Durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados de la Wehrmacht de Hitler llevaban hebillas en sus cinturones con la frase "Gott mit uns" (Dios con nosotros).
"Me han acusado de que quiero ser perpetuo. Dios es perpetuo. La Patria es perpetua. Pero para que la Patria sea perpetua tiene que haber un pueblo perpetuo, que no lo empaña ese ser insignificante", refiriéndose a Antonio Ledezma, uno de sus principales opositores y alcalde de Caracas, una de sus piedras en el zapato que se oponen a su deseo de ostentar el poder omnímodo en Venezuela.
Desde siempre se ha utilizado el designio divino para justificar guerras, crímenes, humillaciones y otros desmanes, desde aquel Deus lo volt! (Dios lo quiere) de los cruzados, hasta el Allahu akbar (Dios es el más grande) que gritan fuera de sí los que decapitan un prisionero maniatado ante una cámara o se revientan a sí mismos y a otras decenas de personas en un tren en Madrid o en un mercado en Bagdad.
En fin, que nada mejor retrata este fenómeno consustancial a la raza humana que es otorgarse el apoyo divino para justificar crímenes y miserias propias, que la viñeta que el semanario satírico francés Charlie Hebdo sacó en solidaridad con el diario danés que publicó aquellas viñetas satíricas del profeta Mahoma que tanta polémica causaron. En esta, Mahoma se tapaba los ojos con vergüenza mientras exclamaba Es duro es ser amado por gilipollas.