He aquí a mi animal favorito de siempre, vislumbrado en un instante memorable en un precioso lugar del vasto desierto del Kalahari llamado Thuli, para pasmo del Juez Roy Bean y sus secuaces. El leopardo, el gran felino moteado del que siempre anduve rebuscando rastros por decenas de libros y documentales desde mi infancia y durante muchos años más. Algunos guías locales con los que he recorrido ciertos parajes salvajes africanos saben de mi insistencia en intentar localizar entre las ramas de una acacia o detrás de unas rocas rojizas al gran gato manchado y fascinarme ante su elegancia depredadora.
El gran superviviente, el más versátil de los grandes felinos, el que tiene más amplia distribución geográfica a lo largo del mundo, desde las sabanas del este de África hasta los menguantes bosques indios, de las impenetrables selvas lluviosas centroafricanas hasta las grandes montañas de Asia Central o áreas semidesérticas del sur de África. Su capacidad para cazar presas de muy diversas especies y tamaños le proporciona una gran adaptación al medio en toda clase de hábitats. Las distintas subespecies de leopardo depredan reptiles (desde ranas a cocodrilos), roedores, aves, jabalíes, ungulados y antílopes desde el diminuto dik-dik hasta el enorme eland. El leopardo es un gran oportunista y puede estar activo para cazar en cualquier momento del día o la noche.
En los ecosistemas en los que el leopardo compite con otros depredadores mayores o más numerosos como es el caso del león y las hienas en África y el tigre en Asia, esta especie desarrolla formas para evadirlos, sin competir directamente con ellos por las mismas presas para lograr prosperar en estos hábitats. Realmente, el único factor que en algunos hábitats limita el despliegue del leopardo son las personas, aunque la presencia del leopardo pueda darse en los arrabales de algunas ciudades como Nairobi o Bombay, donde se alimentan de perros, gatos, cabras, ovejas, ratones, carroña o cualquier cosa que se pueden encontrar.
Es este un felino solitario, pues vive sólo toda su vida salvo en época de reproducción y la primera parte de la crianza, donde los adultos pueden asociarse por parejas. Los pequeños grupos que algunas veces se encuentran están formados por una hembra y varias crías más o menos crecidas. Las crías, nacidas tras algo más de tres meses de gestación, maman durante tres meses, pero ya desde antes del destete, a partir del segundo mes, intentan dar caza a pequeños animales como ranas y saltamontes.
Su agresividad, agilidad y rapidez (puede correr a una velocidad de hasta 65 km/h en distancias cortas, pudiendo saltar hasta seis metros en horizontal y tres en vertical) le convierten en un gran cazador y su fuerza y capacidad para trepar por árboles prácticamente verticales les permite utilizar estos como dormitorio, como despensa para poder devorar los cadáveres de sus presas fuera del alcance de los carroñeros y como plataforma para acechar y poder saltar sobre sus infortunadas víctimas.
En sucesivos posts vamos a mostrar algunos aspectos de la vida y costumbres de las 9 subespecies de leopardos que habitan en el mundo. Este que ven -o adivinan- en las fotos es el leopardo africano (Panthera pardus pardus). La belleza negra de aquí al lado es la variedad melánica del leopardo (de hecho, en su piel azabache pueden adivinarse los rosetones característicos de la especie), comúnmente llamado "pantera negra" y que se da con más frecuencia en los ejemplares que viven en las grandes selvas africanas o asiáticas, donde es más útil convertirse en sombra.
Porque si de ocultarse se trata, el leopardo es maestro del escapismo visual, su bello pelaje fragmenta su silueta para hacerlo pasar desapercibido incluso para los ojos más expertos, siendo la distribución y forma de las rosetas de su pelaje únicas para cada ejemplar, como si de sus huellas dactilares se tratase. Ha sido sin embargo la belleza de su piel la que le ha llevado a que las poblaciones de leopardos a lo largo del mundo estén en constante declive desde hace décadas y varias subespecies estén en grave peligro de extinción, al ser cazado desde antiguo pocas veces para calmar muchas vanidades humanas que intentan atrapar, despellejándola, su belleza salvaje.
Las causas de su declive incluyen la caza furtiva, para que su piel decore el salón de algunos psicópatas, la degradación y pérdida de su hábitat, así como su fragmentación en las especies más amenazadas, como el leopardo de Amur, lo que provoca la consanguinidad de los ejemplares supervivientes, que crecen más débiles y vulnerables; también interviene la abrupta disminución de sus presas salvajes en muchos de sus ecosistemas salvajes. Esto provoca que en ocasiones se acerquen a áreas poblados y se vean obligados a cazar reses domésticas, siendo entonces perseguidos y cazados por los ganaderos.
