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27 de septiembre de 2012

Antonio Muñoz Molina - Casi lo peor...

Casi lo peor 


Casi lo peor de todo es pensar en todas las cosas de las que no estamos hablando, que no estamos debatiendo, al extenuarnos una vez más y como casi siempre en la misma greña estéril, en el mismo encono autodestructivo. De nuevo no hay tiempo para debatir con hondura, libertad y sosiego sobre el modelo productivo que nos permitiría salir de la crisis y rescatar un sistema de protección social, ni para ponerse de acuerdo en una reforma verdadera y a largo plazo de la educación, ni para determinar las prioridades en el gasto público, ni por supuesto para poner algún remedio al despilfarro energético o a los cambios inevitables que ya está trayendo el calentamiento global a un país ecológicamente tan frágil y tan deteriorado como el nuestro, ni para restaurar o establecer de una vez por todas una administración pública no infectada de corrupción y clientelismo político. Todos contentos. Cada bando, cada fracción, cada partido, cada patria a lo suyo, mientras hay cada vez más pobres, mientras los intereses de la deuda se comen los ingresos públicos, mientras los trabajadores siguen pagando muchos más impuestos que las empresas, mientras los pocos bosques que nos quedan arden. Cada uno a lo suyo. Como cuando entre unos y otros se empeñaron cerrilmente en destruir desde dentro la hermosa esperanza de la revolución de 1868, que acabó en el disparate del cantonalismo alucinado y en el golpe militar de Pavía; como cuando en 1936 cada una de las fuerzas que hubieran defendido juntas a la República creyeron insensatamente que la sublevación les daría a cada uno la ocasión para conseguir sus delirios particulares. Los unos con sus banderas, con esos paraísos a la vuelta de la esquina que alcanzarán en cuanto se vean libres de la pringue española, los otros con su prisa por recortar derecho sociales y por dar más dinero todavía a los colegios de curas, los socialistas perdidos no se sabe dónde. Nunca en mi vida adulta he sentido una tristeza civil tan grande como la que siento ahora.