Incluso un francófilo confeso como este redactor, que vive los males de España con eterna sospecha de que lo mismo nos hubiera ido mejor si Daoiz y Velarde se hubieran estado quietecitos en casa, se alegró, cómo no, del pase a semifinales de la selección española en la Eurocopa, rompiendo otra vez maleficios históricos que ya no nos ciegan.
Así las armas francesas fueron rendidas y puestas en fuga por los manejos del equipo español, que sin hacer un buen partido, supo desactivar las débiles intentonas del mediocampo galo de enlazar con sus mejores hombres, Ribery maniatado por Arbeloa y un Benzema desactivado y negado en el remate, con añoranza de la clarividente mirada XL de Mesut Özil. Pero desde aquí queremos resaltar, el ímpetu y savoir-faire del giputxi Xabi Alonso que recordando a aquel otro feroz paisano suyo, Juan de Urbieta, que -peón mata Rey- puso su daga en el cuello al rey francés Francisco I, capturándolo para Carlos V en la batalla de Pavía, en 1525. El tolosarra realizó uno de sus mejores partidos con la selección (aparte sus dos goles), con su fútbol sensato y talentoso, pleno de sacrificio y sentido de equipo, demostrando que es tan indispensable en el equipo nacional como en el Real Madrid, donde ha sostenido con hercúleo esfuerzo la medular del equipo blanco desde que llegó en 2009. Xabi Alonso, crack vikingo y barbirrojo que gusta de escuchar a Belle & Sebastian tras rendir estadios enemigos, no te nos resfríes nunca.
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