo en España el escritor norteamericano Jonathan Safron Foer, el autor de "Todo está iluminado". Venía a presentar su ensayo "Comer animales", que se gestó cuando tras tener su primer hijo y plantearse cómo iba a alimentarle, empezó a investigar sobre la industria ganadera de su país, y lo que averiguó le horrorizó. En su libro hace una descripción escalofriante de la suerte que corren los animales que acaban servidos en las mesas de nuestras casas y restaurantes, de ahí algunas de sus vehementes conclusiones:
Hace unas semanas estuvo en España el escritor norteamericano Jonathan Safron Foer, el autor de "Todo está iluminado". Venía a presentar su ensayo "Comer animales", que se gestó cuando tras tener su primer hijo y plantearse cómo iba a alimentarle, empezó a investigar sobre la industria ganadera de su país, y lo que averiguó le horrorizó. En su libro hace una descripción escalofriante de la suerte que corren los animales que acaban servidos en las mesas de nuestras casas y restaurantes, de ahí algunas de sus vehementes conclusiones:
"Me parece que está sencillamente mal comer o dar de comer a la familia cerdo criado en factorías agrícolas. Probablemente esté incluso mal sentarse silenciosamente junto a amigos que comen cerdo criado en factorías agrícolas, por difícil que sea decir algo. Los cerdos claramente tienen una mente rica e igual de claramente son condenados a una vida lamentable en las factorías agrícolas. La analogía de mantener un perro en un armario es bastante acertada, aunque algo generosa."
En nuestro país las cosas no son mucho mejores. A pesar de ser una de las estrellas de nuestra gastronomía, la realidad del cerdo es bastante más chunga que la bucólica imagen que tenemos de los cerdos criados con bellotas en dehesas extremeñas, la digamos aristocracia del cocho. En las grandes explotaciones ganaderas se les maltrata desde que nacen pero se supone que se les aturde antes de darles muerte. Sin embargo, hace un par de meses leímos en El País un artículo sobre las matanzas caseras de cerdos que se hacen por toda España:
De noviembre a febrero, miles de cerdos de engorde se sacrifican en España en las matanzas familiares. A cuchillo, como se hizo siempre, con el animal chillando y dando sacudidas hasta que se desangra del todo. Ese proceder está prohibido por ley desde hace ya casi dos décadas, pero algunos o no lo saben o miran para otro lado. Una directiva europea de 1993 permite seguir con esta tradición, fuera de los mataderos, pero siempre que al cerdo se le haya aturdido antes de clavarle el cuchillo. Eso no se hace prácticamente nunca. En ningún sitio. En el mismo sentido se reguló en España en 1995, y algunas regiones incluso redactaron normativa propia sobre bienestar animal que les proporcionó amables titulares y aplausos, pero que nunca han cumplido.
Parece que en Baleares y Extremadura se habló de repartir pistolas aturdidoras pero luego nunca más se supo. En el resto de España, nada, las matanzas caseras tradicionales (aunque han bajado en los últimos tiempos) ni se autorizan ni se prohiben, no hay denuncias y sí muchos silencios cómplices. En cuanto a cómo se desarrolla su vida en las grandes explotaciones ganaderas, les ofrecemos un video que fue grabado por Equanimal en granjas de Guadalajara y Valladolid, que muestra la terrible realidad de las condiciones en que nacen, crecen, paren y mueren estos animales y que puede herir sensibilidades e incomodar conciencias.
Equanimal. Investigación granjas de cerdos españolas
Porque además, según datos de la FAO, la producción de carne en el mundo emite un 18% de los gases de efecto invernadero -por encima del transporte, con un 13%- y, además, es en gran parte responsable de la deforestación (para pastos) y la escasez de agua que sufre el planeta (para producir una hamburguesa se consume la misma agua que una ducha de cuatro horas).
En cuanto a la pesca ya hemos tratado algunas veces (y no serán las últimas) en este blog el desolador panorama que plantea la pesca industrial hoy en día. En España nos comemos en cuatro meses nuestra cuota pesquera (es decir, durante ocho meses consumimos pescado procedente de otros mares más allá de nuestras costas. Tenemos una flota sobredimensionada (y unos armadores con excesivo poder) creada en los años en que se creía que el océano no se acababa nunca, que sigue escarbando las cada vez menos pesquerías productivas que quedan.
