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14 de enero de 2009

Vocabulario Fundamental. Corrupción y Fraude (1) En las finanzas, la guerra, el fútbol y el arte


Primera parte. El fraude financiero

Siempre me han llamado la atención los estafadores de altos o medios vuelos (en España tenemos legión de esos fulanos como, así a bote pronto, los hostiables Mario Conde o Julián Muñoz o los innumerables casos de cargos municipales de todos los partidos que han sido pillados traficando y prevaricando al calor de la especulación urbanística e inmobiliaria) y que habiendo ganado todo el dinero que pudieran gastar ellos y su familia en toda su vida, siguen estafando, siguen engañando, hasta que al final, las grandes mentiras, los turbios manejos que les han hecho ganar ese dinero les revientan en plena cara.
O no, eso es lo malo. Cuántos de estos hijos de puta seguirán ahora mismo haciendo de las suyas esperando no cometer el error que los condene, aunque probablemente en la misma naturaleza de su propia e insaciable codicia ya esté programado ese error.

En el budismo se considera que la codicia está basada en una errada conexión material con la felicidad, de tal forma que estos tipejos encuentran en la búsqueda incesante de dinero y poder su forma de realizarse, siempre insatisfechos con lo que ya tienen o ya han robado. Pero por lo menos creo que esa infelicidad perpetua va a carcomer completamente sus vidas. Y eso consuela.

En USA ha estallado uno de esos casos en los que, usando la tan manida como acertada expresión, la realidad supera a la ficción. El financiero Bernard Madoff, ha sido acusado de montar un fraude piramidal (véase el magnífico reportaje de El Mundo al respecto Cien años de timo piramidal, Cien años de codicia humana) con en el que habría estafado hasta ¡¡¡50.000 millones de dólares!!!, o sea una auténtica barbaridad de dinero, a bancos (con ramificaciones por todo el mundo, también España) y particulares (afortunadamente sus clientes particulares estaban tan podridos de dinero que no nos mueven mucho a compasión).

Su sistema era, básicamente, el clásico del timo piramidal de pagar altos intereses a sus primeros clientes con los depósitos entregados por los siguientes inversores con lo que, en cuanto la crisis ha puesto freno a los ingresos, todo el sistema se ha venido abajo.

Porque a la codicia de Madoff y sus clientes, le podemos sumar la ignorancia no sólo de muchos clientes sino también de muchos altos directivos de banca que no conocían unos productos de cierta complejidad financiera. "Es increíble que ningún auditor o gestor de fondos descubriera el fraude", ha sido la demoladora frase que he leído de algún experto bursátil.

Estos productos financieros, al igual que otros como las hipotecas subprymes han derrumbado o torpedeado buena parte de la estructura financiera mundial, en lugar de ser analizados minuciosamente buscando los riesgos que pudieran tener, eran comprados sin terminar de ser entendidos, todos sus riesgos e implicaciones, confiando en el buen nombre de la firma financiera que se los estaba vendiendo y así se volvían a comercializar, pasando la pelota al que sería el siguiente actor del drama económico mundial que ahora sufrimos y de esta forma seguir alimentando el ciclo especulativo y que el hámster de la economía neoliberal incontrolada continuara corriendo y girando en su noria, directo a ninguna parte.

Además, Madoff parece que ha estafado no sólo a otros multimillonarios sino también a amigos e incluso a su hermana y sus propios hijos. Aunque a los pocos días de haber sido detenido y como las pleclaras autoridades que lo juzgan pensaron que era mejor tenerlo en arresto domiciliario, intentó hacer traspasos de dinero a sus familiares por valor de más de 170 millones de dólares así como regalos a sus colaboradores en forma de joyas y relojes de oro. Desde luego, si empiezan así a juzgarle, mal vamos. No sé qué coño pasa que ese tío no está ya en la cárcel bien metidito. Este y todos los demás chicos listos que han detonado esta época trágica y convulsa.

