La renovación de una plantilla viciada de hastío de títulos, vedettismo y compadreo con el presidente en el desnortado florentinato tardío, el fichaje de algunos jugadores muy válidos para el Madrid como Robben, Pepe, Van Nilsterooy, Higuaín, Gago, Sneijder y dos ligas ganadas con mucho coraje aunque poco juego ante no mucha competencia por parte de otros equipos. Y ya. Las luces de la pésima y última presidencia del Madrid que ahora termina acaban ahí.
Que, como decíamos, ha encarecido casi todos sus fichajes sobrevalorándolos con sus declaraciones ineptas y pagando cifras tan abultadas como sospechosas, entre ellos los de algunos jugadores que no dan la talla para el Madrid, como Marcelo (el futuro Roberto Carlos, oiga), Diarrá, Drenthe, Saviola, Metzelder o ese engendro futbolístico conocido por Emerson. O que la dan muy justito, como Heinze y Cannavaro. 300 millones de euros gastados en dos años y medio para poco más de media docena de jugadores dignos de jugar en el Real Madrid.
Que ha contratado dos entrenadores bastantes impresentables, Capello y Schuster, a los que claramente les vino grande el puesto, con unos estilos de juego, de actitud y comportamiento que se alejan mucho de lo que se requiere en este club. Que ha vivido con la sospecha siempre encima suyo, al proclamarse campeón en unas elecciones claramente fraudulentas, que ha ofrecido a los jugadores primas extras insultantes no sé si para ellos pero sí para una sociedad en claras dificultades económicas, que ha provocado vergüenza ajena en España y el extranjero con sus comportamientos estrafalarios, que ha convertido algo tan serio como una asamblea de aprobación de cuentas y reforma de estatutos en un lamentable patio de Monipodio de ultras macarras, falsos compromisarios, gritos y mucho, mucho bochorno.
Y todo esto ha venido a estallar coincidiendo en el tiempo, lo que no le ha favorecido precisamente, con la eclosión de uno de los mejores barça que se recuerdan (virgencita, virgencita, que no ganen la Champions...), tras el desastre del año pasado, con un estilo, un entrenador y unos jugadores que pueblan los sueños más inconfesables del seguidor madridista.
En fin, celebramos el adiós de
De todas formas, si hay que resumir en una frase lo que ha supuesto la presidencia de Ramón Calderón para el Real Madrid, nada lo hace mejor que el recuerdo del nombre de uno de los más bizarros disfraces con el que el genial Ibañez vistió una vez a su transformista personaje Mortadelo, Pesadilla producida por indigestión de garbanzos.