En el 94% de los océanos se realizan actividades pesqueras y el 85% de los stocks están completamente explotados, sobreexplotados o agotados, según la FAO. Según Ricardo Aguilar, Director de Investigación de Oceana Europa:
“Menos del 1% de la superficie marina está protegido de manera efectiva. Además, no existe ni un solo stock en el mundo gestionado responsablemente, hasta el punto de que los stocks de algunos tiburones mediterráneos disminuyeron un 99% en el siglo XX respecto a las poblaciones originales. Se están expoliando los recursos pesqueros mundiales para el beneficio de unos pocos y los gobiernos no parecen dispuestos a ponerle freno”.
Sin embargo, se sigue permitiendo el vergonzante despilfarro como descartes de decenas de millones de seres marinos (entre un 70 y un 90% del total de capturas) que son arrojados, ya muertos, por la borda de los pesqueros al no ser esas especies con las que quieren llenar sus bodegas, decenas de miles las hectáreas de fondos marinos, fundamentales para la vida marina, destruidos con las perniciosas redes de arrastre. Y nadie de los que mandan se pone de acuerdo para parar este desastre.

Sin embargo, se sigue permitiendo el vergonzante despilfarro como descartes de decenas de millones de seres marinos (entre un 70 y un 90% del total de capturas) que son arrojados, ya muertos, por la borda de los pesqueros al no ser esas especies con las que quieren llenar sus bodegas, decenas de miles las hectáreas de fondos marinos, fundamentales para la vida marina, destruidos con las perniciosas redes de arrastre. Y nadie de los que mandan se pone de acuerdo para parar este desastre.
En la redacción de Vida y Tiempos creemos que la sociedad, a base de pequeñas decisiones individuales, debería cambiar su mentalidad respecto al consumo de carne y pescado, adoptar una postura ética respecto de los animales que criamos o pescamos para que sirvan de alimento a esta humanidad que crece desmesurada y todo lo depreda. Porque si esperamos que lo hagan los grandes partidos políticos vamos listos. Es necesaria una educación que enseñe a los niños la deslumbrante belleza natural que aún existe en el planeta y la necesidad de respetar a todos los seres vivos que lo comparten con nosotros, con más razón si nos alimentamos de ellos.

Si las personas que nos leen no quieren intentar los muy respetables y éticos caminos del vegetarianismo o el veganismo sí pueden intentar cambiar en lo que puedan su dieta y comer menos carne y pescado (al menos ese día menos de comer carne que pide Paul McCartney), sino de intentar ejercer un consumo responsable y sostenible, que minimice el sufrimiento de los animales, el agotamiento de los ecosistemas y el despilfarro de su carne.
Ya existen muchas webs de granjas o cooperativas que sirven carne y pescado de animales criados y muertos de forma digna y sostenible. Es cierto que son algo más caros (más en estos tiempos) pero es evidente que el ajuste de precio que puede hacer una explotación ganadera industrial que entiende a los animales como unidades productivas de carne que procesar a cascoporro, no es el que puede hacer una granja que críe y alimente a sus animales de forma natural, sin pesticidas ni transgénicos, que los cuide y respete hasta que les llega el momento del matarife.

Si existe el ánimo se pueden echar cuentas y, a pesar de nuestra crisis, pensar en la crisis alimentaria que ya se está fraguando, que cada uno vea si puede pagar realmente ese sobreprecio, pero sabiendo que estamos haciendo algo por esas almitas desdichadas que han ido a parar a los nutritivos cuerpos de los animales que nos alimentan. Los indios de las llanuras americanas, antes de salir a cazar rezaban, chamán mediante, a sus presas como prueba de respeto y agradecimiento a quienes iban a sacrificar su vida para alimentarles, y de paso tener buena caza. En esta bitácora no pedimos a nuestros lectores que dancen rituales pawnees antes de ir al super, al final es cuestión de adquirir e intentar respetar algunos pequeños compromisos personales, empezar a preguntarnos de dónde viene la carne que comemos y qué ha ocurrido para que llegue ahí.