"Ya nos veníamos mereciendo un fraude"
Resaltamos al respecto del caso Madoff, las declaraciones de Arturo Porzencanski, profesor de finanzas internacionales de la American University, en Washington, que ha pasado 30 de sus 59 años trabajando para empresas de Wall Street. Porzencanski cree que no debe sorprendernos en exceso esta gran estafa. "Se trata del primer gran fraude de la gran recesión que sufrimos, pero era lógico que viniera. Cada vez que ha bajado la marea, empiezan a descubrirse cadáveres.


Cuando bajan los beneficios y llegan las pérdidas quedan al descubierto las malas prácticas. En las recesiones de los años 70, 80 y 90, ocurrió lo mismo. De tantos errores financieros honestos como hemos padecido en los últimos meses, ya nos veníamos mereciendo un fraude. Por fin llegó, es parte del drama y hay que asumirlo".
No obstante Porzencanski cree que el Gobierno de Estados Unidos debería extraer enseñanzas de este fraude y renovar la comisión de valores, la tan temida y respetada Securities and Exchange Commission (SEC). "La SEC ha llevado a muchos ejecutivos a la cárcel desde su creación en los años 30, pero ahora ha demostrado su inoperancia", dice Porzencanski. "Bajó la marea y se vio que el rey también estaba desnudo. Debe haber una gran reforma regulatoria, la primera grande en 80 años.
Porque es verdad que existen muchas normas para regular y vigilar el mercado. Cuando empiezas a trabajar en un banco tienes que leerte libracos enteros con las normativas internas donde casi te dicen hasta a qué horas has de ir al baño. Pero el problema es que las reglas se han quedado muy por detrás de los avances tecnológicos". -
Esperemos que esta crisis total que estamos viviendo sirva para regular los mercados, que los Estados tengan el papel capital que deben en la economía y otros sectores capitales de nuestras sociedades y que comience el desfile de todos estos neocons criminales camino a los juzgados y las prisiones para que el resto de sinvergüenzas que quieran seguir estafando se lo piensen un poco y que sepan que si siguen jugando a los masters del universo, les espera dejarse la cárcel los próximos 30 o 40 años de su vida. Que tengan un castigo acorde con los quebrantos y el sufrimiento que han causado.

Para terminar con esta primera parte dedicada al fraude financiero, traemos un artículo que hace 10 años, en noviembre del 98, un profético Arturo Pérez Reverte publicaba en su recomendable columna de El Semanal.

El título de este artículo es Los amos del mundo, y en él Reverte diseccionaba, a contracorriente (esto es importante recalcarlo, ya que, quien más, quien menos TODOS nos pensábamos que, como dice él, esto era Jauja) pero con precisión de cirujano el abismo económico en el que nos estaba sumiendo el neoliberalismo salvaje y anticipaba con sorprendente clarividencia la tragedia económica en que nos podían hundir los manejos sin escrúpulos de tanto codicioso neocon a los mandos de la economía mundial.

Léanlo, no tiene desperdicio.


Los amos del mundo
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.
Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del ordenador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro. Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, y meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados. Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas.
Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, oh prodigio, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no. Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recae directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia, con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros y a veces con su puesto de trabajo Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena. Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

Segunda parte. El fraude en la guerra
En marzo de este año conocimos que el Senado estadounidense estaba investigando el despilfarro sistemático de miles de millones de dólares en Irak y parece que las investigaciones por aquel entonces en curso, alertadas por el descalzaperros en que se ha convertido casi todo lo relacionado con esa guerra, han culminado ahora, desvelando lo que nos temíamos, que algo apesta en Babilonia.

