Egipto, mucho más que una carnicería
La cifra de la matanza de El Cairo y otras ciudades egipcias (pasarán días antes de conocer la definitiva) ahorra comentarios en lo tocante a la brutal eficacia con que los uniformados dieron y ejecutaron las órdenes de acabar de una vez con los campamentos levantados en la capital por los islamistas. Los partidarios del presidente han exigido sin desmayo durante todo el Ramadán la vuelta del presidente Morsi, elegido democráticamente tras años de dictadura y depuesto por un golpe castrense el tres de julio…y lo que es predecible: seguirán pidiéndolo con la tenacidad de la que han hecho gala a lo largo de su historia, una historia en la que sólo han conocido la persecución y la represión.
¿La argelinización?
La crudeza de la represión ha hecho pensar en lo sucedido en Argelia tras el golpe militar que frenó en seco el auge islamista en 1991. Un golpe que condujo en línea recta a una guerra civil que costó unos 150.000 muertos. Sin embargo, no es probable hoy que los ofendidos islamistas, privados contra derecho de una victoria legítima en las urnas, adopten la vía armada… entre otras cosas porque es lo que desean los militares: el paso del tiempo, como sucedió en Argelia, terminaría por presentar a los ofendidos como causantes de la tragedia. Además, el país es por completo diferente, incluso en su geografía, un dato esencial si se opta por una guerra de guerrillas. El proceso para parar la matanza y volver a una cierta normalidad en el caso egipcio puede encontrar otros caminos. A día de hoy, sin embargo, no hay el menor indicio de flexibilidad castrense. Cabe preguntarse si muchos de los que apoyaron a los militares en Tahrir hace poco más de un mes en nombre de la democracia no habrán reflexionado ante la crueldad y contundencia de la que han hecho gala con los islamistas.
El peso del país
En términos políticos y estratégicos la importancia capital del golpe se deriva de la condición de Egipto como gran potencia regional, sede de la Liga Árabe, con cerca de noventa millones de habitantes, administradora del vital Canal de Suez y firmante casi único entre los estados árabes (el otro es Jordania, una colonia diplomática de Washington y Londres) de un Tratado de Paz con Israel. Esto explica la moralmente inexplicable tibieza con que casi todo el mundo ha recibido y juzga lo sucedido. Sin embargo, si comparamos la declaración leída por Obama con las declaraciones de los demás, UE incluida, veremos que es de lejos, la más categórica contra la represión “fuertemente condenada” y la que defiende explícitamente el pisoteado derecho del pueblo a manifestarse pacíficamente.
En términos políticos y estratégicos la importancia capital del golpe se deriva de la condición de Egipto como gran potencia regional, sede de la Liga Árabe, con cerca de noventa millones de habitantes, administradora del vital Canal de Suez y firmante casi único entre los estados árabes (el otro es Jordania, una colonia diplomática de Washington y Londres) de un Tratado de Paz con Israel. Esto explica la moralmente inexplicable tibieza con que casi todo el mundo ha recibido y juzga lo sucedido. Sin embargo, si comparamos la declaración leída por Obama con las declaraciones de los demás, UE incluida, veremos que es de lejos, la más categórica contra la represión “fuertemente condenada” y la que defiende explícitamente el pisoteado derecho del pueblo a manifestarse pacíficamente.
Además, se ha cancelado el importante ejercicio militar conjunto “Bright Star” (un gesto muy bien escogido en cuanto que dirigido a un régimen militar) y se anuncia por el Departamento de Estado “una revisión materia por materia de la relación bilateral. Obama, en puros términos de política interna, no puede dejarse desbordar en este campo por senadores republicanos como John McCain o Lyndsay Graham, que visitaron Egipto, fueron muy severos con el régimen y declararon que, desde luego, lo sucedido fue “un golpe militar”. La ONU y los europeos, como siempre… El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió, a petición de Turquía, y – contra los deseos turcos, único país musulmán que, con los gobiernos de Qatar y Túnez condena la matanza – dio una larga cambiada, pidió contención a todos y la vuelta a un proceso de reconciliación política.
En Bruselas, más de lo mismo, con la doble y habitual costumbre de esperar a ver qué dicen en Washington y a ver cómo pueden coordinarse los 27. Una sesión “ad hoc” está por fin prevista para el lunes y que, entre tanto, ha consistido en resúmenes litúrgicos y acuñados leídos por funcionarios de tercer nivel. No debemos sorprendernos si la condena queda por debajo de la norteamericana que, sin ser modélica, es contundente y ha disgustado mucho en El Cairo. La prueba: la vergonzosa operación del diario oficial “Al Ahram” de esconder sus dos párrafos significativos y retorcerla hasta el ridículo. Por lo menos en su edición on-line en inglés.
Observadores moderados no dudan en afirmar hoy que el Estado Mayor fue el que al final arruinó el plan y optó por la mano dura, el “golpe definitivo” a los islamistas y su consagración como lo que han sido, pero hasta ahora “de facto”: el poder genuino, la “ultima ratio”, un Estado dentro de otro… Desde hoy, son el poder ejecutivo; administran el estado de excepción, el que rigió durante los treinta años de Mubarak, y el terrible toque de queda, que permite disparar de noche a todo lo que se mueva por el tiempo que dure… Ese es el nuevo régimen, el que oficialmente preside un juez desconocido y acomodaticio que nadie recordará… El que han impuesto los mismos militares que se negaron a disparar contra el pueblo en Febrero de 2011 y hoy son su verdugo.
Elena Martí es periodista y analista político