Tras aquella ya lejana Vocabulario Fundamental. Parasitismo (I) sobre caracoles zombies, mafias y políticos italianos corruptos en la que mostrábamos alguna de las formas que adopta el parasitismo en nuestro mundo, hoy traemos otra de estas formas, los paraísos fiscales -o centros financieros off-shore, como prefieren llamarse-, lugares cuya existencia siempre indignó al Juez Roy Bean. De siempre me han caído mal países como Suiza, epítomes de la ambigüedad moral, de las equidistancias, siempre disponibles para acoger cantidades ingentes de dinero de cualquier persona sin preguntar por su origen ,perpetuando algunos de los grandes males que afligen al mundo.
Ahora que en el G-20 los grandes dirigentes mundiales están tratando de llegar a acuerdos para reflotar la economía mundial y que no caiga en una depresión que dure años, es cuando se ha de aprovechar el momento para rediseñar mecanismos de control que impidan la especulación delictiva y la evasión fiscal, y los paraísos fiscales son el epítome de estas perversiones del sistema.
Estos lugares cobijan con eficaz discreción miles de pequeñas y grandes fortunas, muchas de ellas de particulares o sociedades que sólo quieren evadir impuestos de sus países o maquillar sus cuentas de resultados y muchas otras provenientes del narcotráfico, el terrorismo, el tráfico de armas y demás tipos de negocios criminales. Se calcula que en ellos se cobijan más de ¡¡ocho billones de euros!! e incluso Estados Unidos, Alemania y Francia, han echado cuentas del dinero que no ingresan, (75.000 millones de euros, 30.000 millones y 20.000 millones de euros, respectivamente).
Y, como dicen en el documental, "cada céntimo que se evade a un paraíso fiscal, es un céntimo que un contribuyente honesto tendrá que pagar para financiar el desarrollo de su país." Y por lo que parece la evasión de impuestos no es sólo cosa de los países desarrollados. Oxfam Internacional calcula que los países en vías de desarrollo pierden cada año cerca de 94.000 millones de euros que van a parar a estos paraísos fiscales. Unas pérdidas que superan ampliamente los 78.000 millones de euros de ayuda al desarrollo que reciben anualmente los países más pobres.
Parece que existen dos bandos que difieren sobre cómo afrontar esta perniciosa disfunción del sistema capitalista que lo torpedea desde su interior. Francia, Brasil y Alemania (a los que podríamos añadir España) a los que les gustaría su desaparición o al menos la absoluta transparencia sobre los fondos que registran las miles y miles de sociedades opacas que se instalan en estos lugares, aprovechando la laxitud (o inexistencia) de legislación fiscal sobre no residentes. A ellos se oponen con la boquita pequeña, pidiendo sólo más transparencia el eje anglosajón compuesto por Estados Unidos y Gran Bretaña, sobre todo esta última, ya que bastantes de estos países tienen bandera británica, e incluso en el propio Londres -como muestra el documental- se instalan grandes fortunas extranjeras que aprovechan las lagunas legales para evitar pasar por el fisco.
Y claro, en estos países también se instalan con discreción las grandes entidades bancarias mundiales (por ej. Barclays, pero también el Santander y el BBVA y otras muchas empresas del IBEX-35) con las que muchos tenemos una hipoteca y las grandes firmas de auditoría, que aprovechan, aunque tengan que pagar grandes multas, todos los resquicios legales para conseguir que sus clientes no paguen al erario público de los países en los que hacen sus negocios.
En este esclarecedor documental, el francés Frédéric Brunnquell desnuda con eficacia los perfiles opacos de este problema trascendental de nuestro tiempo, viajando a varios de estos países y entregando simbólicas bolas de cristal a dirigentes políticos, responsables bancarios y directivos de empresas auditoras, regalo envenenado que los desenmascara y les deja que hablen, deslizando con cinismo sus eufemismos autoexculpatorios, mostrando la indecencia de su negocio.
Y sin embargo, aún reserva la última bola de cristal para la sorpresa final, el líder de U2 Bono, del que se sospecha también se beneficia de las malas artes que se utilizan en estos lugares, en estos perniciosos parásitos del sistema capitalista en el que, nos guste más o menos, vivimos todos.
Y sin embargo, aún reserva la última bola de cristal para la sorpresa final, el líder de U2 Bono, del que se sospecha también se beneficia de las malas artes que se utilizan en estos lugares, en estos perniciosos parásitos del sistema capitalista en el que, nos guste más o menos, vivimos todos.
Paraísos fiscales, la gran evasión (Versión Extendida)