El motor con su canto mecía el alma adormecida,
Y el sol nos rozaba con su luz lívida...»
Antoine de Siaint-Exupéry, tras su primer vuelo
A las 8,35 horas del 31 de julio de 1944, pocas semanas después del desembarco aliado en Normandía, un avión francés (un P-38 Lightning) despega de la base de Gorgo, cerca de Bastia, en Córcega, para un vuelo de reconocimiento fotográfico de las defensas alemanas sobre las costas del sur de Francia. A los mandos se encuentra el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, en su novena misión desde que pertenece a la escuadrilla 2/33.
Saint-Exupéry conocía bien su escuadrilla pues fue la suya desde el comienzo de la guerra hasta aquel día de agosto de 1940 en que, vencida Francia por el ejército alemán, fue desmovilizado y se encontró solo sin más compañía que el recuerdo de sus camaradas desaparecidos, 17 tripulaciones de las 23 con que contaba esa unidad.
Tras esto, el escritor decide alejarse de la pesadilla de la derrota de su país. Su primera etapa en el exilio es Lisboa, trasladándose después a Nueva York, donde halla algunas dificultades de adaptación a la gran ciudad. Como remedio para su soledad, su tristeza e inactividad, escribe, en la mesa de un café, Piloto de guerra y El Principito, con los que obtiene un gran éxito.
A pesar de su confirmación como escritor, en agosto de 1943 Saint-Exupéry vuelve a Argel con la intención de volver a luchar por la Francia libre pilotando un avión, su otra gran pasión vital, además de la escritura. Los médicos piensan que es demasiado mayor, (tiene 43 años) con demasiadas antiguas lesiones por accidentes o derribos pero él insiste y consigue realistarse.
Hasta aquel último día de julio de 1944. A la hora de la vuelta prevista el avión no aparece y el comandante de la base da la alerta para que los radares lo busquen, en vano. A las 14,30 toda esperanza está perdida pues, estuviera donde estuviera, sus reservas de combustible se habrían agotado. El comandante Saint-Exupéry, autor de Vuelo nocturno y El principito, decano de los pilotos de guerra y pionero del correo aéreo no regresó. ¿Qué pasó exactamente? Hundido al parecer en el Mediterráneo, entre Provenza y Córcega, el misterio de su desaparición hizo crecer el mito y la leyenda de este piloto.
No hubo pruebas de lo que le había ocurrido a Saint-Exupéry o a su avión, hasta que en 1998 una pulsera de plata con su nombre y el de su esposa, apareció a las orillas de la costa de Marsella. Aún así, su autenticidad fue puesta en entredicho. Gracias a la aparición de la pulsera las autoridades francesas comenzaron la búsqueda de los restos del avión. Así fueron descubiertos, en 2003, los restos del avión Lightning P38, cerca de donde se descubrió la pulsera. Sobre el panel de la caja del turbo-compresor, aparecía una serie de cuatro cifras aisladas y grabadas manualmente, 2734, seguidas de la letra L. Según los investigadores se trataba del número de fabricación que correspondía con la matrícula militar 42-68223, la del avión de Saint-Exupéry. Sin embargo aún no se conocía la razón del accidente, si había sido derribado, había perdido el control, o se trataba de un fallo mecánico.
En marzo de 2008, Horst Rippert, de 88 años de edad, quien fuera piloto de la Luftwaffe alemana operando en la zona en aquellas fechas, se declaró autor de los disparos que abatieron el avión que pilotaba el autor francés, aunque aún persisten ciertas dudas sobre su historia. Probablemente nunca se sepan con certeza las circunstancias exactas de su muerte, lo único cierto es que aquel luminoso último día de julio de 1944 Antoine de Saint-Exupéry despegó por última vez para perderse en el horizonte.
Saint-Exupéry conocía bien su escuadrilla pues fue la suya desde el comienzo de la guerra hasta aquel día de agosto de 1940 en que, vencida Francia por el ejército alemán, fue desmovilizado y se encontró solo sin más compañía que el recuerdo de sus camaradas desaparecidos, 17 tripulaciones de las 23 con que contaba esa unidad.
Tras esto, el escritor decide alejarse de la pesadilla de la derrota de su país. Su primera etapa en el exilio es Lisboa, trasladándose después a Nueva York, donde halla algunas dificultades de adaptación a la gran ciudad. Como remedio para su soledad, su tristeza e inactividad, escribe, en la mesa de un café, Piloto de guerra y El Principito, con los que obtiene un gran éxito.
A pesar de su confirmación como escritor, en agosto de 1943 Saint-Exupéry vuelve a Argel con la intención de volver a luchar por la Francia libre pilotando un avión, su otra gran pasión vital, además de la escritura. Los médicos piensan que es demasiado mayor, (tiene 43 años) con demasiadas antiguas lesiones por accidentes o derribos pero él insiste y consigue realistarse.
Hasta aquel último día de julio de 1944. A la hora de la vuelta prevista el avión no aparece y el comandante de la base da la alerta para que los radares lo busquen, en vano. A las 14,30 toda esperanza está perdida pues, estuviera donde estuviera, sus reservas de combustible se habrían agotado. El comandante Saint-Exupéry, autor de Vuelo nocturno y El principito, decano de los pilotos de guerra y pionero del correo aéreo no regresó. ¿Qué pasó exactamente? Hundido al parecer en el Mediterráneo, entre Provenza y Córcega, el misterio de su desaparición hizo crecer el mito y la leyenda de este piloto.
No hubo pruebas de lo que le había ocurrido a Saint-Exupéry o a su avión, hasta que en 1998 una pulsera de plata con su nombre y el de su esposa, apareció a las orillas de la costa de Marsella. Aún así, su autenticidad fue puesta en entredicho. Gracias a la aparición de la pulsera las autoridades francesas comenzaron la búsqueda de los restos del avión. Así fueron descubiertos, en 2003, los restos del avión Lightning P38, cerca de donde se descubrió la pulsera. Sobre el panel de la caja del turbo-compresor, aparecía una serie de cuatro cifras aisladas y grabadas manualmente, 2734, seguidas de la letra L. Según los investigadores se trataba del número de fabricación que correspondía con la matrícula militar 42-68223, la del avión de Saint-Exupéry. Sin embargo aún no se conocía la razón del accidente, si había sido derribado, había perdido el control, o se trataba de un fallo mecánico.
En marzo de 2008, Horst Rippert, de 88 años de edad, quien fuera piloto de la Luftwaffe alemana operando en la zona en aquellas fechas, se declaró autor de los disparos que abatieron el avión que pilotaba el autor francés, aunque aún persisten ciertas dudas sobre su historia. Probablemente nunca se sepan con certeza las circunstancias exactas de su muerte, lo único cierto es que aquel luminoso último día de julio de 1944 Antoine de Saint-Exupéry despegó por última vez para perderse en el horizonte.