La ida de la eliminatoria de Copa del Rey entre el Real Madrid y el Barcelona supuso un partido vibrante en el que el empate a uno se puede calificar de justo. A pesar de que hubo fases en las que el dominio blaugrana amenazaba con provocar una debacle blanca como las de hace un par de años el equipo madridista supo rehacerse, no perder nunca la cara al partido y provocar también algunas buenas ocasiones en la portería de Pinto. Fue un partido donde las defensas de ambos equipos (la del Madrid con muchas bajas claves) se impusieron a una pléyade de algunos de los mejores delanteros del mundo y entre todos los stoppers destacó uno, Raphael Varane. El central francés realizó un partido para enmarcar ante el mayor rival posible, un partido en el que impuso su ley en su área, atento al corte y la cobertura (sobre todo al ya obsoleto Carvalho), ganando todos sus duelos con los delanteros blaugranas, (incluyendo al sobrenatural Messi) salvando a su equipo de encajar al menos dos goles y anotando además el empate. El madridismo, siempre necesitado de héroes, saluda la confirmación y esperemos definitiva consolidación de Varane en la defensa blanca como un central moderno, elegante, rápido, sobrio y eficaz. Un defensa total fichado -por una vez- a tiempo, un veterano con sólo 19 años y un enorme futuro por delante. Crack Varane.
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