Durante unos momentos cruciales, el 26 de septiembre de 1983, Stanislav Petrov tuvo el destino del mundo en sus manos. Cuando una alarma de repente se encendieron a Soviética centro de alerta temprana nuclear Serpukhov-15, Stanislav fue responsable de reaccionar a un informe que cinco misiles nucleares estadounidenses se dirigían hacia la Unión Soviética. En lugar de tomar represalias, Stanislav siguió su instinto y se fue en contra del protocolo, convenciendo a las fuerzas armadas que se trataba de una falsa alarma. Su decisión salvó al mundo de un posible holocausto nuclear.
Tres décadas después, un documental dirigido por el danés Peter Anthony, El hombre que salvó el mundo (The Man Who Saved the World, 2014), nos cuenta la historia de aquel difícil día de septiembre de 1983, cuando además la esposa de Petrov agonizaba enferma. Aquella decisión que salvó al mundo no le trajo condecoraciones sino una reprimenda por no atender correctamente los protocolos. Poco después Stanislav dejó el ejército. Dice que no fue a causa de aquella reprimenda, sino para atender a su mujer. A Stanislav le avergonzaba que lo que hizo sea catalogado como acto heroico pues aquel día tuvo serias dudas de si estaba haciendo lo acertado. Dice que no es un héroe, sólo estuvo en el momento correcto y en el lugar indicado.
En 2006 la Asociación de Ciudadanos del Mundo le otorgó una condecoración y tuvo que viajar a Estados Unidos para recibir tal homenaje. Ahí conoció actores que hacen papeles de héroes como Kevin Costner, Robert De Niro, Matt Damon y Ashton Kutcher, quienes lo saludaron y le dijeron que todos estábamos conectados por su decisión. Stanislav les dijo: "Tenemos que olvidar el pasado. Es enfermo vivir en un atmósfera de hostilidad y viejos odios, nadie ganaría en una guerra de alcance nuclear. Nadie. Tenemos que aprender a coexistir como hermanos o pereceremos como dinosaurios". Campanadas de alivio y fe en lo mejor del ser humano, su capacidad para reconocer errores e iniciativa y determinación del individuo para solucionarlo ante las obtusas lógicas de las máquinas y las cadenas de mando.
Stanislav Petrov: el hombre que salvó al mundo de un desastre nuclear
Redacción BBC Mundo 27 septiembre 2013
Hace treinta años, el 26 de septiembre de 1983, el mundo se salvó de un posible desastre nuclear. En las primeras horas de la mañana, los sistemas de alerta temprana de la Unión Soviética detectaron un ataque con misiles desde EE.UU.. Los reportes de la computadora sugerían que varios misiles nucleares habían sido lanzados. El protocolo para el ejército soviético habría sido tomar represalias con un ataque nuclear.
Pero el oficial de guardia Stanislav Petrov -cuyo trabajo era registrar aparentes lanzamientos de misiles enemigos- decidió no informar a sus superiores y en su lugar los descartó como una falsa alarma. Esto fue una violación de sus tareas, una negligencia en el cumplimiento del deber. Lo más seguro habría sido pasar la responsabilidad, referirlo a un superior. Pero su decisión puede que haya salvado al mundo.
"Tenía todos los datos (para sugerir que había un ataque con misiles en curso). Si hubiera enviado mi informe a la cadena de mando, nadie habría dicho nada en contra", explicó al servicio ruso de la BBC, 30 años después de ese turno de noche. Petrov -que se retiró con el rango de teniente coronel y ahora vive en un pequeño pueblo cerca de Moscú- era parte de un equipo bien entrenado que servía a una de las bases de alerta temprana de la Unión Soviética, no lejos de Moscú. Su entrenamiento era riguroso, sus instrucciones muy claras.
"No pude moverme"
Pero el oficial de guardia Stanislav Petrov -cuyo trabajo era registrar aparentes lanzamientos de misiles enemigos- decidió no informar a sus superiores y en su lugar los descartó como una falsa alarma. Esto fue una violación de sus tareas, una negligencia en el cumplimiento del deber. Lo más seguro habría sido pasar la responsabilidad, referirlo a un superior. Pero su decisión puede que haya salvado al mundo.
"Tenía todos los datos (para sugerir que había un ataque con misiles en curso). Si hubiera enviado mi informe a la cadena de mando, nadie habría dicho nada en contra", explicó al servicio ruso de la BBC, 30 años después de ese turno de noche. Petrov -que se retiró con el rango de teniente coronel y ahora vive en un pequeño pueblo cerca de Moscú- era parte de un equipo bien entrenado que servía a una de las bases de alerta temprana de la Unión Soviética, no lejos de Moscú. Su entrenamiento era riguroso, sus instrucciones muy claras.