Estas son las nueve subespecies de leopardo que aún existen en el mundo, cinco de las cuales están catalogadas por la IUCN (International Union for Conservation of Nature) en peligro de extinción:
El gran superviviente, el más versátil de los grandes felinos, el que tiene más amplia distribución geográfica a lo largo del mundo, desde las sabanas del este de África hasta los menguantes bosques indios, de las impenetrables selvas lluviosas centroafricanas hasta las grandes montañas de Asia Central o áreas semidesérticas del sur de África. Su capacidad para cazar presas de muy diversas especies y tamaños le proporciona una gran adaptación al medio en toda clase de hábitats. Las distintas subespecies de leopardo depredan reptiles (desde ranas a cocodrilos), roedores, aves, jabalíes, ungulados y antílopes desde el diminuto dik-dik hasta el enorme eland. El leopardo es un gran oportunista y puede estar activo para cazar en cualquier momento del día o la noche.
En los ecosistemas en los que el leopardo compite con otros depredadores mayores o más numerosos como es el caso del león y las hienas en África y el tigre en Asia, esta especie desarrolla formas para evadirlos, sin competir directamente con ellos por las mismas presas para lograr prosperar en estos hábitats. Realmente, el único factor que en algunos hábitats limita el despliegue del leopardo son las personas, aunque la presencia del leopardo pueda darse en los arrabales de algunas ciudades como Nairobi o Bombay, donde se alimentan de perros, gatos, cabras, ovejas, ratones, carroña o cualquier cosa que se pueden encontrar.
Es este un felino solitario, pues vive sólo toda su vida salvo en época de reproducción y la primera parte de la crianza, donde los adultos pueden asociarse por parejas. Los pequeños grupos que algunas veces se encuentran están formados por una hembra y varias crías más o menos crecidas. Las crías, nacidas tras algo más de tres meses de gestación, maman durante tres meses, pero ya desde antes del destete, a partir del segundo mes, intentan dar caza a pequeños animales como ranas y saltamontes.
Su agresividad, agilidad y rapidez (puede correr a una velocidad de hasta 65 km/h en distancias cortas, pudiendo saltar hasta seis metros en horizontal y tres en vertical) le convierten en un gran cazador y su fuerza y capacidad para trepar por árboles prácticamente verticales les permite utilizar estos como dormitorio, como despensa para poder devorar los cadáveres de sus presas fuera del alcance de los carroñeros y como plataforma para acechar y poder saltar sobre sus infortunadas víctimas.
En sucesivos posts vamos a mostrar algunos aspectos de la vida y costumbres de las 9 subespecies de leopardos que habitan en el mundo. Este que ven -o adivinan- en las fotos es el leopardo africano (Panthera pardus pardus). La belleza negra de aquí al lado es la variedad melánica del leopardo (de hecho, en su piel azabache pueden adivinarse los rosetones característicos de la especie), comúnmente llamado "pantera negra" y que se da con más frecuencia en los ejemplares que viven en las grandes selvas africanas o asiáticas, donde es más útil convertirse en sombra.
Porque si de ocultarse se trata, el leopardo es maestro del escapismo visual, su bello pelaje fragmenta su silueta para hacerlo pasar desapercibido incluso para los ojos más expertos, siendo la distribución y forma de las rosetas de su pelaje únicas para cada ejemplar, como si de sus huellas dactilares se tratase. Ha sido sin embargo la belleza de su piel la que le ha llevado a que las poblaciones de leopardos a lo largo del mundo estén en constante declive desde hace décadas y varias subespecies estén en grave peligro de extinción, al ser cazado desde antiguo pocas veces para calmar muchas vanidades humanas que intentan atrapar, despellejándola, su belleza salvaje.
Las causas de su declive incluyen la caza furtiva, para que su piel decore el salón de algunos psicópatas, la degradación y pérdida de su hábitat, así como su fragmentación en las especies más amenazadas, como el leopardo de Amur, lo que provoca la consanguinidad de los ejemplares supervivientes, que crecen más débiles y vulnerables; también interviene la abrupta disminución de sus presas salvajes en muchos de sus ecosistemas salvajes. Esto provoca que en ocasiones se acerquen a áreas poblados y se vean obligados a cazar reses domésticas, siendo entonces perseguidos y cazados por los ganaderos.
Estas son las nueve subespecies de leopardo que aún existen en el mundo, cinco de las cuales están catalogadas por la IUCN (International Union for Conservation of Nature) en peligro de extinción:
- Leopardo de Amur (Panthera pardus orientalis), vive en el Lejano Oriente ruso, península de Corea y nordeste de China y está en peligro crítico de extinción.
- Leopardo de Java (Panthera pardus melas), vive en la isla de Java y está en peligro crítico de extinción.
- Leopardo de Arabia (Panthera pardus nimr), vive en la península Arábiga y está en peligro crítico de extinción.
- Leopardo de Persia (Panthera pardus saxicolor), Asia Central;en peligro de extinción.
- Leopardo de Ceilán (Panthera pardus kotiya), en peligro de extinción.
- Leopardo chino del norte (Panthera pardus japonensis), vive en el norte de China.
- Leopardo africano (Panthera pardus pardus), permanece con poblaciones estimables sólo en los países por debajo del cinturón del Sahel.
- Leopardo de la India (Panthera pardus fusca), vive en el subcontinente indio.
- Leopardo de Indochina (Panthera pardus delacouri), vive en el sudeste asiático y el sur de China.