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Los infelices mineros que en ella trabajan mascan continuamente hojas de coca porque ayuda a la circulación y oxigenación de la sangre y les hace no sentir el hambre. Algo que a este redactor les sorprendió es un culto animista que rinden a un muñeco de barro de inestable carácter y aspecto luciferino al que llaman "tío", una deidad atávica y diabólica que según ellos es el Señor de la mina y les es propicio (o no) para encontrar buenas vetas de mineral y les protege (o no) de los derrumbes de tierra que pueden aplastarlos o los escapes de gas que pueden asfixiarlos.
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El Tío es el esposo de Pachamama -la madre tierra para los quechuas y aimaras- y luce un miembro enhiesto para, dicen, poder penetrar en ella. Trabajan en ella durante muchas horas al día, sin ver la luz del sol y respirando continuamente polvo de roca y mercurio, lo que suele devenir una silicosis que les comerá los pulmones.
Es un trabajo extremo, que envejece prematuramente, realmente unos de los oficios más peligrosos del mundo. Así que veo normal que decidiera no pasar 21 días temiendo morir en aquella ratonera. Sin embargo, la reportera enfocó el reportaje de otra forma, pasando esos días conviviendo con una mujer minera, la ya célebre Marlene, en la mina a cielo descubierto de Morococala. En este documental vislumbraremos la vida de abnegación y sacrificio (y también alguna cosa chunga) de los hombres y mujeres que trabajan en estas inquietantes explotaciones mineras. Tras la emisión de este programa, la solidaridad de quienes lo vieron hizo que entre Cuatro y la Fundación Vistare pusieran en marcha el Proyecto Marlene para ayudar a las mujeres que viven y trabajan duramente en este entorno un poco hostil a la vida.
21 días en la mina (1ª parte)
21 días en la mina (2ª parte)