El periódico The New York Times ha publicado un informe federal llamado Lecciones difíciles: la experiencia de la reconstrucción de Irak en el que se acusa de forma directa al Pentágono de derrochar 100.000 millones de dólares en lo que, una vez caído Sadam Hussein se suponía iba a ser la reconstrucción física y constitución democrática de Irak como estado moderno. Así este informe aporta datos como estos:
A la "pobre planificación", al "derroche posterior" y a la "ignorancia sobre la sociedad iraquí", se añadió el ánimo del Pentágono de mentir a sabiendas sobre los datos de la seguridad. En cuanto empezó a estancarse la incorporación de iraquíes a la nueva policía y al nuevo Ejército del país árabe, el Pentágono optó por engañar al Gobierno de EE UU y a la sociedad.
El informe cita al ex secretario de Estado Colin Powell, comentando que varios meses después de la invasión, el Departamento de Defensa "continuó inventándose cifras de las fuerzas de seguridad iraquíes, número que podía aumentar en 20.000 por semana: 'Ahora tenemos 80.000, ahora tenemos 100.000, ahora, 120.000".
Una vez que cayó la estatua de Sadam Husein frente a los hoteles de los periodistas, en la plaza del Paraíso, Bagdad seguía siendo un caos.
La improvisación de Estados Unidos se apreciaba en el simple hecho de que en el famoso Museo Arqueológico de la ciudad, con piezas de más de 4.000 años de historia, podía entrar cualquiera, no había protección ninguna.
Indicadores como la producción nacional de electricidad y petróleo, acceso al agua potable, el funcionamiento de los teléfonos fijos y móviles y la presencia de la policía iraquí cayeron hasta al 70% semanas después de la invasión, según el informe.
Qué desastre, qué puto desastre, qué vergüenza para todo un país. Barack Obama tiene que estar flipando con lo que se le viene encima. En fin, desolador. Como conclusión del estudio se destaca que cinco años después del mayor proyecto de reconstrucción desde el Plan Marshall (que, no olvidemos, volvió a poner a Europa en pie después de la II GM) el gobierno Bush aún no tiene ni las políticas ni la capacidad técnica ni la estructura organizativa necesarias para llevar a cabo un proceso como éste.

Y todo esto sin olvidar, claro, los miles y miles de iraquíes y norteamericanos muertos.

Tercera parte. El fraude en el fútbol


El actual presidente del Real Madrid, Ramón Calderón, a quien hay que otorgarle el dudoso honor de superar siempre y contra todo pronóstico con su última torpeza todas las anteriores, parece que podría estar, con sus últimas actuaciones, cavando la propia fosa de su defunción como presidente del Real Madrid. Alguien que no podía faltar en una entrada que hablara sobre los fraudes.

Hoy no me quiero a poner a contar las innumerables patochadas, arrogancias, meteduras de pata y actos más que sospechosos, cómo la vergonzosa forma en que proclamó presidente o los más que probables casos de cobro ilegal de comisiones, que lleva el pollo pera este. Y esto se alargaría demasiado. Y no me acuerdo de todas.

Porque parece que va tomando cuerpo la acusación publicada por Marca y El Mundo del fraude que cometió en la última y delirante asamblea (de la que ofrecemos el video), en la que no sólo hizo entrar a los ultras para intimidar a la oposición y aprobar sus cuentas, sino que, aprovechando el absurdo sistema de votación a mano alzada, parece que también a socios no compromisarios o incluso a personas ajenas al club.


Recuerdo con pavor los garbanceros tiempos de Lorenzo Sanz, pero de confirmarse, espero sea la última y definitiva cacicada del peor presidente que haya tenido el Real Madrid, del que más ha arrastrado con sus torpezas, incompetencias y malas artes el prestigio institucional del club por España y el mundo. Incluimos enlace de enganche a Plataforma Blanca, grupo de socios organizado como oposición válida contra los desmanes del nefasto Monchito.

Y para terminar, iba a ponerme a escribir sobre el caso Moggi, el presidente de la Juventus que hace dos años se vio implicado en otro fraude de manual, un escándalo de corrupción en el calcio con presidentes y árbitros implicados, compra de partidos etc y cuya actuación provocó el descenso de categoría del equipo turinés, y que ha sido condenado a un año y medio en la cárcel. Qué baratito le ha salido. Pero Ramón Calderón me ha quitado las ganas.