"No pude moverme"
Su trabajo consistía en registrar los ataques con misiles e informar de ellos a la cúpula militar y política soviética. En el clima político de 1983, un ataque en represalia habría sido casi seguro. Y, sin embargo, cuando llegó el momento, asegura que casi se congeló en su lugar. "La sirena aulló, pero me senté allí durante unos segundos, mirando a la pantalla roja, grande, retroiluminada con la palabra 'lanzamiento' brillando en ella", dice. El sistema le decía que el nivel de fiabilidad de dicha descripción era el "más alto". No podía haber ninguna duda. Estados Unidos había lanzado un misil. "Un minuto más tarde la sirena sonó de nuevo. El segundo misil había sido lanzado. Entonces la tercera y la cuarta y la quinta. Las computadoras cambiaron de alertas de "lanzamiento" a "ataque con misil"", dice.
Petrov fuma cigarrillos rusos baratos mientras narra los incidentes con los que debe haber jugado un sinnúmero de veces en su mente. "No había ninguna regla sobre cuánto tiempo se nos permitía pensar antes de informar de un ataque, pero sabíamos que cada segundo de retraso se llevaba un tiempo muy valioso. El liderazgo militar y político de la Unión Soviética necesitaba ser informado sin demora". "Todo lo que tenía que hacer era alcanzar el teléfono para llamar por la línea directa a nuestros altos mandos, pero yo no pude moverme. Me sentí como si estuviera sentado en una sartén caliente", nos dijo. Aunque la naturaleza de la alerta parecía muy clara, Petrov tenía algunas dudas.
Además de especialistas de informática, como él, la Unión Soviética tenía otros expertos también observando las fuerzas de misiles de EE.UU.. Un grupo de operadores de radar por satélite le dijo que no habían registrado ningún misil. Pero esas personas eran sólo un servicio de apoyo. El protocolo decía, muy claramente, que la decisión tenía que ser sobre la base de las lecturas de la computadora. Y esa decisión correspondía a él, el oficial de guardia. Pero lo que lo hizo sospechoso fue lo fuerte y clara que era la alerta.
"Había 28 ó 29 niveles de seguridad. Después de que el objetivo era identificado, tenía que pasar todos esos "puntos de control". Yo no estaba muy seguro de que eso fuera posible, bajo esas circunstancias", dice el oficial retirado. Petrov llamó al oficial de guardia en el cuartel general del ejército soviético y reportó una falla en el sistema. Si se equivocaba, las primeras explosiones nucleares habrían ocurrido minutos más tarde. "Veintitrés minutos más tarde me di cuenta de que no había pasado nada. Si hubiera habido un ataque real, entonces yo lo hubiera sabido. Fue un gran alivio", dice con una sonrisa.
Ahora, 30 años después, Petrov cree que las posibilidades eran 50-50. Él admite que nunca estuvo completamente seguro de que la alerta era falsa. Dice que era el único oficial de su equipo que había recibido una educación civil. "Mis compañeros eran soldados profesionales, se les enseñó a dar y obedecer órdenes", contó. Por lo tanto, en su opinión, si alguien más hubiera estado en el turno, la alarma se habría lanzado.
Pocos días después, Petrov recibió una reprimenda oficial por lo que pasó esa noche. No por lo que hizo, sino por los errores en la bitácora. Se mantuvo en silencio durante 10 años. "Pensé que era una vergüenza para el ejército soviético que nuestro sistema fallara de esa manera", dice. Pero, tras el colapso de la Unión Soviética, la historia llegó a los medios. Petrov recibió varios premios internacionales. Pero él no piensa en sí mismo como un héroe. "Ese era mi trabajo", dice. "Pero ellos tuvieron la suerte de que fuera yo el del turno de la noche".
Pocos días después, Petrov recibió una reprimenda oficial por lo que pasó esa noche. No por lo que hizo, sino por los errores en la bitácora. Se mantuvo en silencio durante 10 años. "Pensé que era una vergüenza para el ejército soviético que nuestro sistema fallara de esa manera", dice. Pero, tras el colapso de la Unión Soviética, la historia llegó a los medios. Petrov recibió varios premios internacionales. Pero él no piensa en sí mismo como un héroe. "Ese era mi trabajo", dice. "Pero ellos tuvieron la suerte de que fuera yo el del turno de la noche".