Tercera parte - Animales como nosotros
Sufren, ríen, se angustian, colaboran entre ellos, se emocionan, necesitan y dan cariño, crean lazos afectivos, juegan y celebran la alegría de estar vivos, elaboran estrategias para su supervivencia en el mundo natural, se comunican con nosotros y con otros de su especie, tienen personalidades complejas que configuran en base a un código génetico adquirido y luego a golpes de traumas, entorno y aprendizaje (como nosotros) factores todos que van esculpiendo el carácter de un ser único. Les ofrecemos un buen texto sobre ello:
Las vacas disfrutan resolviendo problemas, los pájaros chinos no entienden el idioma de los estadounidenses, las ovejas pueden entablar profundas amistades, los perros y ratas ríen, los chimpancés son solidarios. Según los últimos estudios, los animales se parecen a las personas mucho más de lo que imaginamos, en materia de sentimientos, lenguaje y relaciones.
Fieras civilizadas


Las vacas se lo pasan bien solucionando problemas, según aseguran algunos participantes de la Conferencia Internacional sobre el Sentimiento de los Animales, que organizó en Londres la organización CIWF Trust dedicada a hacer campañas en defensa de los animales de granja. Un grupo de expertos dirigido por Donald Broom, profesor de bienestar animal en la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, reunió a un conjunto de vacas en un corral especial, cerrado por una palanca que los animales debían apretar correctamente para salir a un campo lleno de alimentos. Los investigadores percibieron muestras de satisfacción en las vacas cada vez que lograban entender cómo funcionaba el mecanismo: tuvieron una respuesta entusiasta, su ritmo cardíaco creció y aumentaron las posibilidades de que saltaran o galoparan hacia los alimentos, "como si dijeran, ¡Eureka!, he descubierto cómo resolver el problema", según explicó el doctor Broom.
Las ovejas se hacen amigas
"Los seres humanos le atribuimos emociones a un bebé, pero se las negamos a una oveja o a un chimpancé", ha señalado en la conferencia británica, la doctora Marian Dawkins, catedrática de la Universidad de Oxford. Para el académico Marc Bekoff, de la Universidad de Colorado, en EU, "los animales no son objetos insensibles ni hay que tratarlos como autómatas: probablemente sienten emociones como el miedo y la ira o pueden entablar amistades profundas como sucede con las ovejas". Según Bekoff, "lo que los animales sienten es muy importante, ya que tratan de negociar su supervivencia en un mundo dominado por los humanos y con frecuencia abusivo, en el que no son más que peones de nuestros esfuerzos incesantes y obsesivos por controlar sus vidas para nuestro beneficio, no el de ellos".
Chimpancés altruistas
La famosa especialista en primates Jane Goodall ha dicho, en la conferencia londinense de la CIWF Trust, que hay que redefinir la forma en que vemos a los animales, tanto a los domésticos como a los salvajes. "Tenemos que entender que no somos los únicos seres en este planeta con mentes y personalidades", explica Goodall, quien ha pasado cuatro décadas y media estudiando a chimpancés en África y asegura que se parecen mucho a los seres humanos. "Ambos tienen la capacidad de cometer barbaries y también son capaces de un gran altruismo", ha explicado la experta, que ha visto a chimpancés ayudar a otros que tenían miedo, habían quedado huérfanos o heridos, demostrando "un cuidado y una compasión que es indistinguible de la nuestra".
Aves orientales no entienden a las americanas
China ha importado una máquina de cantos de pájaros fabricada en Estados Unidos para asustar a las aves en el aeropuerto de Pekín, aunque estas no reconocieron el ruido y se negaron a marcharse. Según el diario Beijing Evening News, el equipo para la dispersión de pájaros había grabado el canto de los pájaros estadounidenses y los sonidos de algunos enemigos naturales de los pájaros, pero "los pájaros locales no entendieron el idioma extranjero". Así que expertos chinos han decidido "traducir" el canto de seis aves estadounidenses al de sus homólogas chinas, y están grabando los cantos de pájaros que son comunes en Pekín.
Muchos animales pueden tener sus propias formas de reírse, según un informe publicado en la revista científica Science por el profesor Jaak Panksepp, quien asegura que algunas especies emiten sonidos que se asemejan a la risa humana.
Este profesor de la Bowling Green State University de Ohio, en Estados Unidos, explica que los circuitos neurológicos para la risa existen en partes "antiguas" de nuestro cerebro, cuya estructura general compartimos con muchos animales. Por ejemplo, los jóvenes chimpancés emiten fuertes jadeos y chillidos mientras juegan a perseguirse unos a otros, y al jugar las ratas producen sonidos que se asocian con sensaciones emotivas de carácter positivo. Cuando se les hace cosquillas, las ratas se muestran socialmente ligadas a los humanos y rápidamente condicionadas a buscar esas cosquillas, explica el neurólogo. Además sugiere que los chillidos podrían provocarlos los circuitos nerviosos del cerebro que liberan el neurotransmisor dopamina, los cuales también se "encienden" en el cerebro humano durante situaciones divertidas.