Cuarta parte. El fraude en el arte

En ella narraba una vida apasionante y próspera construida en torno a una sorprendente capacidad para pintar falsificaciones de grandes maestros de la pintura (Modigliani, Braque, Matisse, Picasso, Dalí...) tan perfectas que los propios marchantes e incluso los mismos artistas tenían dificultades en descubrir. En el reportaje "Así vivió el falsificador de 1.000 obras de arte" se cuenta:

Uno de sus socios llegó a enviar una de sus obras a Picasso para que certificara su autenticidad. Éste, que no estaba totalmente seguro, preguntó: "¿Cuánto pagó el marchante por él?". Le dieron una cifra fabulosa, 100.000 dólares, y Picasso dijo: "Bueno, si han pagado tanto, debe de ser auténtico"

En fin, una vida y un don, el de D'Hory, que invita a plantearse hasta qué punto el arte es arte y hasta dónde es simple mitomanía, a partir de qué momento, cuando admiramos una obra de arte, no le estamos prestando algunas emociones que sólo son un mero ejercicio de idolatría pagana.
Para ilustrar el tema del fraude en el mundo del arte traemos una más de las estupendas entrevistas de Lluis Amiguet en La Contra, de La Vanguardia, esta vez a Harry S. Martin III, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Harvard. En ella, éste hace un repaso a los mayores falsificadores de obras del arte (sobre todo pintura) del mundo, como Henricus Antoniousvan Meegeren o Elmyr D'Hory, que ya inspiró a Clifford Irving para su libro Fake y éste a Orson Welles para hacer su película homónima (Fake, 1974).
La historia del arte también es historia del crimen


Tengo 65 años: no sé si me dan sabiduría pero experiencia, seguro. Empecé coleccionando viejas pelucas de jueces y he acabado enseñando derecho del arte. El arte es por definición universal, así que las leyes universales deberían protegerlo. Colaboro con la Fundació Gala-Dalí.
Mi falsificador de pintura favorito fue Henricus Antonius van Meegeren: capaz de vender un Vermeer falso por siete millones de dólares al mismísimo Reichmarschall Goering, quien corrió a colgarlo orgulloso de la pared de su residencia de Carinhall.

-La vanidad es tonta y cegata.



-Meegeren fue un virtuoso despreciado por la crítica que copió a los grandes maestros con tal habilidad que logró exponer sus obras en museos junto a cuadros auténticos sin que nadie sospechara. Y se dio una vida de pachá gracias a millonarios ingenuos.


-Un artista... A su modo, claro.

-Al acabar la guerra, lo procesaron por haber vendido obras de los
grandes maestros a los nazis y él repuso ante el tribunal que había vendido arte a los nazis, sí, pero sólo el suyo. Y para demostrarlo, pidió lienzo y pinceles e improvisó en su propia celda un Jesús que impresiona a los doctores...Brillante.

-¡Qué fina ironía!

-Al final, lo soltaron con una condena leve por fraude, pero murió poco después.

-Seguro que su obra se ha revalorizado. Meegeren fue un prodigio, pero astucia por astucia fue mayor la de otro falsificador inglés cuyo cómplice viajaba por los mejores archivos y bibliotecas del planeta sustituyendo las fotos de los originales que los expertos toman como referencia y colocando en su lugar las fotos de sus propias copias.

-¡Falsificaba las referencias: un hacha!

-Así, cuando el experto cotejaba un cuadro no lo hacía con la referencia original fiable, sino con una foto del cuadro del timador y daba la falsificación por buena. Ese desgraciado ha contaminado decenas de archivos.

-Traiciones del universo digital.

-Pero desde el punto de vista legal, resulta apasionante la trayectoria de Elmyr d'Hory, a quien Orson Welles dedicó una brillante película.

-D´Hory era un alias de un húngaro capaz de mimetizar con precisión el estilo (para él no inimitable) de Picasso y Matisse.

-¿Por qué le parece tan interesante?

-Porque no firmaba sus copias, así que, en puridad legal, no consumaba el timo.

-¿Y...?

-Pues que ante un tribunal podría argumentarse que él no pretendía timar, sino que simplemente vendía su arte de copista.


-¿Eso es legal?

-No creo que fuera particularmente honrado, pero podríamos hablar más bien de alegalidad. El caso dejó de ser jurídicamente interesante cuando un mafioso obligó a Elmyr a firmar también como Picasso y Matisse y lo convirtió en vulgar timador.

-Cuéntenos algún timo reciente.

-La crátera (copa donde los griegos mezclaban agua y vino) de Eufronio estaba expuesta en el Metropolitan de Nueva York...

-¡Soberbia!, y creo recordar que reproducida en mi libro de griego del instituto. ...

-Pues ejemplifica muy bien los problemas de los museos hoy tras la firma de la convención de la Unesco sobre obras de arte.

-¿Por qué?

-Los museos ahora no sólo tienen que preocuparse de la autenticidad de las obras, sino que, además, deben documentar su procedencia y demostrar que no son fruto de expolio, robo o excavación ilegal.


-¿La crátera de Eufronio era robada?

-Robert Hecht Jr. se la vendió al Metropolitan en 1972 por un millón de dólares - la cifra entonces hizo historia-y, cuando el museo empezó a tener sospechas y a investigar su origen, intentó inventarse que la había comprado en los años treinta a un libanés.

-¿Y cuál era la verdad?

-Había sido robada en 1971 de una tumba etrusca cerca de Cerveteri, en Italia; por eso ha sido devuelta ahora al Estado italiano. Ya ve: hay que preocuparse de quién tenía la obra antes de comprarla y de si había sido expoliada, por ejemplo por los nazis: estamos tramitando muchas reclamaciones de herederos de expoliados por los nazis.

-¿Habría base para reclamaciones sobre expolios artísticos consumados en la guerra civil española?

-La convención de la Unesco ha abierto muchas posibilidades de reclamación y las demandas se suceden. El problema es: ¿dónde ponemos la barrera del expolio en la historia de una obra de arte?, ¿desde qué momento preciso en el pasado, tras qué guerra consideramos la obra expolio o legítima propiedad? ¿Y si las piezas son milenarias?

-¿Y usted qué sostiene?

-¡Hay tantas reclamaciones! Grecia y Egipto y el expolio colonial... ¿La Mona Lisa del Louvre es italiana o francesa? ¿Y acaso no fue un crimen contra la humanidad que los talibanes volaran los budas en Afganistán?

-¿Estudia algún caso en concreto?

-Los carabineros lograron una orden de registro para un almacén en Ginebra donde encontraron cientos de antigüedades expoliadas de excavaciones clandestinas. El expolio había sido perfectamente documentado con precisión por los propios ladrones con fotos de cómo extraían las obras de la tierra y cómo las limpiaban y restauraban.

-¿Para qué documentar su crimen?

-Para probar su autenticidad al comprador. Y algunos de esos compradores, conservadores de museos norteamericanos, han sido tan estúpidamente ingenuos que han colgado esas fotos en exhibición junto a esas piezas robadas que compraron. Por cierto, hay dos Leonardo iguales en dos museos distintos: Kansas y el Louvre.
Comprar barro
Las figuras antiguas de terracota de los dogon de Mali son hoy una adquisición millonaria, así que los dogon las copian e incrustan fragmentos de figuras antiguas en las partes de la copia donde los peritos suelen raspar (bajo la cola de un caballo, por ejemplo) para tomar muestras sin dañarla: así - ironiza Martin-,compras el uno por ciento de una antigüedad. El timo surge cuando se traiciona la vocación universal del arte, del que ni estados ni individuos son propietarios, sino meros custodios. Y evitamos citar el caso Dalí en atención a Lluís Peñuelas i Reixach, secretario general de la Fundació Dalí-Gala, quien propicia esta contra tras organizar unas sesudas jornadas sobre derecho del arte.