Personalidad de las mascotas
El doctor Sam Gosling, de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, asegura que los perros presentan grandes diferencias en personalidad y para demostrarlo, ha diseñado una prueba que evalúa el carácter canino, del cual se desprende que los dueños y sus mascotas suelen tener personalidades similares. El estudio agrupa a los perros en cuatro categorías: niveles de energía, afección-agresión, ansiedad-calma e inteligencia-estupidez. Cada rasgo comprende extremos positivos y negativos. Gosling ha encontrado diferencias de personalidad de una raza a otra, y, también entre perros de una misma raza.
Este experto le preguntó a los dueños de perros que clasificaran a sus mascotas dentro de los cuatro rasgos de personalidad y después le pidió a extraños que hicieran lo mismo con estos perros. Los niveles de ansiedad-calma los ha medido al estudiar la reacción de los perros al ver a su dueño alejarse con otro can, y para medir su inteligencia se utilizó su habilidad para recuperar una galleta debajo de una taza. Estos rasgos fueron adaptados de modelos empleados en Psicología para evaluar la personalidad humana.
El mundo emocional de los animales de granja
Última parte - Cazar animales
"Cuando hace muchos años viajé por primera vez a África, a Zimbabwe, lo hice como muchos de mis compatriotas, con un rifle en las manos. Yo era un cazador obstinado, el objetivo de mi viaje era un leopardo, el trofeo más envidiado de los Cinco Grandes (león, elefante, búfalo, rinoceronte y leopardo).Pero cuando por fin localicé a "mi" presa y apunté, quedé tan fascinado por su belleza que me fue imposible disparar. Ya más sosegado, dejé el rifle a un lado, cogí la cámara y empecé a hacer fotos. Como si de una muestra de agradecimiento se tratara, un par de leopardos permaneció durante horas frente a mi cámara. En vez de salir huyendo, decidieron "posar" para mí. Me quedé observando y fotografiando aquellas hermosas criaturas sin el menor deseo de retomar el arma, sin ansia de trofeos. Me prometí no volver a disparar un rifle y me convertí en un cazador de imágenes. Jamás me he arrepentido de aquella decisión: fue mi nacimiento como fotógrafo. Descubrí que observar la vida salvaje es mucho más interesante que aniquilarla." Sergey Gorshkov

21 dias: De caza
El ruso Sergey Gorshkov es ahora fotógrafo de National Geographic y firma un espectacular reportaje sobre los leopardos del Delta del Okavango en Botswana en el último número de la revista del borde amarillo. De él recogemos su relato sobre el día en que se dió cuenta del trágico error que suponía su anterior vida como asesino de animales por ser bastante representativa de la evidente diferencia de estado mental que supone mirar la belleza de la vida natural con los ojos fascinados de un observador con una cámara fotográfica que hacerlo con la mente inyectada en muerte de quien mira a través de la mira telescópica de un rifle de caza.Siempre he pensado que algo no debe funcionar bien en la cabeza de quien ante la majestuosa estampa de un ciervo (o una familia de perdices intentando hacer su vida tranquilamente en el campo) lo único que se le ocurre es meterle una bala en el corazón. Cazadores, esos amantes de la Naturaleza.
Sobre el absurdo que es la caza deportiva hoy en día (a diferenciar de la caza de supervivencia que aún realizan algunos grupos indígenas), les ofrecemos un fragmento del programa de Cuatro 21 días cazando, donde la reportera Adela Úcar comprueba en su propio espíritu qué es eso tan vil de matar por matar. Aunque se lo podía haber supuesto antes de hacerlo. Con ella nos despedimos.
Sobre el absurdo que es la caza deportiva hoy en día (a diferenciar de la caza de supervivencia que aún realizan algunos grupos indígenas), les ofrecemos un fragmento del programa de Cuatro 21 días cazando, donde la reportera Adela Úcar comprueba en su propio espíritu qué es eso tan vil de matar por matar. Aunque se lo podía haber supuesto antes de hacerlo. Con ella nos despedimos.
21 dias: De caza
Suscribirse a:
Entradas (Atom)